La esperanza posible del teatro
La modificaci¨®n estructural de los teatros nacionales y la incidencia que esta reforma va a tener en ¨¢reas como la danza, el teatro y la zarzuela fue presentada la pasada semana a la Prensa y acogida con inter¨¦s en los sectores que se ver¨¢n afectados por esta normativa. La autonom¨ªa de los centros estatales es la obsesi¨®n principal de estas normas de la Direcci¨®n General de Teatro.
Se anuncia una modificaci¨®n estructural en los teatros nacionales: va a aparecer en el Bolet¨ªn Oficial, y lo que se conoce ahora es una declaraci¨®n del. director general de Teatro (EL PAIS, 17 de junio). Las palabras clave de esta referencia son autonom¨ªa, descentralizaci¨®n, administraci¨®n de presupuestos, responsabilidad... Saldr¨¢n los estatutos y se esperar¨¢ despu¨¦s su desarrollo: los reglamentos internos. Es una costumbre espa?ola: la dificultad de hacerlo todo clara y netamente, de una sola vez. M¨¢s que costumbre, un enrejado, un entramado de viej¨ªsima burocracia invencible.Cuando se fund¨® el Centro Dram¨¢tico Nacional, su director, Adolfo Mars¨ªllach, propuso un estatuto de autonom¨ªa, aceptado inmediatamente por el entonces director general, Rafael P¨¦rez Sierra: las interminables reuniones con los funcionarios administrativos condujeron finalmente a la nada: cada art¨ªculo, cada base, parec¨ªa contrarrestada por anteriores disposiciones de rango superior. Parece ahora que hay un primer empuj¨®n serio a ese ente tan abstracto que es el rango superior y que no suele tener cara.
De todas formas, parece -por ahora- que el control no puede desaparecer totalmente. Nombramientos, contratos, auxiliares, presupuestos, vienen de arriba. Es inevitable que el Estado aparezca como empresa. Da el dinero, los locales, los medios: designa o destituye. Crea alguna duplicidad y se resuelve como sale. El nombramiento de Marik de ?vila, por encima de Anto?¨® y de V¨ªctor Ullate, en los dos ballets, produjo la desbandada de estos ¨²ltimos en circunstancias que Mar¨ªa de ?vila acaba de definir como "un asunto muy delicado, en el que me han ofendido gravemente".
La duplicidad de un director musical y de un director art¨ªstico en el teatro de la Zarzuela -Benito Lauret y Jos¨¦ Luis Alonso- no ha creado hasta ahora ninguna fricci¨®n, pero no est¨¢ excluido que pueda haberlas. Los puestos de jefe de producci¨®n y de intendente en los teatros pueden, a la larga -o a la corta-, producir equ¨ªvocos. La adjudicaci¨®n de presupuestos puede limitar mucho las responsabilidades, al contener las posibilidades. El mantenimiento del organismo aut¨®nomo de teatros nacionales y festivales puede entra?ar una relaci¨®n de dependencia de las "unidades de producci¨®n" (ballet, teatro Mar¨ªa Guerrero, teatro de la Zarzuela).
La victoria inicial sobre la legislaci¨®n anterior es interesante, y los nombramientos producidos hasta ahora son una posibilidad: el desarrollo es todav¨ªa una inc¨®gnita.
Una vez m¨¢s, hay que depositar la confianza en el futuro en lo que se llama talante. es decir, en la manera en que el director general, Jos¨¦ Manuel Garrido, y el ministro Solana (y desde luego, todos los funcionarios en torno a ellos) llevan adelante su sincero deseo de desministerializar esa. forma de cultura producida por el Estado y de c¨®mo los directores de las unidades sepan comprender cu¨¢les son sus posibilidades reales y cu¨¢les no, y en c¨®mo se relacionen entre s¨ª y dentro de sus unidades.
No hay que perder de vista la idea de que no es. autom¨¢ticamente imposible que los fracasos, cuando los haya, se desv¨ªen de unos a otros, y los textos que se produzcan no sean enteramente capitalizados por cada uno frente a los dem¨¢s. Estamos atravesando por una mala ¨¦poca de relaciones personales en Espa?a; parece que la cuesti¨®n de mejorarlas y de fortalecerlas va,a quedar por encima de lo dispuesto en los Boletines. Por el talante de unos y otros -arriba y abajo-, por utilizar esquemas cl¨¢sicos, por sus nombres, la esperanza parece posible.
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