El ministro de Justicia desarroll¨® en Roma importantes contactos con la Santa Sede

La jornada vaticana del ministro espa?ol de Justicia, Fernando Ledesma, y del director general de Asuntos Religiosos, Gustavo Su¨¢rez Pertierra, ha resultado m¨¢s importante de lo que ellos mismos pod¨ªan sospechar. Se ha tratado en realidad de coloquios informales, de tomas de contacto para abrir los caminos a un di¨¢logo sincero y respetuoso que ni el Vaticano ni el Gobierno socialista rechazan. "He querido encontrarme con las m¨¢s altas personalidades de la Santa Sede", dijo a EL PAIS el ministro Ledesma, "porque considero que es importante antes que nada conocernos, vernos las caras, deshacer posibles e in¨²tiles prejuicios".Aunque no se ha conocido el contenido de las conversaciones vaticanas de Ledesma, fuentes autorizadas confirmaron a este peri¨®dico que se trataron importantes aspectos de las relaciones Iglesia-Estado. "Prefiero hablar antes con el presidente Felipe Gonz¨¢lez sobre los temas tratados en las conversaciones de Roma", afirm¨® el ministro antes de salir de la capital. "Pero lo que s¨ª puedo destacar es que consideramos sumamente positivos los encuentros del s¨¢bado" con el secretario de Estado, cardenal Agostino Casaroli; con el sustituto de la Secretar¨ªa de Estado, el arzobispo espa?ol Eduardo Mart¨ªnez Somalo, "un hombre que nos ha causado", dijo Ledesma, "una magn¨ªfica impresi¨®n", y con Acchile Silvestrini, responsablede los Asuntos P¨²blicos de la Iglesia.

Los tres altos cargos diplomaticos, que, junto con el papa Juan Pablo II, llevan hoy el peso de la alta pol¨ªtica del Vaticano, recibieron con gran simpat¨ªa a los responsables del Ministerio de Justicia espa?ol, entreteni¨¦ndose con ellos en una conversaci¨®n definida por Ledesma y por Su¨¢rez Pertierra como "franca y sumamente importante".

Es sabido que existen sobre todo dos temas que interesan mucho al Vaticano: el de la ense?anza y el del aborto. El primero m¨¢s, si cabe. Respecto al aborto, la Iglesia estar¨¢ siempre en contra. Deber del Papa es oponerse a todo tipo de interrupci¨®n voluntaria de la vida, ya que contradice la doctrina cl¨¢sica y tradicional de la moral cat¨®lica. Pero, al mismo tiempo, el Vaticano sabe que, por lo que se refiere a la legislaci¨®n estatal, la batalla acaba perdi¨¦ndose. Y por eso la pol¨ªtica consistir¨¢, cada vez m¨¢s, en que sean los cat¨®licos sobre todo los que tomen conciencia profunda de su deber como creyentes en este delicado asunto.

Adem¨¢s, por lo que se refiere a Espa?a, en Roma se sabe que la legislaci¨®n que despenaliza el aborto es a¨²n la m¨¢s severa de Europa y que el Gobierno socialista desea en este punto respetar el consenso de la mayor¨ªa de los espa?oles. Y que la batalla del Gobierno espa?ol incidir¨¢ sobre todo en el campo de la prevenci¨®n; en que se van a crear las estructuras necesarias para que el aborto se haga cada vez menos necesario y para que las futuras madres encuentren en la sociedad todos aquellos instrumentos necesarios para poder vivir con serenidad y conocimiento de causa su deseada maternidad.

M¨¢s delicado es el problema de la ense?anza, sobre todo en un pa¨ªs como Espa?a, donde m¨¢s de la mitad de los colegios est¨¢n en manos privadas. La Iglesia sigue muy de cerca todo tipo de reestructuraci¨®n de la ense?anza, tanto por lo que se refiere al problema ideol¨®gico como al econ¨®mico.