Una memoria de Espa?a
LA HISTORIA no escapa a la ola de subjetivismo pasional del tiempo presente; la Memoria de Espa?a que, semana tras semana, y hacia un plazo muy largo, va retrazando en la televisi¨®n la cr¨®nica en im¨¢genes del siglo XX espa?ol recibe la carga de pasi¨®n, de quienes han identificado la historia con ellos mismos, con su presente y con su futuro, y no ven ahora correspondidas im¨¢genes y comentarios -modestos, tenues, t¨ªmidos- con lo que ha sido su posesi¨®n. El r¨¦gimen anterior basaba una legitimidad en una selecci¨®n deliberada de la historia: era un r¨¦gimen hist¨®rico, que acumulaba desde su principio emblemas, s¨ªmbolos, leyendas, h¨¦roes y gestas, imperios y romances, con los que anhelaba coincidir: deb¨ªan ser su naturaleza. Para ello busc¨® un cierto comportamiento que no consigui¨®, unas cuantas frases que se hicieron huecas; y, como nada de ello funcionaba finalmente en el sentido, buscado, cambi¨® la historia. Omiti¨® lo que quer¨ªa, ensalz¨® lo que le convino y dobl¨® los patrones de tal forma que pudieran coincidir con su remedo.Todo esto, a?adido a unos siglos anteriores escasamente objetivos y poco propicios a la libertad de examen y de pensamiento, ha creado una impregnaci¨®n de falsa. historia, de falso sentido de Espa?a -hasta llegar a la abstracci¨®n insultante de la antiespa?a cuando no hab¨ªa coincidencia-, dispensada de una manera oficial y masiva: no s¨®lo en las escuelas, sino en los dominados inedios de comunicaci¨®n. Mientras unos historiadores serios y no dramatizados por el acontecimiento trabajaban como pod¨ªan, y algunos necesariamente fuera de Espa?a, se difund¨ªa aqu¨ª una propaganda hist¨®rica de legitimaci¨®n de un r¨¦gimen. Que, simult¨¢neamente, se hund¨ªa por s¨ª mismo y hund¨ªa con ¨¦l el concepto hist¨®rico que hab¨ªa fabricado.
La Memoria de Espa?a que emite Televisi¨®n Espa?ola trabaja todav¨ªa con el material filmado o fotografiado que produjeron, financiaron y seleccionaron los propietarios de la historia. No obstante, su amplio equipo y sus realizadores hacen una aproximaci¨®n que parece nueva a la cr¨®nica espa?ola: y parece nueva porque ha estado prohibida y ha sido v¨ªctima de la selecci¨®n negativa. El equipo es m¨²ltiple y, por tanto, variado en sus interpretaciones, en sus apreciaciones. Si es una regla general que la historia entra de lleno en la subjetividad del presente, es l¨®gico tambi¨¦n que entre en la subjetividad de estos asesores y realizadores: su distinta procedencia es la que trata de encontrar un m¨¢ximo posible de objetividad. Ese m¨¢ximo posible, a pesar de su delicadeza y de su tenue condici¨®n de distancia y generosidad, ofende a quienes est¨¢n impregnados de la leyenda de legitimidad del antiguo r¨¦gimen. Por una figura de dicci¨®n muy frecuente en nuestros momentos, y muy lamentable, los antiguos partidistas de la historia acusan de partidismo a los que no son de su partido. Se agarran a sus antiguos espectros. Hijos de un r¨¦gimen de espectros, y espectro ya ¨¦l mismo, se sensibilizan porque las guerras de ?frica no aparezcan solamente como un hero¨ªsmo y un sacrificio -que en muchos casos lo fueron- sino como un desastre nacional (que dur¨® precisamente hasta la descolonizaci¨®n del Protectorado, y que todav¨ªa tiene arrastres); se lamentan de que la Dictadura de Primo de Rivera no aparezca como un r¨¦gimen bonach¨®n y justo, sino como lo que su propio nombre indicaba, cuando todav¨ªa ese nombre no estaba cubierto de desprestigio general: una dictadura. O de que se aluda -suavemente- a la genuina historia de los or¨ªgenes del pistolerismo en Barcelona. Ven sus h¨¦roes rotos.
No ven su historia rota: ven roto su presente y su pervenir. No es una disputa de te¨®ricos o de cient¨ªficos: es una guerra de pol¨ªticos la que conducen. Pol¨ªticos en perdici¨®n, en minor¨ªa. Hubieran querido que Espa?a tuviera su memoria: no aceptan la Memoria de Espa?a. Cuya realizaci¨®n, ideaci¨®n y concepci¨®n en forma de cr¨®nica pueden ser naturalmente discutibles, y tienen muchos rasgos para ser discutidos. Pero que apenas aflora -y esa podr¨ªa ser una de las causas de discusi¨®n- el combate contra una falsa historia de Espa?a que ha imperado durante una ¨¦poca de propiedad de su difusi¨®n.
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