4.825 sistemas de cable con programas especializados dan a la televisi¨®n norteamericana un car¨¢cter de opulencia
Las emisiones por cable son un exponente de la opulencia de la televisi¨®n en Estados Unidos. Nacidas para cubrir o mejorar la recepci¨®n en las zonas de sombra de la televisi¨®n por aire, han llegado a competir hoy con ellas. El 34% de las viviendas est¨¢n equipadas con cable y hay 4.825 sistemas en toda la naci¨®n que tienen unos ingresos anuales de casi medio bill¨®n de pesetas. Aunque la programaci¨®n que oferta es similar a la tradicional, algunos canales de suscripci¨®n y pago tienden a emisiones monogr¨¢ficas y especializadas: cine, deportes, meteorolog¨ªa, etc¨¦tera. Dana Kadison,directora de proyectos especiales de la Warner Amex Cable Corporation, expuso en el ciclo celebrado en el Instituto de Estudios Norteamericanos de Barcelona las aportaciones del Qube, el cable interactivo.
?Qui¨¦n ofrece la mejor televisi¨®n al mejor precio, con mayor n¨²mero de canales y programas y con el m¨¢ximo inter¨¦s para los ciudadanos?" As¨ª formul¨® Dana Kadison -directora de proyectos de la Warner Amex Cable, una de las sociedades m¨¢s fuertes y presente en 150 ciudades- la ¨²nica ley por la que se rige el poderoso mercado televisual de Estados Unidos, con la excepci¨®n de la licencia que deben otorgar los organismos de la Administraci¨®n. Los responsables del ciclo de conferencias y debates organizados por el Instituto de Estudios Norteamericanos de Barcelona clasificaron la segunda jornada dedicada al cable, dentro del apartado meso-televisi¨®n, la que se dirige a audiencias reducidas, de acuerdo con la terminolog¨ªa de Ren¨¦ Berger (Mega, macro, meso y micro-tv).En la primera jornada, dedicada a la macro-tv el cr¨ªtico del The New York Times, John J. O'Connor y el productor Jack Willis criticaron algunos puntos d¨¦biles de la televisi¨®n norteamericana, entre ellos la posibilidad de que el cable sea una alternativa para mejorar la calidad que ofrecen las grandes cadenas convencionales. Dana Kadison defendi¨®, por el contrario, en la segunda jornada, la oferta del cable porque permite al telespectador seleccionar entre una amplia oferta y, en el caso del Qube, participar en la programaci¨®n y emisi¨®n.
Para George Stoney, de 67 a?os y productor independiente desde 1946, los objetivos son otros: "Llevo toda la vida haciendo pel¨ªculas e intento que la gente vea menos televisi¨®n y participe m¨¢s en la vida social". El ponente opin¨® tambi¨¦n sobre la controversia televisi¨®n p¨²blicatelevisi¨®n privada que subyace en las intervenciones de los asistentes al ciclo: "En Espa?a se est¨¢ planteando esta discusi¨®n, pero lo ¨²nico que van a teneres un nuevo amo. El ¨²nico que la controlar¨¢ es don dinero y la televisi¨®n no va a ser, por eso, m¨¢s libre que la del Gobierno".
El origen del cable
Kadison cont¨® una historia que sit¨²a los or¨ªgenes de la televisi¨®n por cable y la naturaleza mercantil del servicio. "Seg¨²n la leyenda", dijo, "hacia 1948 un t¨¦cnico y vendedor de radios del oeste de Perinsylvania decidi¨® vender un nuevo producto, la televisi¨®n. El ¨²nico problema era que no pod¨ªa hacer demostraciones a sus clientes porque la ciudad estaba en un valle y las monta?as de alrededor imped¨ªan recibir las se?ales de la emisora. As¨ª que puso una antena en la cima de una de las monta?as, tendi¨® un cable hasta su tienda y empez¨® a vender aparatos de televisi¨®n. Cuando vend¨ªa uno, deb¨ªa tender un cable hasta la casa del cliente, de tal modo que ¨¦ste pudiese ver algo en el televisor instalado en su casa. El venderor de televisores cobraba tambi¨¦n por este servicio que empez¨® aconocerse como CATV (Community Antenna Television)".La ponente expuso a continuaci¨®n, a grandes rasgos, la evoluci¨®n del cable a mediados de los 60 los operadores de cable ofertaron a los abonados m¨¢s programas ya que transmit¨ªan los de las televisiones de otras ciudades. En tomo a 1972 experimentaron nuevas formas para aumentar sus beneficios: la Warner Amex ofreci¨® un servicio de pel¨ªculas de cine, previo pago de una cuota adicional. Time Inc. revolucion¨® esta modalidad al trasladar su servicio de cine de pago, el HBO (Home Box Office), a un sat¨¦lite desde el que se emit¨ªa a cualquier operador de cable que desease programarlo.
El cine supuso, dijo Kadison un gran atractivo para la audiencia y contribuy¨® a desarrollar el cable "ya que se programaban pel¨ªculas que no se pasaban por las grandes cadenas, se emit¨ªan largometrajes recientes y sin publicidad". En la edici¨®n del pasado s¨¢bado atribuimos a John J. O'Connor, por error, la informaci¨®n de que en la televisi¨®n norteamericana se emite publicidad cada once minutos, cuando la informaci¨®n correcta es que se emiten de 10 a 11 minutos de publicidad cada hora.
