La ret¨®rica de las brujas
No s¨®lo sobre la verde extensi¨®n de Clapham Common, sino tambi¨¦n sobre toda Londres, toda Inglaterra y toda Europa, pende la bomba: espada de Damocles -imposible escapar a la comparaci¨®n- o p¨¦ndulo listo para asestarnos, en el instante menos pensado, la hora final. Pero la bomba parece ser comprensible en toda su magnitud y horror s¨®lo para unos cuantos miles, si acaso centenares de miles, de los millones de sus probables v¨ªctimas. Por ejemplo, para el grupo de mujeres que, siguiendo el ejemplo de las manifestantes de la base nuclear norteamericana de Greeham, en Inglaterra, decidi¨® acampar en los pastos del enorme parque del barrio londinense de Clapham como protesta contra una decisi¨®n del Gobierno brit¨¢nico. Pero la ley, por supuesto, es la ley, y el municipio de Lambeth, correspondiente a Clapham, decidi¨® a su vez que si pasado un tiempo razonable las manifestantes no desmantelaban sus tiendas de campa?a, de ello se encargar¨ªan las autoridades. El jard¨ªn de Clapham -dijo el municipio-, y como su nombre lo indica, es para el uso com¨²n, y no para el de unos cuantos. L¨®gico, s¨ª, y parad¨®jico. En aras de la ley y el orden se asfixiaba una manifestaci¨®n viva de seres vivos que con su protesta s¨®lo quer¨ªa denunciar uno m¨¢s de tantos horrores: la lista elaborada por el Gobierno de las futuras, posibles y numerosas fosas masivas necesarias en el caso de una guerra nuclear -y en la que se incluye al Clapham Common, adem¨¢s de muchos otros jardines de Londres e Inglaterra- para el uso com¨²n de los muertos. Muertos que, ¨¦sos s¨ª, cenizas entre cenizas, se quedar¨ªan all¨ª para siempre.Es esta forma de hablar -referirse acenizas, Hiroshima, beb¨¦s def¨®rmes, mujeres con c¨¢ncer y anc¨ªanos calcinados-, y descrita como ret¨®rica apocal¨ªptica, de la que han acusado en el Reino Unido a los partidos de la Campa?a para el Desarme Nuclear -CND en sus siglas inglesas- aquellos que, dentro o fuera del conservadurismo, se han declarado enemigos del desarme nuclear unilateral. Ego¨ªsta, indefendible, autodestructora, inmoral: ¨¦sos son otros de los adjetivos que para describir la posici¨®n del CND han sido empleados en una serie de ataques que responden no s¨®lo al resurgimiento de la organizaci¨®n -9.000 miembros en 1980; hoy, 50.000-, sino tambi¨¦n al hecho de que el Partido Laborista se haya declarado a favor de la desnuclearizaci¨®n del Reino Unido.
Hace apenas cinco a?os, en 1978, el Gobierno de James Callagham -al que pertenec¨ªan, por supuesto, los laboristas abanderados hoy del desarme unilateral- autoriz¨® el gasto de 1.000 millones de libras en el incremento del arsenal nuclear brit¨¢nico. La decisi¨®n fue tomada en secreto, sin consultas con el Parlamento y sin enterar a todo el Gabinete. Es posible, desde luego, que Michael Foot, Denis Healey y otros l¨ªderes laboristas hayan sucumbido a la ret¨®rica del holocausto y decidido de la noche a la ma?ana abrazar la causa del CND. Es m¨¢s probable, sin embargo, que, ante la inminencia de unas elecciones generales, hayan visto en ella una tabla de salvaci¨®n: el factor providencial aglutinante de una izquierda fraccionada y confundida y de un Partido Laborista que se desmorona bajo los pies de Foot.
