El mensaje de Orce
EL HALLAZGO del fragmento craneal del llamado hombre de Orce representa para la comunidad cient¨ªfica un paso de los m¨¢s importantes en la reconstrucci¨®n de la historia de la poblaci¨®n humana sobre la tierra. No es el eslab¨®n perdido que enlaza la especie humana con las especies anteriores en la cadena de la evoluci¨®n, sino un elemento de extraordinaria trascendencia que permite explicar la llegada del hombre al continente eurasi¨¢tico, situada hace m¨¢s de un mill¨®n de a?os, en una ¨¦poca en que el estrecho de Gibraltar pod¨ªa ser una franja de agua sin dificultades para la traves¨ªa. Hasta ahora todas las teor¨ªas sobre el hombre eurasi¨¢tico se fundamentaban en hallazgos de una antig¨²edad mucho menor, que remit¨ªan a desplazamientos migratorios a trav¨¦s de Asia. Ahora se ha localizado, seg¨²n parece, al tatarabuelo de ese hombre eurasi¨¢tico, que ser¨ªa el propio hombre africano que salt¨® el Estrecho.El descubrimiento, que viene a unirse a una historia ya importante de hallazgos paleontol¨®gicos y arqueol¨®gicos en Espa?a, se ha producido en condiciones de precariedad y de falta de medios extraordinarias. A pesar de que la Junta de Andaluc¨ªa y la Diputaci¨®n de Barcelona han apoyado y alentado al equipo de investigadores, principalmente en la ¨²ltima fase, los trabajos de excavaci¨®n estuvieron en situaci¨®n precaria en distintos momentos, precisamente por falta de una dotaci¨®n econ¨®mica adecuada.
Muy al contrario de lo que explica una cierta imagen popular de lo que son los descubrimientos arqueol¨®gicos, ¨¦stos no suelen producirse ¨²nicamente gracias a la buena fortuna, al genio y a la intuici¨®n de unos sabios despistados que se dan de bruces con la pieza o la teor¨ªa genial. El yacimiento donde ha aparecido el f¨®sil ven¨ªa prometiendo la posibilidad de un hallazgo de trascendencia desde hace a?os. Entre Guadix y Baza se encuentra una zona de riqueza palentol¨®gica excepcional, dentro de la cual descolla Venta Micena, donde el equipo de cient¨ªficos sabadellenses viene encontrando y clasificando restos animales de gran valor desde el a?o 1976.
La ausencia de una pol¨ªtica de investigaci¨®n en Espa?a es evidente tambi¨¦n en este terreno. La riqueza arqueol¨®gica y paleontol¨®gica de nuestro pa¨ªs, y el propio papel de la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica en la configuragi¨®n del hombre europeo merecen un riguroso y generoso esfuerzo en inversiones por parte de la Administraci¨®n -central y auton¨®mica-. La arqueolog¨ªa furtiva practicada por falsos aficionados, alentados, por ejemplo, por vendedores de detectores de metales y por expertos en conexi¨®n con redes internacionales de tr¨¢fico de obras de arte, debe ser perseguida con el mismo rigor con que empiezan a ser tratados los robos de obras de arte o las estafas al Estado. En ello se juega no s¨®lo un patrimonio propio de los espa?oles, sino lo que es mucho m¨¢s importante: una posibilidad de aportaci¨®n al conocimiento del hombre que supera, con mucho, la propia noci¨®n de patrimonio. La recuperaci¨®n de la propia historia no limita en los m¨¢rgenes de las culturas modernas. Los hombres y mujeres de hoy han aprendido a mirarse en las aguas m¨¢s profundas de su historia y se sienten atados a las ra¨ªces que vinculan a la especie. Un pa¨ªs que sabe cuidar de su patrimonio m¨¢s remoto con el mismo cari?o que del presente es m¨¢s civilizado, m¨¢s libre y m¨¢s culto.
En el hallazgo del hueso de Orce espejea la maravilla de la evoluci¨®n, pero tambi¨¦n la ceniza de la extinci¨®n de la humanidad. En la reconstrucci¨®n de la historia de la especie humana el hombre se interroga sobre las posibilidades de su evoluci¨®n futura, pero casi se persuade de las dificultades materiales, f¨ªsicas, con que puede encontrarse esta evoluci¨®n en los pr¨®ximos a?os. Y este trozo de cr¨¢neo es un buen motivo de meditaci¨®n a la hora de hablarnos de la bomba de neutrones, el despliegue de los euromisiles, la existencia de los SS-20 sovi¨¦ticos o las supuestas ventajas de la guerra convencional. Jam¨¢s hab¨ªamos sabido tanto sobre nosotros mismos como ahora que sabemos que la especie humana puede morir ma?ana mismo.
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