El primer ministro tunecino refuerza su poder, de cara a la sucesi¨®n de Burguiba
Aunque todo aquello que se refiera a la sucesi¨®n del veterano presidente de Tunicia, Habib Burguiba, siga siendo materia delicada en este pa¨ªs magreb¨ª, la reciente remodelaci¨®n del Gabinete -con la revocaci¨®n de dos ministros, entre ellos el de Informaci¨®n, Tabar Beljoya, una de las personalidades de mayor peso pol¨ªtico- aparece como la voluntad de consolidar el poder personal del primer ministro, Mohamed Mzali art¨ªfice de la firma de un reciente tratado de fraternidad con la vecina Argelia.
La destituci¨®n de Beljoya -quien fuera ministro del Interior en 1978, cuando la represi¨®n de los sindicalistas, y lo era de Informaci¨®n desde 1980- y de Mansur Moalla, ministro de Hacienda, permite a Mzali disponer de un mayor margen de maniobra en el seno de la corriente radical del partido que gobierna Tunicia.La sucesi¨®n de Burguiba es materia que preocupa a las familias pol¨ªticas tunecinas, y con mayor raz¨®n a la actual mayor¨ªa. Seg¨²n lo dispuesto en la Constituci¨®n, el primer ministro debe suceder autom¨¢ticamente al presidente vitalicio tras la desaparici¨®n f¨ªsica de ¨¦ste, pero en el seno del Destur cohabitan dos posturas divergentes: la de los partidarios de esa sucesi¨®n autom¨¢tica y la de quienes preconizan la celebraci¨®n de elecciones presidenciales para nombrar un nuevo jefe de Estado. Entre estos ¨²ltimos se encuentra la propia esposa de Burguiba, Wasila.
En la Tunicia actual, que vive una situaci¨®n econ¨®mica convulsa, el prestigio de Mohamed Mzali se ha visto erosionado en los ¨²ltimos meses. La decisi¨®n de Wasila Burguiba en favor del plebiscito presidencial puede perjudicar considerablemente al primer ministro, a menos que ¨¦ste opere en el seno del Destur, con el acuerdo del propio presidente, para neutralizar la minor¨ªa extremista, repartida entre quienes abogan por un cerrojazo al pluripartidismo y quienes entienden que debe moderarse todav¨ªa m¨¢s la pol¨ªtica social del Gobierno para reducir el nivel de paro, que alcanza el 14% de la poblaci¨®n activa.
El actual plan de desarrollo, en vigor hasta finales de 1986, se propone lograr el autoconsumo en materia de producci¨®n alimenticia y crear 300.000 puestos de trabajo, objetivo harto dif¨ªcil de alcanzar si se tiene en cuenta que la inflaci¨®n se sit¨²a en un 14%, el d¨¦ficit de comercio exterior ha alcanzado en 1982 la cifra de 160.000 millones de pesetas y el petr¨®leo, que representa el 43%de las exportaciones tunecinas, tiende a desaparecer en breve plazo, con una producci¨®n ligeramente superior a los cinco millones de toneladas anuales.
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