Un triunfo arrollador de Thatcher supondr¨ªa la irrupci¨®n de los 'halcones' en el Gobierno

Una victoria aplastante de Margaret Thatcher en las elecciones del pr¨®ximo d¨ªa 9 podr¨ªa suponer la expulsi¨®n del pr¨®ximo Gobierno conservador de los principales representantes del sector, moderado y el ascenso de los, halcones y, a largo plazo, una lucha interna en el partido. La acumulaci¨®n de poder en manos de la primera ministra, que lleva a cabo una campa?a electoral al estilo presidencialista, inquieta incluso en algunos c¨ªrculos financieros brit¨¢nicos.

Margaret Thatcher ha intentado tranquilizar a los votantes moderados de su partido, asegurando que si gana las elecciones incluir¨¢ en el Gobierno a todos los sectores conservadores, pero los rumores aseguran que los tres wets (literalmente, mojados) m¨¢s importantes del actual Gabinete perder¨¢n sus carteras. Francis Pym, ministro de Asuntos Exteriores; James Prior, ministro encargado de Irlanda del Norte, y William Whitelaw, ministro del Interior, podr¨ªan ser requeridos para cubrir puestos de responsabilidad en el Parlamento o encargados de sectores menos delicados.Uno de los principales jefes defila del sector moderado, Pym, ya ha expresado p¨²blicamente su preocupaci¨®n: "Preferir¨ªa que mi partido no ganara las elecciones de una forma arrolladora. Apoyos tan masivos no dan lugar a buenos Gobiernos", afirm¨® en una entre vista televisada. La reacci¨®n de Margaret Thatcher fue agria: "Creo que las personas que piensan as¨ª son personas raras", replic¨® r¨¢pidamente en. una conferencia de prensa. La primera ministra no tiene ning¨²n reparo en mostrar su desagrade) por el jefe del Foreing Office.

Pym, Prior y Whitelaw, que representan al sector m¨¢s cl¨¢sico de los tories, se han mostrado en ocasiones preocupados por la inflexibilidad del programa econ¨®mico de su primera ministra, porque estiman que si la recuperaci¨®n se afianza ser¨¢ necesario buscar acuerdos con los sindicatos. No tiene objeto, pues, exasperarles innecesariamente.

La pol¨ªtica inflexible de Thatcher tiene, adem¨¢s, poca tradici¨®n en la historia del Partido Conservador, m¨¢s favorable al compromiso que al enfrentamiento abierto.

Una victoria arrolladora del Partido Conservador ser¨ªa interpretada por todo el mundo, y por la propia interesada, como una victoria personal de Margaret Thatcher y, al menos durante cierto tiempo, los moderados se sentir¨ªan desautorizados.

El beneficio ir¨ªa a parar a los halcones conservadores y muy especialmente a Norman Tebbit, actual ministro de Empleo, y a Cecil Parkinson, presidente del partido, que han hecho una exahustiva campa?a, codo con codo al lado de la primera ministra.

Lo sorprendente es la inquietud que empieza a observarse en algunos medios financieros ingleses que apoyan indudablemente a Margaret Thatcher, pero que parecen preferir un Gobierno equilibrado. Para algunos observadores esta es la raz¨®n por la que, en plena campa?a electoral, se han hecho p¨²blicos algunos documentos econ¨®micos de organismos controlados por la gran industria brit¨¢nica en los que no se ahorra una cierta dosis de cr¨ªtica para la pol¨ªtica monetarista.

Deshechada la posibilidad de una victoria laborista -que pone la carne de gallina a la City londinense-, algunos representantes del gran capital brit¨¢nico juegan a moderar los ¨ªmpetus de Margaret Thatcher.