El don de lenguas
El escritor catal¨¢n Joan Perucho, que se confiesa biling¨¹e, ha so?ado un pa¨ªs maravilloso en su libro de poemas Quadern d'Albinyana. Con breves pinceladas explica como le gustar¨ªa que fuera su paisaje, su religi¨®n, su gente. En esta utop¨ªa on¨ªrica ha dibujado una situaci¨®n ling¨¹¨ªstica que merece una traslaci¨®n a los problemas de la convivencia de cada d¨ªa. Intento traducir: "Lengua. Son diversas, y con preciosas y enjoyadas etimolog¨ªas. Las lenguas, ser¨ªa necesario usarlas seg¨²n la conveniencia de cada caso y segun el vestido que llevara cada uno". La lengua, se ha dicho, no es tan s¨®lo un sistema de comunicaci¨®n entre las gentes. Es tambi¨¦n el espejo de donde achicamos el agua de nuestra propia imagen, el cristal irisado que nos ofrece sombras del mundo y de los otros, la herramienta que nos permite conocer y distinguir las cosas a trav¨¦s de sus nombres, el arma con que nos defendemos cuando no queremos utilizar otras armas, pero tambi¨¦n el rebozo que nos permite taparnos y coquetear con nuestro pensamiento, el abanico que esconde la sonrisa de la mentira, la mentira misma y la verdad toda. La lengua es, para algunos, como la placenta materna, cuya a?oranza nos envuelve hasta la tumba. Para otros es un secreto a voces, que todos pueden aprender e incluso dominar. Para unos, normalmente con tendencia al egotismo monoling¨¹e, es la inc5dula de la propia identidad y por tanto de las naciones. Para otros, gente de frontera, advenedizos, ap¨¢tridas, jud¨ªos, indios, perseguidos de toda especie, y tambi¨¦n comerciantes, traficantes, aventureros, viajeros y turistas, las lenguas son territorios espirituales, fluctuantes como los ectoplasmas, llevaderos y transportables como el cepillo de dientes, penetrables como pa¨ªses sin frontera ni polic¨ªa ni ej¨¦rcito, la ¨²nica patria real y aut¨¦ntica de toda la libertad posible, entera, indivisible e inexpropiable. Para los mismosPasa a la p¨¢gina 12
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unos del principio, la lengua es tambi¨¦n la manifestaci¨®n cre¨ªble de lo inefable, la t¨ªmida y oscura expresi¨®n de lo que no tiene nombre. Para los mismos otros, la lengua lo puede todo, y porque lo puede todo puede tambi¨¦n inventar que no puede nada.
La lengua se lleva. bien con todo y es poder, pero una estrecha relaci¨®n con ella convierte el universo en un cristal inempa?able. Aunque es ego¨ªsta, y gusta de ser mecida por Estados e imperios, de sentirse arrullada por el paso glorioso de huestes victoriosas, de gustar la penetraci¨®n en la carne coloreada de razas desconocidas, de sentirse pose¨ªda por pueblos sometidos, en el fondo sabe que, alg¨²n d¨ªa, se doler¨¢ de todo ello. La lengua -todas las lenguas- es lo ¨²nico que queda cuando no queda nada, y es por tanto el genuino instrumento de paz. Siempre en alg¨²n final de alguna ¨¦poca alguna lengua puede devolvernos alg¨²n nombre, alg¨²n sentido de las cosas, el gusto de hablar y de entenderse en paz.
Por eso parece absurda la querella -ling¨¹¨ªstica. Y m¨¢s absurda si cabe cuando se contempla, dentro de Espa?a, desde la desproporci¨®n entre una lengua a la que miles de personas se incorporan diariamente, que es hablada por pueblos en expansi¨®n demogr¨¢fica, y otras lenguas limitadas a unos pocos millones de hablantes. Las gentes de esta ¨¢rea cultural debieran contemplar el vasco, el gallego o el catal¨¢n como tesoros propios, que ennoblecen tanto a sus hablantes como a sus vecinos voluntariosos, que nos alejan de los proyectos arrolladores de naciones monoling¨¹es y expansivas y nos Ponen w un tiro de piedra de una convivencia ut¨®pica, limpia y primitiva.
