La crisis espa?ola y la recuperaci¨®n econ¨®mica internacional / 1
Contra la profundidad y tenacidad de la crisis actual se han estrellado la mayor¨ªa de las explicaciones tradicionales y muchas de las m¨¢s recientes. La verdad es que ni el monetarismo o el keynesianismo, con su ¨¦nfasis en la manipulaci¨®n de la demanda agregada, ni la llamada econom¨ªa de oferta, orientada al aumento necesario de la productividad, o versiones m¨¢s novedosas como la econom¨ªa evolucionista, que intenta reinsertar la ciencia econ¨®mica en el ecosistema m¨¢s amplio de la especie humana, han podido por s¨ª solas explicar, seg¨²n el autor, de modo coherente la totalidad de los fen¨®menos ocurridos durante la ¨²ltima crisis econ¨®mica. La ausencia de una interpretaci¨®n general e indiscutible arranca b¨¢sicamente de que no existe una crisis ¨²nica, sino varias y muy concretas.
No todos los pa¨ªses han experimentado los efectos de la crisis con la misma intensidad ni han estado todos ellos en situaci¨®n de crisis todo el tiempo. Cuando a partir de 1973 los pa¨ªses industrializados se enfrentan con la triplicaci¨®n del precio del petr¨®leo, que les arrebata s¨²bitamente un volumen de bienes y servicios equivalente al 4%, aproximadamente, de su producto nacional, otro colectivo de pa¨ªses -los productores de petr¨®leo- inicia una etapa de expansi¨®n de sus econom¨ªas sin precedentes en la historia econ¨®mica. El mismo per¨ªodo que para los pa¨ªses industrializados de Occidente supuso la destrucci¨®n de centenares de miles de puestos de trabajo y m¨¢s de treinta millones de desempleados ha permitido cruzar el umbral de la pobreza a numerosos pa¨ªses productores de petr¨®leo, que, a partir de ahora, en lugar de depender de las exportaciones de esta materia prima, pueden dise?ar su futuro en funci¨®n de los ingresos devengados por las inversiones efectuadas en el extranjero gracias a los ingresos del petr¨®leo.Existen pa¨ªses, como Espa?a, que, en t¨¦rminos de inflaci¨®n y desempleo, se han comportado peor que sus competidores inmediatos en el escenario europeo, mientras que otros, como Jap¨®n, arrojan unos resultados netamente superiores a la media de los pa¨ªses industrializados.
Para determinados pa¨ªses, como el bloque latinoamericano, la crisis se ha traducido sobre todo en una crisis de liquidez internacional que est¨¢ paralizando sus posibilidades de pertrecharse en el exterior de los bienes de equipo que sus industrias necesitan. La crisis es tan multiforme y diversa y cronol¨®gicamente tan asim¨¦trica que resulta muy aleatorio hablar de crisis generalizada a escala mundial.
Esta ser¨ªa la primera conclusi¨®n que debiera permitir profundizar con mayores posibilidades de ¨¦xito en los motivos de la crisis. Una crisis econ¨®mica es un desequilibrio fundamental pero concreto, que s¨®lo puede atribuirse a un pa¨ªs determinado o a un colectivo de pa¨ªses con relaci¨®n a los dem¨¢s pa¨ªses o bloques de pa¨ªses. Como saben bien los especialistas en materia de balanzas de pagos, los d¨¦ficit de unos pa¨ªses siempre tienen su contrapartida en los super¨¢vit de otros. A nivel de todos los pa¨ªses de la Tierra, las cuentas tienen que cuadrar matem¨¢ticamente, y ni todos los pa¨ªses pueden estar en d¨¦ficit ni, por supuesto, en super¨¢vit. Por las propias caracter¨ªsticas de la contabilidad de partida doble, la crisis econ¨®mica no es una crisis mundial ni generalizada, sino la crisis que aflige a unos pa¨ªses muy concretos y muy determinados.
En t¨¦rminos estrictamente econ¨®micos, se dictamina que un pa¨ªs est¨¢ en crisis cuando existe un desequilibrio fundamental en la relaci¨®n entre su tasa de crecimiento y el d¨¦ficit de su cuenta corriente de la balanza de pagos. En t¨¦rminos menos t¨¦cnicos, lo que esto implica es la imposibilidad con que se encuentra el pa¨ªs afectado de lograr una tasa de crecimiento del volumen de bienes y servicios generados que sea compatible con el mantenimiento de su solvencia frente a terceros pa¨ªses. En t¨¦rminos num¨¦ricos y aplicado a pa¨ªses en crisis, como Espa?a, esta situaci¨®n se traduce por los siguientes t¨¦rminos: en el per¨ªodo anterior a la crisis coexist¨ªa tranquilamente un crecimiento promedio del producto nacional del 7% con un d¨¦ficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos que s¨®lo representaba el 0,4% de1producto nacional; en cambio, en el per¨ªodo posterior a la crisis basta con un crecimiento econ¨®mico inferior al 2% para generar un d¨¦ficit exterior que, en porcentaje del producto nacional, alcanza la insospechada cifra del 4%.
