Keynes, 100 a?os despues
Hoy, 5 de junio de 1983, se cumplen 100 a?os desde la fecha del nacimiento de John Maynard Keynes, sin duda el economista m¨¢s importante de este siglo por sus aportaciones te¨®ricas y su influencia en la direcci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica seguida por los Gobiernos occidentales.Tambi¨¦n se cumplen 50 a?os de la publicaci¨®n de su ensayo Autosuficiencia nacional. En medio de la depresi¨®n. de los a?os treinta, se interrogaba Keynes sobre c¨®mo sustituir el capitalismo del dejar hacer, dejar marchar y de la supervivencia de los m¨¢s aptos por un sistema econ¨®micos m¨¢s humano y eficiente. El capitalismo liberal, estaba en la ra¨ªz del caos econ¨®mico imperante. Para remediar sus consecuencias, Keynes propon¨ªa en aquel ensayo una doble alternativa. El Estado deber¨ªa, en primer lugar, adoptar una actitud m¨¢s activa en la direcci¨®n y programaci¨®n de la econom¨ªa. Las. relaciones econ¨®micas con el resto del mundo, por otro lado, deber¨ªan ser pol¨ªticamente controladas e incluso reducidas en dimen
si¨®n y significado. Para Keynes, "el capitalismo internacional e individualista de los a?os treinta no constitu¨ªa ning¨²n ¨¦xito. No era inteligente, ni virtuoso, ni justo, ni capaz de proporcionar los bienes y servicios que necesitamos. Pero, cuando nos preguntamos c¨®mo reemplazarlo, nos domina la perplejidad".En su obra fundamental, La teor¨ªa general, Keynes construye una laboriosa respuesta a sus premisas de 1933, con sus aceleraciones, sus multiplicaciones y otros conjuros que reconducidos, sin embargo, a un lenguaje normal se convirtieron en el modelo de econom¨ªa mixta o dual de todos conocido. Esta s¨ªntesis general acopla el sector privado de la econom¨ªa al sector p¨²blico. El Gobierno, a trav¨¦s del control a distancia de la pol¨ªtica fiscal y de la pol¨ªtica monetaria (est¨ªmulos en ¨¦pocas de recesi¨®n y frenos en tiempos de prosperidad), adem¨¢s de utilizar el largo brazo del sector p¨²blico, establecer¨ªa un nivel de actividad macroecon¨®mico al que se conectar¨ªan los m¨²ltiples planes microecon¨®micos del sector privado. Las empresas maximizar¨ªan sus beneficios, y el sistemar terminar¨ªa por ir hacia una utilizaci¨®n ¨®ptima de los recursos; finalmente, se conseguir¨ªa el pleno empleo.
Este modelo paradigm¨¢tico ha funcionado admirablemente durante los a?os de reconstrucci¨®n y afluencia que siguieron a la segunda guerra mundial. La econom¨ªa lleg¨® a convertirse incluso en una ciencia predictiva bastante exacta. En efecto, se pod¨ªan sumar -dentro de un modelo matem¨¢fico-estad¨ªstico (econom¨¦trico)- los efectos en t¨¦rminos de producci¨®n, empleo e inflaci¨®n de una determinada carga de est¨ªmulos fiscales y monetarios. Todo esto era posible porque los recursos -la oferta de factores y productos- eran manipulables y respond¨ªan de una manera pr¨¢cticamente autom¨¢tica a un incremento o a una disminuci¨®n de la demanda. Naturalmente, se produc¨ªan peque?as perturbaciones, que, en esencia, quedaban reducidas a que una alta dosis de est¨ªmulos pod¨ªa provocar m¨¢s inflaci¨®n o una menor dosis m¨¢s desempleo. Este tira y afloja entre inflaci¨®n y empleo era, por supuesto, acompdsable, gracias al fino o¨ªdo de los economistas-pronosticadores y a la sabidur¨ªa de las actuaciones gubernamentales.
Los problemas de ofertas -movilidad de la mano de obra, obsolescenc¨ªa del equipo capital, incremento del sector p¨²blico, escasez de ahorro, encarecimiento del factor trabajo a pesar del incremento del desempleo, etc¨¦tera- se reduc¨ªan a perturbaciones del azar, asimilables por el modelo. La estaflaci¨®n -es decir, el paro con inflaci¨®n-, la recesi¨®n -que induce a la inflaci¨®n- y la inflaci¨®n -que en lugar de impulsar el crecimiento lo destruye- son hechos nuevos, que aparecen con el encarecimiento de los precios de los alimentos y del petr¨®leo a partir de 1973 y que revolucionan, de manera definitiva, el modelo keynesiano.
En la actual encrucijada se abren dos caminos. El primero quiz¨¢ haya que rastrearlo en ese subsuelo de ideas, ya mencionadas por Keynes, y que hac¨ªa de la econom¨ªa una ciencia de control e intervenci¨®n. Posiblemente sin propon¨¦rselo, los pa¨ªses comunistas lo han desarrollado ya con sus virtudes y defectos. La segunda alternativa exige una especie de vuelta atr¨¢s a la econom¨ªa cl¨¢sica, es decir, a la eeo.nom¨ªa que postulaba la desaparici¨®n de las trabas a la libre producci¨®n y al desarrollo del comercio como los medios m¨¢s eficaces para conseguir un alto nivel de bienestar y ocupaci¨®n. Quiz¨¢ habr¨ªa que a?adir a esta alternativa una serie de p¨®cimas poco digeribles para los poderes pol¨ªticos y econ¨®micos sobre c¨®mo limitar los excesos de la econom¨ªa del bienestar y de los llamados derechos adquiridos.
Los pr¨®ximos a?os constituyen, de este modo, un dram¨¢tico interrogante sobre qu¨¦ pol¨ªtica econ¨®mica puede ser la m¨¢s eficaz a la hora, de conducimos a remontar la crisis de los ochenta, con sus millones de trabajadores en paro en los pa¨ªses industriales y una situaci¨®n de casi bancarrota cte los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. La herencia keynesiana no nos proporciona ya ese modelo en el que descansar nuestro pensamiento y basar nuestras acciones.
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