Espl¨¦ndido montaje
Puede producir desconfianza la idea de que De Mao a Mozart sea un documental, g¨¦nero que la televisi¨®n ha arrebatado y que es raro encontrar en las salas comerciales. Sin embargo, s¨®lo el azar nos descubre buenos documentales en la peque?a pantalla. Abundan, por l¨®gica los productos realizados con habilidad pero tambi¨¦n refugiados en el t¨®pico; la mayor¨ªa son trabajos de relleno.De Mao a Mozart, avalado por su presentaci¨®n fuera de concurso el pasado a?o en el Festival de Cannes y por haber obtenido un oscar de la Academia de Hollywood, rompe la norma garantizando el resultado de un buen trabajo.
Siguiendo con la c¨¢mara el viaje que el violinista norteamericano Isaac Stern, realiz¨® a China Popular en 1979 aceptando la invitaci¨®n oficial del ministro de Asuntos Exteriores, la pel¨ªcula nos descubre una cierta realidad de aquel pa¨ªs, tan ignorado en el cine que cotidianamente vemos.
De Mao a Mozart, Isaac Stern en China
Director: Murray Lerner. Montaje: Thomas Haneke. Int¨¦rpretes: Isaac Stern y el pianista David Golub. Documental. Norteamericana, 1980. Local de estreno, Alphaville.
La relaci¨®n de Stern con China se produce a trav¨¦s de la m¨²sica, de sus interpretaciones al viol¨ªn o de las clases que improvisa ante estudiantes que interpretan a Mozart "con t¨¦cnica impecable pero sin comprensi¨®n emocional", seg¨²n ¨¦l mismo dice. La m¨²sica occidental y la china se entremezclan, inform¨¢ndose mutuamente de sus distintos conceptos de la vida.
En un momento, como inevitable referencia hist¨®rica, surge la cr¨ªtica a la revoluci¨®n cultural, que proscribi¨® la m¨²sica de Occidente castigando como un crimen su simple interpretaci¨®n.
Talento
La China de hoy ama a Mozart, y la pel¨ªcula descubre los salones abarrotados de espectadores, los amplios conservatorios sin plazas libres, el aplauso de un p¨²blico admirado del talento y la vivacidad de Stern. Es, no obstante, s¨®lo desde la perspectiva de Lerner, el director, como se estructura el filme. Hubiera sido interesante completar el documental con el punto de vista de los anfitriones.Ello no desmerece el irreprochable trabajo del director, especialmente en el montaje. De Mao a Mozart utiliza la imagen con inteligencia, aportando informaci¨®n sin desprenderse de un tono ameno, sin abandonar la sonrisa y la ternura. Es un espect¨¢culo breve, preciso, plausible, que muestra una sugestiva parte de la realidad.
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