La derecha que viene
Lo que pasa con la derecha es que no quiere ser de izquierdas. Si no, ser¨ªan divinos. La se?ora Thatcher, que llev¨® a unos pu?ados de muchachos ingleses a morir en las Malvinas, "por una guerra de prestigio" (todas las guerras son de prestigio: nadie hace guerras para desprestigiarse), la se?ora Thatcher, digo/dec¨ªa, ha sido ahora devotamente votada por las "madres hu¨¦rfanas de hijo", que dir¨ªa Luis Rosales. Es lo que se llama un gran pa¨ªs. A no pocos ingleses he tenido que llevarles a la Tate Gallery para que conociesen a William Blake, durante mis estancias en Londres. Se quedaban at¨®nitos de tener un vecino de la esquina as¨ª. Jam¨¢s hab¨ªan o¨ªdo hablar de ¨¦l, pero, de todos modos, eran buenos londinenses, y, en reciprocidad, me mostraban/recitaban el If de Kipling, que colgaba/cuelga del living de su casa. La derecha que viene, viene por todas partes, hasta por Islas Filipinas, un bar que hay en esa calle y a donde iba mucho mi general don Fernando de Santiago y D¨ªaz de Mend¨ªvil. Parece que mi general ha escrito un Spleen en plan parte de guerra. Es lo que tiene: que los escritores y los militares no nos jubilamos nunca. Don Manuel Fraga Iribarne, que no es de esos "hombres que van a bares", como dice Haro Ibars, coge, en cambio, agarra, llega, - pilla, se mete en su suite de la Moncloa por apartamentos, de G¨¦nova, y escribe: "La creaci¨®n de dos grandes fuerzas pol¨ªticas estables y responsables es un paso adelante". Don Manuel est¨¢, o sea, por el sagastacanovismo. Se ha pasado la vida, como Sagasta, queriendo ser C¨¢novas. A la Reina do?a Sof¨ªa, en la Exposici¨®n Mundial Canina, le regalaron un cachorro. Y al Rey, los donceles (ya un poco entrados) de las armas y las letras le han regalado un golpe period¨ªstico, o sea, un pregolpe. Un golpe acachorrado. Ya tenemos el 8/J/83, o sea.Juli¨¢n Lago sostiene que los etarraku?as secuestradores de Prado/Col¨®n, lo que quer¨ªan era informaci¨®n sobre la vida de don Juan Carlos para matarle. Lo que pasa es que nuestras Malvinas las tenemos demasiado cerca. Barrionuevo tiene sus Malvinas en el barrio del Pilar, Fraga tiene sus Malvinas en el Parlamento (Fraga es un viejo y ventrudo portaviones de la guerra mundial, casi desguazado, que bombardea de vez en cuando el banco azul, en pura imaginaria, y transporta algunos infantes de marina hasta la calle de Zorrilla, por hacer el n¨²mero numerero: Verstrynge, que es el chico/telva de la coeur/press; Herrero de Mi?¨®n, que es el viejo sargento que se ha hecho toda la guerra del Pac¨ªfico y se cree Mac Arthur, y Ruiz-Gallard¨®n, cojo y tenor como un pirata de zarzuela.
La derecha que viene, viene por todas partes, y siempre metaforiza su condici¨®n eterna, enteriza, duradera, en una mujer, por el fondo b¨ªblico/reprimido de su formaci¨®n: la se?ora Thatcher est¨¢ metaforizando vicariamente a la Reina Isabel, la Reina Isabel a la Reina Victoria, la Reina Victoria a Lady Macbeth, Lady Macbeth y todas ellas a la Reina Virgen, la Reina Virgen a la Virgen Mar¨ªa, y as¨ª, hacia atr¨¢s, hasta las Madres Primeras, Eva y la serpiente del Para¨ªso, un Para¨ªso que se parece inesperadamente a la India colonial del citado Kipling, s¨ª.
El teniente general don Fernando de Santiago y D¨ªaz de Mendivil tiene sus Malvinas en el retiro escalafonal, claro, y desde ese archipi¨¦lago de ocio levanta la bandera nacionalista, como Galtieri. La se?ora Thatcher sabe que su victoria electoral se la debe a los electores. Aqu¨ª creemos que se la debe a la Providencia. La derecha, cuando viene, cree que viene para quedarse.
El sagastacanovismo es su juego de infancia, como versi¨®n madriles del eterno retorno de Mircea Eliade, que se contrapone reaccionariamente al progreso dial¨¦ctico de la Historia. El Plan Zen (capit¨¢n general Juan Vicente Izquierdo) tiene sus Malvinas en "la guerra del Norte", que dec¨ªa Su¨¢rez. C¨®mo estar¨¢ la derecha de tarasca que hasta Gabriel Camu?as ha articulado una oraci¨®n compuesta.
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