Arte de magia
La ocasi¨®n fue aprovechada por Michael Heseltine, quien hace apenas unos meses era ministro del Medio Ambiente del Gobierno de Margaret Thatcher, y quien de pronto, al hacerse cargo del Ministerio de Defensa, y por arte de magia o por arte de Margaret, de experto en cinturones verdes, aves a punto de extinguirse y contaminaci¨®n, pas¨® a serlo de misiles de crucero, submarinos Trident y opciones para salvar de la extinci¨®n no a los p¨¢jaros, sino a la especie humana. Semanas despu¨¦s de su nombramiento sab¨ªa todo lo que hay que saber de la defensa de este pa¨ªs, de Europa y (de los valores de Occidente. Meses m¨¢s tarde, en v¨ªsperas de que se iniciara la campa?a electoral, lanz¨® la voz de alerta y desat¨® una cacer¨ªa de brujas al se?alar que la mayor parte de los dirigentes del CND es comunista de partido o, por lo menos, marxista de ideolog¨ªa, y afirmar que su prop¨®sito no tiene nada que ver con la paz y s¨ª, en ¨²ltima instancia, con el apoyo a la causa sovi¨¦tica a expensas de las sociedades libres
Pasa a la p¨¢gina 12
Viene de la p¨¢gina 11
de Occidente. Heseltine se hac¨ªa eco del art¨ªculo publicado en esos d¨ªas en la revista Encounter por Alun Chalfont, en el cual el ex corresponsal de defensa de The Times dijo que la remoci¨®n de las bases norteamericanas nucleares del Reino Unido -103 hasta la fecha-, el desmantela,miento de la OTAN y el rechazo al despliegue de los misiles de crucero en Europa o, en otras palabras, los objetivos m¨¢s importantes del CND corresponden a tres de los principios fundamentales de la pol¨ªtica exterior sovi¨¦tica. Por su parte, el pro nuncio del Vaticano en este pa¨ªs, monse?or Heim, se agreg¨® a la campa?a, calificando de imb¨¦ciles a los partidarios del desarme nuclear unilateral, en los que se incluye, por supuesto, al sacerdote cat¨®lico Bruce Kent, el cual es nada menos que el secretario general del consejo nacional del CND.
Bajo las aguas
Aunque el pro nuncio expresaba su opini¨®n personal, y no la del Vaticano, de cualquier manera logr¨® agregar un calificativo m¨¢s a la actitud irresponsable y autodestructora no s¨®lo de esos l¨ªderes comunistas pol¨ªticamente motivados, sino de aquellos cuyos temores -se supone- alimentan y explotan: los 50.000 y pico de miembros inocentes que no entienden las exigencias de la complejidad de la pol¨ªtica mundial y de la situaci¨®n europea, del equilibrio de fuerzas, del n¨²mero de cargas y de cabezas nucleares, etc¨¦tera. Una complejidad -entendida en cuesti¨®n de d¨ªas por los que ascienden al poder,olvidada con igual prontitud por los que bajan de ¨¦l- que, seg¨²n los opositores del CND, no proporciona alternativa alguna, sino la existencia imperativa de un arsenal nuclear que ser¨¢ m¨¢s disuasivo mientras m¨¢s poderoso: es necesario que la Uni¨®n Sovi¨¦tica sepa que cualquier ataque at¨®mico contra este pa¨ªs ser¨¢ respondido de inmediato con un contraataque devastador. Esto aun si el Reino Unido quedara totalmente destruido, porque para ello cuenta con una fuerza nuclear independiente diseminada bajo las aguas del mar: los submarinos Polaris. Y tendr¨¢ los Trident, destinados a sustituirlos. De no ser as¨ª, dicen, un desarme nuclear unilateral dejar¨ªa al Reino Unido a merced de los sovi¨¦ticos, quienes podr¨ªan obligarle a someterse a su pol¨ªtica y a su ¨®rbita con la amenaza de un ataque at¨®mico, como har¨ªan con una Europa desnuclearizada. Por otra parte, si se alcanzara lo que es casi una utop¨ªa, la desnuclearizaci¨®n total de ambos bandos, el peligro de una guerra se acrecentar¨ªa en lugar de disminuir, ya que la tentaci¨®n ser¨ªa m¨¢s grande porque cualquier precio a Pagar ser¨ªa menor. Aunque alto tambi¨¦n, porque el poder¨ªo de las llamadas armas convencionales -y eso sin contar las qu¨ªmicas y las bacteriol¨®gicas- es tambi¨¦n devastador, y a ¨¦l no escapar¨ªan los civiles. En otras palabras, quienes persiguen el unilateralismo en el desarme pueden atraer, si triunfan, el desastre que tratan de evitar. As¨ª que, mientras m¨¢s armas y m¨¢s potentes posea este pa¨ªs o sus aliados occidentales, m¨¢s probabilidades hay de que nunca tengan que usarlas, porque cualquiera que est¨¦ en sus cabales sabe hoy que en una guerra nuclear nadie ser¨¢ el ganador. Es esta l¨®gica macabra, esta racional irracionalidad -para usar un t¨¦rmino caro a Marcuse-, la que le permiti¨® a Reagan obtener del Congreso norteamericano la aprobaci¨®n para el desarrollo del misil nuclear intercontinental MX, al que ha llamado el protector de la paz (lo que, por cierto, contradice a Chalfon, quien acusa al CND de haber secuestrado la palabra paz). Todos, no s¨®lo los del CND, defendemos la paz -afirman los partidarios del di suasivo nuclear-, y la ¨²nica soluci¨®n viable es la de negociar desde una posici¨®n de fuerza para lograr un desarme multilateral progresivo.
