Los discursos del Rey
LA NOTICIA -publicada por EL PA?S en sus ediciones de Madrid y Barcelona el pasado viernes- de que el discurso del Rey ante el Parlamento brasile?o conten¨ªa ocho p¨¢rrafos de un art¨ªculo de Felipe Gonz¨¢lez, aparecido en la edici¨®n latinoamericana de Le Monde, ha puesto de manifiesto un serio fallo en la necesaria coordinaci¨®n entre la Jefatura del Estado y la Presidencia del Gobierno. Alguien incluy¨® esas frases, f¨¢cilmente localizables por cualquier ciudadano, en el texto entregado al Rey para su lectura en una ocasi¨®n solemne. No es descartable que Felipe Gonz¨¢lez, pese a su costumbre de escribir personalmente los art¨ªculos publicados con su firma, hubiese utilizado en esta ocasi¨®n, por la acumulaci¨®n de trabajo y la urgencia de cumplir el compromiso, period¨ªstico, un texto b¨¢sico previo que despu¨¦s habr¨ªa servido tambi¨¦n de fuente com¨²n para el discurso de don Juan Carlos. Pero, sea cual sea la g¨¦nesis del solapamiento entre ambos textos, las negligencias o los errores que han producido este m¨ªnimo incidente deben ser aclarados formalmente por el ministro de Asuntos Exteriores, so pena de convertirlo en un incidente m¨¢ximo. Las declaraciones atribuidas ayer en Montevideo a Fernando Schwartz, director de la Oficina de Informaci¨®n Diplom¨¢tica, forman parte de una conversaci¨®n reservada con periodistas y no pueden considerarse, por consiguiente, como un pronunciamiento oficial.Esa reduplicaci¨®n de p¨¢rrafos en los textos del Rey y del presidente del Gobierno -que ha sido lamentada por el propio Felipe Gonz¨¢lez- da pie, por lo dem¨¢s, a otros comentarios. Una vez celebradas las elecciones del 28 de octubre, la sesi¨®n de investidura fue aplazada hasta despu¨¦s de la solemne apertura de las Cortes Generales, en la que el Rey pronunci¨® un importante discurso ante los parlamentarios. En aquella sesi¨®n, Calvo Sotelo segu¨ªa ocupando la presidencia del Gobierno en nombre de UCD estrepitosamente derrotada en las urnas y carente de la autoridad pol¨ªtica necesaria para sugerir al Rey el borrador de su discurso. El ¨²nico precedente para la fijaci¨®n del calendario parlamentario contradec¨ªa la secuencia elegida por los socialistas, ya que Adolfo Su¨¢rez fue investido presidente del Gobierno antes de que el Rey dirigiera formalmente su salutaci¨®n a las nuevas Cortes Generales elegidas en marzo de 1979. La decisi¨®n del PSOE pudo interpretarse como una manera de propiciar que el discurso de la Corona tuviera autonom¨ªa respecto al Gobierno -frente a cualquier Gobierno- y no reflejara, como en el Parlamento brit¨¢nico, las opiniones de la nueva mayor¨ªa. Sin embargo, en las monarqu¨ªas parlamentarias es un uso constitucional que el Rey lea los discursos preparados por el Gobierno designado por la mayor¨ªa de representantes de la soberan¨ªa popular. Ser¨ªa conveniente, por esa misma raz¨®n, una clarificaci¨®n acerca de aquellas ocasiones -discurso de la Corona en la sesi¨®n de apertura de las Cortes Generales o mensajes de salutaci¨®n navide?os- en las que el Rey elige libremente los textos que pronuncia y no se halla vinculado por el poder ejecutivo. Y no corresponde, por supuesto, al Rey, sino al Gobierno, hacer expl¨ªcita esa distinci¨®n. De otra forma, la confusi¨®n puede generar situaciones m¨¢s embarazosas a¨²n que la que hoy comentamos. El Jefe del Estado no puede correr el albur de la sonrisa de quienes le escuchan por culpa de la pereza o el cortesanismo de un funcionario.
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