Ferlosio y el himno de Madrid
Violando por una vez mi costumbre de no rectificar jam¨¢s las referencias period¨ªsticas equivocadas que se refieren a mi persona -pues trato de no tenerle a mi nombre demasiado amor o, m¨¢s sinceramente, de machacarlo o de disimularlo-, y puesto que, al echarse afuera del asunto mi amigo Fernando Savater, me deja casi a solas con el equ¨ªvoco bald¨®n, he de decir que yo tampoco he hecho la m¨¢s m¨ªnima gesti¨®n con mi no menos amigo Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo para que escriba ning¨²n himno de ning¨²n Madrid ni he recibido del se?or Leguina insinuaci¨®n alguna a los efectos. No obstante, es veros¨ªmil que, con respecto a m¨ª, la confusi¨®n se deba a la identidad de mis apellidos con los de mi igualmente amigo (y adem¨¢s hermano) Jos¨¦ Antonio S¨¢nchez Ferlosio, dado que ¨¦ste ha colaborado no pocas veces con Agust¨ªn juitamente en las artes m¨²sico-cantatorias, y a menudo -aunque me est¨¦ mal el decirlo- con el resultado de preciosas canciones.Por lo dem¨¢s, los inmemoriales a?os de amistad y fraternidad que me unen con Jos¨¦ Antonio y Agust¨ªn me permiten suponer, sin temor a equivocarme, que son tan poco entusiastas de cualquier clase de himnos como pueda serlo yo, y, en consecuencia, todav¨ªa m¨¢s que el propio Savater, dado que ¨¦ste, aunque sea ir¨®nicamente, concede algunas muy restringidas salvedades. Por lo que ata?e a las autonom¨ªas, en cuanto nacional-patriotismos (dado que en la medida en que requieran himnos ser¨¢ m¨¢s propio llamarlas de este modo), he de decir que, por mi parte, a diferencia de la opini¨®n de Savater, no s¨®lo me parece mim¨¦tico-par¨®dico el nacional-patriot¨ªsmo de Madrid, sino tambi¨¦n los de Euskadi o Catalunya, tanto como el de la propia Espa?a, del que los anteriores no vendr¨ªan a ser sino segundas mimesis y parodias reaclivo-derivadas.
Para explicarme, y explicar, a pesar de lo dicho m¨¢s arriba, la posible tentaci¨®n de Garc¨ªa Calvo para aceptar el embolado de Leguina, tambi¨¦n puedo decir que lo conozco lo bastante como para pensar que se debe a su vieja afici¨®n empedernida -que, por mi parte, siempre le he reprochado como ilusi¨®n, quim¨¦rica- de intentar hacer, en general, la cosaanticosa, que en este caso ser¨ªa el himno-antihimno; algo que ¨¦l mismo deber¨ªa saber ver demasiado sospechosamente an¨¢logo a lo de los que dicen hacer la guerra contra la guerra. De modo que me temo que lo que llegase a hacer o bien ser¨ªa un falso antihimno, y, consiguientemente, un nuevo himno que no conseguir¨ªa sino engordar el deleznable g¨¦nero con la coartada de hacerse pasar por ant¨ªhimno; o bien un verdadero antihimno, con tan poco de himno que el se?or Leguina no tendr¨ªa m¨¢s remedio que hacerlo inmediatamente una pelota y echarlo a la papelera sin m¨¢s contemplaciones.
S¨®lo s¨¦ de un gigante inmortal que consigui¨® hacer de veras y con ¨¦xito una cosa-anticosa. Y ya que el himno-antihimno tiene mucho que ver con el h¨¦roe-antih¨¦roe, tratar¨¦ de disuadir a Garc¨ªa Calvo de tan sobrehumano intento con las propias palabras de advertenc¨ªa de aquel ¨²nico gigante que lo consiguio, palabras en las que se mostr¨® orguilosamente consciente de la fabulosa haza?a que los dioses le hab¨ªan dado alcanzar:
"Y el prudent¨ªsimo Cide Hamete dijo a su pluma: 'Aqu¨ª quedar¨¢s, colgada desta espetera y deste hilo de alambre, no s¨¦ si bien cortada o mal tajada p¨¦?ola m¨ªa, adonde vivir¨¢s luengos siglos, si presuntuosos y malandrines historiadores no te descuelgan para profanarte. Pero antes que a ti lleguen, les puedes advertir, y decirles en el mejor modo que pudieres: '?Tate, tate, folloncicos! / De pinguno sea tocada; / porque esta empresa, buen rey, / para m¨ª estaba guardada'. Para m¨ª sola naci¨® don Quijote, y yo para ¨¦l ...'"
No ser¨ªa yo, desde luego, quien se atreviese a imaginar siquiera la idea de tratar de descolgar de su espetera y de su hilo de alambre la p¨¦?ola de Cide Hamete Benengeh, ni tampoco, por tanto, me arriesgar¨ªa a inducir a nadie, y tanto menos a quienes tanto quiero, a acometer tan temeraria empresa. / Rafael S¨¢nchez Ferlosio.
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