La l¨®gica lineal Y cerrada de cada lengua, la ley gramatical, la pureza y la depuraci¨®n, alientan siempre enso?amientos totalitarios. Nadie como los alemanes saben lo que puede llegar a hacerse con la lengua como instrumento de un proyecto de dominaci¨®n de clases y pueblos, y de exterminio de los adversarios. Cayeron los nombres de lugar de todos los pa¨ªses eslavos, surgieron un l¨¦xico y unas expresiones en las que tremolaba el ansia de aniquilaci¨®n, y finalmente el lenguaje p¨²blico fue casi id¨¦ntico al lenguaje de los verdugos y carniceros de hombres. Al t¨¦rmino de la guerra, hubo quien consider¨® a la lengua culpable, quien quiso olvidarla para siempre. Pero quienes demostraron la dignidad profunda de la lengua y de su c¨®digo m¨¢s alto y omnicomprensivo -la literatura- fueron muchos de los perseguidos, algunos extranjeros, Elias Canetti, por ejemplo, el jud¨ªo transterrado, hablador de todas las lenguas.
Un s¨®lo nombre
Los nombres de lugar de la Catalu?a, del Pa¨ªs Valenciano o del Euskadi auton¨®micos, ?tan mal suenan en los o¨ªdos arrogantes de quienes se pierden por esas l¨®gicas lineales? ?Girona, Lleida, Castell¨® de la Plana, Ma¨®, han de ser tratados y traducidos con la frialdad con que se trasladan los nombres aut¨¦nticamente extranjeros de las ciudades universales? ?O no merecen las lenguas espa?olas una deferencia de trato, en esta situaci¨®n cambiante y extra?a, pero fundamental para la convivencia futura?
En Catalu?a, poco a poco, se ha ido abriendo paso la idea de que cada lugar tenga un s¨®lo nombre, que la gente se llame como dice que se llama y no como otros quieren que se llame. Y esa es una reivindicaci¨®n que no se ci?e a los catalanes. Los vascos, los valencianos, los gallegos... merecen id¨¦nticamente ese reconocimiento. Si alg¨²n d¨ªa los ciudadanos de este pa¨ªs de pa¨ªses se decidieran a comprender estas cosas, quiz¨¢s entonces los nombres m¨¢s sonoros y apegados a una historia que no es puramente local podr¨ªan regresar a la traducci¨®n. Nadie se tomar¨ªa el tiempo y el esfuerzo de molestarse por este ejercicio de libertad, que permitir¨ªa usar las lenguas haciendo juego con el vestido. Nadie quedar¨ªa hipnotizado por la serpiente de una lengua usada para moralizar hablantes desviados.
Catalunya en la Espa?a moderna, ese t¨ªtulo lleno de ambig¨¹edades puramente ortogr¨¢ficas, no es absurda mezcla, sino precisamente imagen de analog¨ªas y de diferencias, de posibilidades de encuentro y de distancia. S¨®lo quienes acogollan en su cabeza proyectos oscuros, en la lengua que sea, est¨¢n contra estas hibridaciones. La recuperaci¨®n de las lenguas, de todas las lenguas, es parte de la democratizaci¨®n. La profundizaci¨®n en la protecci¨®n y la normalizaci¨®n de las lenguas minoritarias -por m¨¢s antiecon¨®mica que pueda parecer- es tambi¨¦n parte del proyecto democr¨¢tico, porque atiende directamente a un derecho elemental. La libertad es como llama y paloma de Pentecost¨¦s. S¨®lo en libertad y para la libertad todas las lenguas se entienden.
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