Manolo el del bombo y su abrazo con el Rey
ENVIADO ESPECIALSali¨® emocionado. Temblaba de alegr¨ªa. No sab¨ªa qu¨¦ decir. Pero ¨¦l, Manolo, el del bombo, hab¨ªa conseguido lo que quince periodistas hab¨ªamos intentado infructuosamente. ?l fue el ¨²nico que rompi¨® la barrera de los servicios de seguridad y entr¨® al palco de honor, donde se encontraban sus Majestades el Rey Juan Carlos y la Reina Sof¨ªa. Manolo, enfundado en un chandal azul y una camiseta de la selecci¨®n espa?ola con el n¨²mero 12 a la espalda, hab¨ªa pedido permiso antes de que comenzara el encuentro para entrar al palco y entregar una placa al Rey en nombre de la afici¨®n espa?ola y un ramo de flores a la Reina. "Cuando el Rey me ha visto en la puerta me ha dicho: Manolo pasa", coment¨® como pudo el hincha n¨²mero uno del f¨²tbol espa?ol.
La placa dice: "A nuestro rey, de Manolo el del bombo, en s¨ªmbolo de la afici¨®n espa?ola". El rey le abraz¨® y le dijo que estaba muy agradecido.
Los quince periodistas que hab¨ªamos tenido la promesa de Javier Moscoso, ministro de la Presidencia, de acceder al palco en el descanso del partido, nos quedamos en la puerta observando como el directivo del Zaragoza, Adolfo V¨¢zquez, explicaba que los servicios de seguridad no permit¨ªan a nadie la entrada en el palco. Desde este lugar, con una tranquilidad asombrosa, siguieron el cncuentro, adem¨¢s del rey y de la reina, Alfonso Guerra, vicepresidente primero de? Gobierno, Ernest Lluch, ministro de Sanidad, Javier Solana, ministro de. Cultura, Jordi Pujol, president de la Generalitat de Catalu?a, Pasqual Maragall, alcalde de, Barcelona, Pablo Porta, presidente de la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol, Luis de Carlos, presidente del Real Madrid y Josep Llu¨ªs N¨²?ez, presidente del Barcelona.
Si en el palco los invitados segu¨ªan las acciones del encuentro con gran atenci¨®n pero con mayor serenidad, en los grader¨ªos el ambiente era extraordinario, c¨¢lido, desesperado y rondando la histeria. La Cruz Roja trabaj¨® mucho. Aficionados agredidos, ya por golpes o por culpa de los petardos, entraban y sal¨ªan de ?a asistencia voluntaria. Precisamente de un petardo result¨® herido un polic¨ªa en el tobillo. Las laias, los huevos arrojados al terreno de juego y el partido previo entre las selecciones de Arag¨®n y Guip¨²zcoa, impidieron que los dos equipos efectuaran sus ejercic¨ªos de calentamiento. Pero nadie impidi¨® que Manolo el del bombo entregara su placa al rey ni que los aficionados del Barcelona, con el triunfo recordaran la gesta de Basilea.
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