Espa?a: los errores del pasado
La dificultad de profundizar ahora el ajuste de la econom¨ªa espa?ola arranca, por supuesto, de la tasa singular de desempleo -la m¨¢s elevada de Europa- con que se ha encontrado el nuevo Gobierno. Mientras que los pa¨ªses industrializados han sido capaces de aumentar todos los a?os -con la sola excepci¨®n de 1975- el n¨²mero de puestos de trabajo, la contracci¨®n experimentada en Espa?a ha sido dram¨¢tica: de trece millones de ocupados en 1974 se ha descendido a once millones escasos en la actualidad. No debe olvidarse, al analizar la situaci¨®n actual de la econom¨ªa espa?ola, que, si la tasa de participaci¨®n hubiera permanecido constante, la cifra de parados alcanzar¨ªa los 4,3 millones en lugar de los 2,3 millones ahora estimados. Y la tasa de participaci¨®n deber¨¢ recuperarse en cuanto se inicie la fase de expansi¨®n.
Con el resto de los paises industrializados empe?ados en una batalla por contener el ¨ªndice de inflaci¨®n en torno al 4%-6%, Espa?a no puede contemplar ecu¨¢nimemente la perspectiva de una inflaci¨®n en torno al 13%-15% sin comprometer, todav¨ªa m¨¢s, el grave deterioro de la relaci¨®n entre su tasa de crecimiento del producto y el d¨¦ficit de cuenta corriente de la balanza de pagos.
En materia de inflaci¨®n y desempleo, Espa?a se ha comportado, pues, netamente peor que el resto de los pa¨ªses industrializados. Este comportamiento se explica por dos tipos de razones (*).
A nivel de estrategia, no se tomaron a su debido tiempo -hasta 1979- las profundas reformas que requer¨ªa la nueva situaci¨®n creada por,la crisis en 1974. Es importante recordar este hecho porque los argumentos utilizados entonces para retrasar las opciones racionalizadoras apuntabari a la supuesta inminencia de la recuperaci¨®n del ciclo de la econom¨ªa mundial, que deb¨ªa tirar de la econom¨ªa espa?ola sin necesidad de sumir precipitadamente al pa¨ªs en los dolorosos ajustes que las nuevas condiciones requer¨ªan. En la actualidad se est¨¢ generando un estado de ¨¢nimo parecido, que, inevitablemente, conducir¨¢ a id¨¦nticos efectos adversos.
A nivel pol¨ªtico, los gobernantes espa?oles, acuciados por la opini¨®n p¨²blica, se hab¨ªan fijado, durante este per¨ªodo de crisis, como objetivo prioritario el de consolidar un sistema de convivencia democr¨¢tico, y a ¨¦l supeditaron cualquier otra consideraci¨®n de orden econ¨®mico por importante que fuera. Esto entra?a que la gravedad actual de los desequilibrios econ¨®micos no yace, en una medida importante, en una supuesta debilidad intr¨ªnseca y a largo plazo de la econom¨ªa espa?ola, sino que es el subproducto de haber supeditado sistem¨¢ticamente la soluci¨®n de los problemas econ¨®micos a las necesidades de culminar el objetivo hist¨®rico de modernizar la vida pol¨ªtica espa?ola. No es una tarea imposible, por supuesto, modificar ahora este orden de prioridades.
El segundo grupo de- motivos que explican la actual situaci¨®n de crisis encuentra su origen en las pol¨ªticas de ajuste seguidas. El hecho m¨¢s relevante es la necesidad de justificar el radical debilitamiento de las expectativas del sector productivo.
Los tres componentes de la pol¨ªtica financiera -pol¨ªtica de tipo de cambio, gasto p¨²blico y pol¨ªtica monetaria- han actuado simult¨¢neamente en el mismo sentido desestabilizador. Como se ha dicho antes, la caracter¨ªstica fundamental de la crisis espa?ola ha sido el cambio producido en la relaci¨®n hist¨®rica entre crecimiento econ¨®mico y balanza de pagos. La pol¨ªtica de tipo de cambio debi¨® haber jugado un papel decisivo en la correcci¨®n de ese desequilibrio.
Lamentablemente, la pol¨ªtica de cambio no se orient¨® tanto al est¨ªmulo de las exportaciones como a su utilizaci¨®n como un instrumento de la pol¨ªtica antiinfiacionista. Ha sido la inadecuaci¨®n del tipo de cambio lo que ha permitido que el desequilibrio fundamental de la econom¨ªa espa?ola no se tradujera en nuevas presiones alcistas del ¨ªndice de precios estos ¨²ltimos tres a?os, sino en un mayor estancamiento econ¨®mico.