Cable de pago y Qube
Los usuarios de la televisi¨®n por cable pagan una cuota b¨¢sica mensual (cable b¨¢sico) que oscila entre cinco y siete d¨®lares seg¨²n el lugar en que se viva (720 y 1.008 pesetas aproximadamente) y una cuota adicional (el llamado cable de pago) en el caso de que quieran ver determinados canales o programas, por ejemplo pel¨ªculas, deportes, programas Culturales o musicales, etc¨¦tera. Esta cuota adicional puede oscilar, seg¨²n dijo Kadison, entre 15 y 30 d¨®lares mensuales (2.160 pesetas y 4.320 pesetas al mes). El 34% de las viviendas norteamericanas dispone de televisi¨®n por cable. De ellos, el 55% tiene la modalidad de "cable de pago" y el 45% s¨®lo el "cable b¨¢sico", seg¨²n datos de A. C. Nielsen y Arbitron. Existen 4.825 sistemas de cable frente a las 1.079 estaciones emisoras de ondas hertzianas. Tele-Communication es el cable con mayor n¨²mero de suscriptores (dos millones). Ocupa el n¨²mero 63 de las empresas norteamericanas m¨¢s importantes, con ingresos anuales de 282,5 millones de d¨®lares y beneficios de 12,8 millones de d¨®lares (alrededor de 1.843 millones de pesetas). Los ingresos por suscripci¨®n de los distintos sistemas en ambas modalidades ascendieron en 1981 a 3.200 millones de d¨®lares (alrededor de 460.800 millones de pesetas)."La televisi¨®n del futuro es el Qube", dijo Dana Kadison. La Warner Amex inaugur¨® este sistema el 1 de diciembre de 1977 en en Columbia (Ohio) con una oferta de 30 canales. Hoy existen seis sistemas Qube en Estados Unidos "a un sistema de cable conectado a un ordenador que env¨ªa se?ales de televisi¨®n y datos al hogar y que, a su vez, recibe los datos enviados desde el hogar. Un peque?o terminal en la casa del abonado decodifica la se?al de televisi¨®n y almacena los datos. Al sistema de cable regresan tres tipos de informaci¨®n: la t¨¦cnica, que se refiere al funcionamiento correcto del sistema; informaci¨®n sobre el telespectador, por ejemplo si est¨¢ conectado el televisor y qu¨¦ canal tiene sintonizado; y las entradas del abonado, para participar en programas que se est¨¢n emitiendo en aquel momento."
La informaci¨®n que posee el ordenador sobre el telespectador es secreta y los trabajadores del Qube, dijo la ponente, "tienen que firmar un documento por el que se compromenten a mantener ese secreto. La informaci¨®n se utiliza principalmente para cobrar a los abonados aquellos programas que s¨®lo paga quien los ve". El sistema de televisi¨®n de pago en el Qube es de facturaci¨®n autom¨¢tica, similar a la de los usuarios de tel¨¦fono, a diferencia de otros canales de cable en los que se tiene que solicitar previamente la visi¨®n del programa o abonarlo por adelantado.
Existen canales especializados en programaci¨®n cinematogr¨¢fica (HBO), en deportes (SC), en noticias (CNN) y m¨²sica rock (MTV), estos dos ¨²ltimos con emisiones ininterrumpidas durante las 24 horas; canales en los que predominan programas sobre la salud (CHN), o espacios religiosos (CBN); algunos est¨¢n destinados a audiencias espec¨ªficas como el Galavisi¨®n, para las comunidades de idioma castellano; el grupo editorial Playboy y el cinematogr¨¢fico Walt Disney tienen sus propios canales.
El mando a distancia es el selector de esta multiplicidad de opciones, sin que sea necesario el contacto fisico entre la persona y el televisor. Algunos entornos televisivos, dijo Kadison, permiten seleccionar hasta 108 canales de televisi¨®n.
El sistema Qube permite f¨®rmulas de participaci¨®n. As¨ª, el espectador puede intervenir en los programas concursos con respuestas a las preguntas que se le formulan desde el estudio. La segunda generaci¨®n de concursos elimin¨® la presencia de concursantes en el plat¨® y se experimenta una tercera generaci¨®n de juegos autom¨¢ticos entre espectador y la pantalla. En algunos programas el espectador puede pedir a un actor que interprete un determinado papel o que un bailar¨ªn ejecute determinados n¨²meros de baile. En el programa cultural Home book club la audiencia, mediante votaci¨®n efectuada desde sus casas, elige por mayor¨ªa el libro que van a leer, y a discutir juntos al mes siguiente en un programa. Sucesivas decisiones mayoritarias de la audiencia van eligiendo los temas de discusi¨®n o dirigiendo las l¨ªneas del debate. En otros casos se encuesta a la audiencia sobre dis:cursos presidenciales.
Sin embargo algunos de los asistentes al debate pusieron de manifiesto el precario e ingenuo grado de participaci¨®n e interacci¨®n entre emisora y telespectador. ?ste s¨®lo puede responder, en muchos casos, seleccionando tres o cuatro de las posibles respuestas que le dan a elegir.
Y Jaime Davidovitch, un argentino afincado en Nueva York, presidente del Artists' Network, manifest¨® a los periodistas que "toda esta multiplicidad de canales es un camelo. Esto es como las sopas Campbell: Hay 40 variedades pero todas tienen el mismo sabor".
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