Movimiento por la paz
Del desencanto pol¨ªtico en el que nos sumieron la transici¨®n en continuidad con el franquismo y UCD se est¨¢ saliendo, s¨ª, pero muy trabajosamente. El 28 de octubre fue expresi¨®n y, a la vez, empuj¨®n para salir. La pol¨ªtica de centro derecha y de debilidad frente a los poderes reales de fuera y de dentro de un Gobierno al que no se ped¨ªa, ciertamente, socialismo, pero s¨ª firme pol¨ªtica de izquierda, ha puesto muy dificil esa salida. Y como, si se reflexiona un poco, era de pensar, la esperanza popular juvenil se va transfiriendo del Gobierno a la reacci¨®n -refer¨¦ndum- del pueblo mismo. Y m¨¢s que en su partido pol¨ªtico se empieza a fiar en esos movimientos -por la paz y el desarme, pro derechos humanos, movimientos ecologistas, feministas, etc¨¦tera-, a la vez estimulantes, como vitales que son, libres del lastre del aparato y la burocracia y espont¨¢neamente animados. Sin embargo, y por ahora, es inevitable la sensaci¨®n de que el grado de participaci¨®n de la mayor parte de quienes acuden a sus manifestaciones es, todav¨ªa, escaso, insuficiente.M¨¢s de un mes largo a esta parte, algunos de nosotros venimos recibiendo unos sobres, al principio amarillos, ¨²ltimamente marrones. Nos los env¨ªan los Ayunantes por la Paz y contienen su Diario del ayuno. ?Qui¨¦nes son estos ayunantes? Ellos mismos nos lo dicen: miembros de movimientos de Noviolencia (sic, as¨ª escriben su cuasi m¨¢gica palabra), de los Cristianos por la Paz, de objetores de conciencia, de la Comunidad del Arca de la Longuera, de los Amigos del Arca, de los Artesanos de la Paz y, asimismo, pura y simplemente, independientes. Nos lo dicen con sus nombres y apellidos, y, reunidos en su pisito de Puerto del Monasterio, ayunan y -ayunantes en cadena- se van relevando en el ayuno o volviendo de nuevo a lo que quiereri que sea "un grito de amor a la vida". Reciben muchas visitas y numerosas llamadas telef¨®nicas, celebran mesas redondas, env¨ªan telegramas de protesta por las declaraciones de Felipe Gonz¨¢lez en Alemania sobre los euromisiles y escriben -hasta ahora sin respuesta- a Alfonso Guerra y a Gregorio Peces-Barba.
Carecen de recursos econ¨®micos, lo que es buena se?al, en cuanto a independencia; y, de acuerdo con lo que al principio dec¨ªa yo, son simples ciudadanos que no militan en ning¨²n partido, sino s¨®lo en los citados movimientos. En el diario correspondiente al 17 de mayo nos dicen a este prop¨®sito: "Ayer tarde recibimos la visita de una persona que se present¨® como cient¨ªfico y artista, que trataba de conocer los m¨®viles de nuestro ayuno: nos regal¨® con una larga perorata de sus realizaciones, anim¨¢ndonos a estrategias m¨¢s ambiciosas y reorganizaciones de la sociedad desde los altos escalones de la pol¨ªtica. Nosotros, peque?os aprendices, respiramos cuando se despidi¨® cerrando la puerta tras de s¨ª".
Alguno de estos ayunantes es antiguo amigo m¨ªo y conocido, desde hace tiempo, por sus acciones p¨²blicas de no violencia. Algunas veces, p¨²blicamente tambi¨¦n, he discutido su fe, a mi juicio excesiva, en la no violencia y su confianza en la erradicaci¨®n total de la violencia de la mism¨ªsima condici¨®n humana.
De la nobleza de ¨¦sa y las dem¨¢s causas por las que ha luchado no ha lugar a dudas. Mas lo que importa subrayar aqu¨ª es la significaci¨®n de la presente acci¨®n.
Acci¨®n, por de pronto, ¨¦tica: estos ayunantes le cogen al Gobierno la palabra moral, y aun moralista, de su campa?a electoral y le demandan el cumplimiento de esa palabra. Pero ?se limitan a eso, no van m¨¢s all¨¢ del plano moral, incluso sin confes¨¢rselo a s¨ª mismos, tal vez, algunos de ellos? Son ayunantes. No hacen huelga de hambre, sino que ayunan; es decir, realizan un acto religioso. Podr¨ªa sostenerse que no necesariamente: cabe el ayuno como un testimonio (que etimol¨®gicarnente es siempre, sin embargo, martirio) y una limitada mortificaci¨®n como ofrenda y en protesta ante el. riesgo de la ingente mortandad de una guerra nuclear. Mas ese testimonio, esa mortificaci¨®n-y esa ofrenda, ?no son ya impl¨ªcitamente religiosos? Es caracter¨ªstico de nuestro tiempo el retorno a lo que llamo un reencantamiento del mundo, una religiosidad polim¨®rfica y, por lo general, libre de confesionalidad estricta, pero que busca el compromiso, si es que puede seguirse llam¨¢ndolo as¨ª, no con esta o aquella causa circunstancial situada y, por ende, limitada, sino con la vida misma, cuyo origen, de un modo u otro y en el m¨¢s amplio sentido de la palabra, para muchos de nosotros sigue siendo religioso. Y para los ayunantes todos, con toda seguridad.
Podemos sonre¨ªr ante los previsiblemente nulos resultados inmediatos y la corta resonancia de esta acci¨®n. Pero acciones como ¨¦sta, directamente democr¨¢ticas en cuanto que surgidas de la calle, pueden, "en cadena" tambi¨¦n con otras y con otras, expandir en el mundo el esp¨ªritu de paz e influir en el ¨¢nimo de los gobernantes. Los Gobiernos y los partidos prometen y, una vez en el poder, defraudan. De nosotros y de nuestros movimientos depende, al menos parcialmente, -que no siga siendo as¨ª. Antes era la base del partido la que presionaba sobre el aparato. Hoy, la base del partido es poco numerosa y escasamente operante. Pero fuera de la disciplinada obediencia, la poblaci¨®n simpatizante de un programa y cr¨ªtica de su gesti¨®n puede ponerse en marcha y producir una gran Fuerza de Paz. En esa esperanza saludemos con gratitud a nuestros ayunantes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.