Mejor muerto que comunista
En abril, en los d¨ªas en que decenas de miles de manifestantes antiat¨®micos formaban una cadena humana de 20 kil¨®metros en Berkshire, con las manos enlazadas, de una base a un arsenal nuclear -d¨ªas en los que Michael Heseltine pasaba revista a las tropas brit¨¢nicas del Rin-, Margaret Thatcher dijo que esos manifestantes har¨ªan mejor entomarse de las manos a lo largo del muro de Berl¨ªn. Una vez m¨¢s, una posici¨®n pacifista era aprovechada para insinuar que sus seguidores colaboraban -si no de manera consciente, s¨ª,indirecta- en el fortalecimiento de la posici¨®n de un pa¨ªs, la Uni¨®n Sovi¨¦tica, en el cual los disidentes y los pacifistas son enviados a campos de trabajos forzados y hospitales mentales o, si bien les va, al destierro. Es necesario no olvidar a Hitler, dijo Margaret Thatcher -quien, desde luego, omiti¨® decir que en ese entonces los sovi¨¦ticos eran los aliados de Occidente-.- si los nazis hubieran tenido la bomba, el mundo estar¨ªa ahora bajo su dominio.
Poco a poco esta estrategia comenz¨® a surtir efecto, hasta tal punto que los laboristas, en estas ¨²ltimas etapas de la campa?a electoral, y en medio de contradicciones y titubeos, han dado un espect¨¢culo deplorable, amedrentados, entre otras cosas, por la opini¨®n p¨²blica: a poco m¨¢s de un a?o de las Malvinas, nadie puede ofrecerle a los brit¨¢nicos la perspectiva de un pa¨ªs impotente a la amenaza de un ataque at¨®mico por parte de una naci¨®n extranjera que no comparte sus valores y ganar unas elecciones. Alguna vez, un pol¨ªtico brit¨¢nico cuyo nombre se me escapa dijo: "Better dead than red'("Mejor estar muerto que ser comunista"). Si esto se dice en primera persona, es leg¨ªtimo: yo estoy en mi derecho de preferir la mit¨ªerte al comunismo. Si se habla en nombre de los hijos y de los vecinos, y de los hijos de los vecinos, as¨ª hasta llegar a miles y millones, es insostenible. Y si, adem¨¢s de todo, la guerra destinada a defender esos valores los destruir¨ªa al acabar con los propios fundamentos de la sociedad, es incomprensible. Por eso, el gran fil¨®sofo ingl¨¦s Bertrand Russell, durante muchos a?os presidente del CND, dijo que no, que "better red than dead' ("mejor comunista que muertos"). Russell part¨ªa de un principio universal y una lecci¨®n de la historia: ninguna naci¨®n parece estar destinada a dominar al mundo para siempre, ning¨²n pueblo ser¨¢ el enemigo perpetuo de uno o de todos los dem¨¢s, ninguna Cultura o,sistema pol¨ªtico de un pueblo conquistador son invulnerables a la conquista pol¨ªtica y cultural de las naciones conquist¨¢das, ninguna situaci¨®n pol¨ªtica interna es irreversible. De otra manera, si los nazis hubieran triunfado, ?hubieran gobernado el planeta para siempre? S¨ª, mejor rojos por un rato - 10 a?os o 500- que no muertos todos y calcinados al rojo vivo.
?Ret¨®rica apocal¨ªptica? El Gobierno de Estados Unidos prohibi¨® durante m¨¢s de 20 a?os la exhibici¨®n en p¨²blico de las pel¨ªculas filmadas por los propios norteamericanos en los hospitales de Hiroshima. ?Por qu¨¦? Si los partidarios del disuasivo nuclear afirman que el desarme unilateral puede atraer, m¨¢s que rechazar, el peligro de un ataque at¨®mico, ?por qu¨¦ no le muestran al p¨²blico esos horrores y le dicen: "Esto es lo que puede pasar si'renunciamos a las armas nucleares"? ?Por qu¨¦ dejarle esa ret¨®rica s¨®lo a las brujas?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Ingenier¨ªa militar
- Estrategia militar
- Michael Heseltine
- Reino Unido
- Estados Unidos
- Armas nucleares
- Pol¨ªtica exterior
- URSS
- Tratados desarme
- Fuerzas armadas
- Bloques pol¨ªticos
- Europa occidental
- Relaciones internacionales
- Europa
- Gobierno
- Bloques internacionales
- Relaciones exteriores
- Armamento
- Administraci¨®n Estado
- Defensa
- Administraci¨®n p¨²blica
- Pol¨ªtica
- Sociedad