Los otros dos factores b¨¢sicos de este deterioro han sido la pol¨ªtica de gasto p¨²blico y la pol¨ªtica monetaria. Lo que aqu¨ª se sugiere es que el sentido de cada una de ellas era perfectamente defendible por separado, pero desestabilizador al hacerlas actuar en id¨¦ntico sentido, simult¨¢neamente, frente al sector privado.
El efecto combinado de un sector de exportaci¨®n que no encontraba ning¨²n est¨ªmulo para su reactivaci¨®n en la pol¨ªtica de cambio, los efectos del crowding out del sector privado a ra¨ªz del protagonismo adquirido por el sector p¨²blico y la persistente contenci¨®n de los ritmos de aumento de la oferta monetaria desmoronaron las expectativas de un sector industrial que sufre un grado de exposici¨®n a los cambios ocurridos en el escenario internacional indebidamente elevado, por culpa de su enorme concentraci¨®n -en Espa?a, los sectores del acero, naval, textiles y zapatos representan un 30% de la producci¨®n industrial comparado con un promedio del 14% para la mayor¨ªa de los pa¨ªses industrializados- y de la ausencia de una pol¨ªtica de reconversi¨®n industrial.
Los ajustes internos
aci¨®n de la econom¨ªa norteamericana reviste unas caracter¨ªsticas muy particulares en relaci¨®n a reactivaci¨®nes anteriores, que son extremadamente relevantes para pa¨ªses como Espa?a. En primer lugar, se trata de una expansi¨®n de la econom¨ªa mundial concentrada, de momento, en un solo pa¨ªs: Estados Unidos. De ah¨ª que pa¨ªses como Espa?a, cuyo comercio depende en m¨¢s de un 50% del ritmo de expansi¨®n europeo, no puedan esperar un alivio inmediato a sus problemas v¨ªa sector exterior. Los ajustes internos son inaplazables.
Esta situaci¨®n comporta tambi¨¦n un aspecto positivo: la no coincidencia en el tiempo de la fase de despegue de los distintos grandes pa¨ªses industrializados generar¨¢ una reactivaci¨®n a escala mundial lo suficientemente suave y gradual para no hipotecar su continuaci¨®n mediante nuevas tensiones inflacionistas.
En segundo lugar, los factores de mantenimiento a medio plazo de la inminente recuperaci¨®n de la econom¨ªa mundial son las inversiones en los sectores punta con. alto contenido tecnol¨®gico; todos los observadores intuyen que para determinados sectores b¨¢sicos de las econom¨ªas industriales la recuperaci¨®n ya no se producir¨¢ nunca o de modo muy parcial. Este hecho es particularmente negativo para pa¨ªses como Espa?a, que han acumulado un importante retraso tecnol¨®gico y que adem¨¢s disponen de una estructura industrial expuesta a los efectos negativos de la nueva s¨ªtuaci¨®n por su excesiva concentraci¨®n en aquellos sectores b¨¢sicos.
Por ¨²ltimo, el ajuste de las econom¨ªas de los Pa¨ªses industriales -EE UU, Inglaterra, Alemania, incluido Francia, tras el toque de alerta encajado por el Gobierno socialista despu¨¦s de las elecciones municipales- se ha efectuado por la v¨ªa ortodoxa de una lucha sin contemplaciones contra la inflaci¨®n y con un gran coste social en t¨¦rminos de desempleo. Este hecho generalizado deja a pa¨ªses como Espa?a sin margen de maniobra para explorar alternativas de ajuste menos dr¨¢sticas.
La estrategia de recuperaci¨®n implicar¨¢ forzosamente:
1. Corregir la actual relaci¨®n PNB/balanza de pagos mediante una pol¨ªtica de cambio eminentemente flexible y pragm¨¢tica.
2. Contenci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico por la v¨ªa de la reconversi¨®n de los sectores crepusculares.
3. Una pol¨ªtica monetaria que procure compatibilizar la necesidad de reducir la inflaci¨®n con las necesidades financieras del sector rentable de la econom¨ªa espa?ola.
4. Iniciar, sin m¨¢s retrasos, la dif¨ªcil y larga batalla por modernizar e impulsar las deficientes bases tecnol¨®gicas del aparato productivo espa?ol.
(*) Las siguientes consideraciones son el resumen de un dictamen sobre la incidencia en la econom¨ªa espa?ola de la recuperaci¨®n norteamericana, solicitado al autor por el C¨ªrculo de Empresarios.
fue ministro de las Comunidades Europeas en el ¨²ltimo Gobierno Su¨¢rez y es diputado independiente en la lista de de CiU por Barcelona.
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