La contraofensiva de Pujol
LAS PASADAS elecciones municipales en Catalu?a, que se vieron, en gran parte acertadamente, como unas primarias de las auton¨®micas de la primavera pr¨®xima, han servido para confirmar que la marea socialista del 28 de octubre era un factor a tener en cuenta de forma espec¨ªfica en la pol¨ªtica catalana. El bipartidismo de hecho que funciona en gran parte de Espa?a, apoyado en el Partido Socialista Obrero Espa?ol y en Alianza Popular, no tiene su correlato ni en el Pa¨ªs Vasco ni en Catalu?a, donde el acopio de votos de la derecha alimenta a dos partidos: uno nacionalista y otro centralista. En el caso de Catalu?a, Converg¨¦ncia Democr¨¢tica, que lidera el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, y la formaci¨®n de Fraga. Esa especie de bipartidismo a tres, por llamarlo del aguna manera, es todav¨ªa m¨¢s preocupante para la derecha en cuanto que divide sus votos ante la pujanza del socialismo catal¨¢n.Pujol ha visto debilitarse la salud de su partido, que, tras las municipales, exig¨ªa un barrido hacia afuera que lo vigorizara para la lucha en el Parlament en los meses venideros y, sobre todo, ante la cita electoral de 1984. La preocupaci¨®n de Pujol ante esa necesidad de rearme de Converg¨¨ncia qued¨® evidenciada con su visita al ex presidente Josep Tarradellas el mismo 8 de mayo, en que se celebraban las municipales, para sugerirle la participaci¨®n en u?a acci¨®n com¨²n nacionalista y antimarxista con laque oponerse a la inundaci¨®n sucursalista del PSC. La reorganizaci¨®n de las responsabilidades en el partido corr la cesi¨®n por parte de Pujol de sus funciones como secretario general a Miquel Roca, y el nombramiento de dos superconsellers en las personas de Maci¨¤ Alavedra y Josep Mar¨ªa Cullell, no se ha prodpcido, sin embargo, como fruto de una estrategia del presidente. Se debe a circunstancias pol¨ªticas externas, como el inter¨¦s de Roca en ser reacomodado pol¨ªticamente tras el inicial fracaso de su iniciativa por un Partido Reformista.
Sobre lo que ha de ser en los meses venideros la estrategia de Pujol s¨®lo hay previsiones difusas. De un lado se halla en la arena el guante, arrojado por Ram¨®n Trias Fargas, de que el partido gobernante en Catalu?a ha de asumir la necesidad de tener una pol¨ªtica hacia la inmigraci¨®n, de la que, dice, ha carecido hasta la fecha. Frente a ¨¦sta se halla la posici¨®n tradicional, que podemos atribuir al propio Pujol, seg¨²n la cual su pol¨ªtica de obras se refleja cada d¨ªa en la tarea incesante de la Generalitat. Lo mejor para el inmigrante, se dir¨ªa, es la constante edificaci¨®n en Catalu?a de una infraestructura de toda clase de obras y servicios. Roca parece terciar entre esas posturas diciendo que, efectivamente, esa pol¨ªtica existe, pero no se sabe explicar con claridad. De esta manera ¨¦l mismo viene a postularse como el explicador m¨¢s id¨®neo de la pol¨ªtica de la Generalitat.
Pues bien, el que consiga explicar mejor a la masa de inmigraci¨®n castellanohablante de Catalu?a lo que se llama la pol¨ªtica nacional catalana ser¨¢ el que afronte con mayores posibilidades de ¨¦xito la batalla electoral de las auton¨®micas en la pr¨®xima primavera. Si la tendencia apuntada en las municipales, de fuerte concurrencia de voto de la poblaci¨®n residente en el cintur¨®n industrial de Barcelona y otras zonas de inmigraci¨®n, se confirmara en las auton¨®micas, el PSC tendr¨ªa una excelente oportunidad de desplazar a Pujol de la Generalitat. Por el contrario, si se volviera a la aton¨ªa votante de las primeras elecciones de la autonom¨ªa, o el partido gobernante supiese distraer una parte significativa de ese voto, que hasta ahora le ha vuelto machaconamente la espalda, Converg¨¨ncia y Uni¨® podr¨ªa mantenerse en el Gobierno.
En este sentido, el rearme de Converg¨¨ncia, para el que Pujol echa mano de todos los recursos a su alcance, desde las campa?as de imagen hasta el reajuste del partido y del Consell, es el silbato de salida para una contraofensiva pol¨ªtica que ha de culminar en la primavera de 1984.
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