El 'burlesque', lo mejor
Cuando, en los pr¨ªrneros a?os setenta, Peter Bogdanovich se lanz¨® a la direcci¨®n cinematogr¨¢fica, puso muy en primer lugar su antigua devoci¨®n al cine, la admiraci¨®n por los cl¨¢sicos que hab¨ªa acumulado durante miles de hora en las salas de proyecci¨®n, y el ordenado resumen que hab¨ªa f¨®rjado en sus cr¨ªticas o en las largas entrevistas mantenidas con directores hist¨®ricos (sus trabajos sobre John Ford y Fridz Lang han sido publicados en Espa?a).Bogdanovich es un cin¨¦filo empedernido. Antes de plantearse el divertido homena e a la comedia, al burlesque, que es ?Qu¨¦ me pasa doctor?, improvis¨¦, con escasos medios un filme de suspense que se resolv¨ªa en un local cinematogr¨¢fico (Targets, El h¨¦roe anda suelto) y tras su segundo largometraje resolvi¨® tambi¨¦n alrededor de una sala de proyecci¨®n el conflicto de los adolescentes de La ¨²ltima sesi¨®n, (The last picture show). De una u otra forma, el cine forma parte sustancial de su acercamiento a la vida.
?Qu¨¦ me pasa doctor?
Director: Peter Bogdanovich. Gui¨®n: Buck Henry, David Newman y Robert Benton. M¨²sica: Artie Butler. Fotograf¨ªa: Laszlo Kovacs. Int¨¦rpretes: Barbra Sireisand, Rayan O'Mean, Madeline Kahn, Sorrell Booke y Mabel Albertson. Norteamericana, 1972. Comedia.Local de estreno: Richmond.
Un filme con vida propia
?Qu¨¦ me pasa doctor? tiene, naturalmente, vida propia, pero su inspiraci¨®n nace de otras excelentes comedias. Incluso es un entretenido juego secundario tratar de identificar en la pantalla los elementos utilizados por Bogdanovich.Mientras las famosas puertas de Lubitsch tienen un protagonismo evidente, otras citas de filmes de Howard Hawks, (La fiera de mi ni?a), los hermanos Marx, Buster Keaton, Katharine Hepburn y Cary Grant se intercalan con imaginaci¨®n dando paso tambi¨¦n a pel¨ªculas alejadas del g¨¦nero, como Casablanca o El mot¨ªn del Caine, que figuran en el puzzle sin obligar a su identificaci¨®n para cobrar sentido.
Por s¨ª misma, ?Qu¨¦ me pasa doctor? debe formar parte de las antolog¨ªas de la comedia cinematogr¨¢fica norteamericana, porque cualquiera de sus elementos tiene car¨¢cter personal y, muy especialmente, la magn¨ªfica secuencia de la persecuci¨®n automovil¨ªstica, ante la que es dif¨ªcil contener las carcajadas.
El enredo se complica y las peleas, las tartas, las ca¨ªdas imprevisibles y el disparate van adjetivando esta propuesta para la risa por la que no han pasado las d¨¦cadas a las que se remite ni sus 11 a?os de existencia.
Hubo quien reproch¨® a Bogdanovich que sus referencias a la comedia de los a?os veinte o treinta se hiciera con sus mismas reglas, es decir, sin actualizar el enfoque cr¨ªtico de aquellos t¨ªtulos, sin heredar el riesgo de atreverse a re¨ªr. Se sensibiliz¨® con ello el doblaje espa?ol, que no reprimi¨® su esporadica tentaci¨®n por el chilte m¨¢s f¨¢cil, pero de ello no tiene la culpa el director que, en este sentido, no pretendi¨® m¨¢s que lo que demuestra.
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