Benidorm, en plan hortera
El moro Iguider, que es berebere y escultor popular en la arena, escapa a la guerra de precios. Tiene una exclusiva frente al sector homosexual de la playa de Levante. Aqu¨ª realiza sus grandes obras, en las que inspiraci¨®n art¨ªstica y aspiraci¨®n econ¨®mica se equiparan: "Gano unas 40.000 pesetas al d¨ªa, hermano; lo que me dan". Cada domingo, el Moro -as¨ª le llaman sus amigos- esculpe un enorme Cristo que las curiosas top-less admiran en silencio y que ¨¦l deshace cada noche, resignada y sabiamente, para evitar gamberrismos. El lunes, su motivo es infantil. El martes, er¨®tico. Los mi¨¦rcoles vuelve a la fauna y as¨ª, cada d¨ªa, digamos que voluntariamente, Iguider vive de la voluntad. Parece un feliz africano.Pero fuera de el Moro no hay salvaci¨®n. La feroz guerra de precios arrasa. Incluso en temporada alta, y con ocupaci¨®n completa, Benidorm -lo lleva en su sangre- juega a la baja. Su turismo masivo no permite alegr¨ªas de precios. Y aqu¨ª 1.000 pesetas a¨²n dan para bastante sabi¨¦ndolas manejar.
"No se vende una rosca sin m¨²sica o espect¨¢culo desde por la ma?ana", dice Manuel Navarro, teniente de alcalde (AP) y propietario de la cafeter¨ªa Manila, "porque en Benidorm cada, d¨ªa se come menos y se gasta a¨²n menos". A la hora del desayuno, el sesent¨®n holand¨¦s espera que le echen un pasodoble en vivo, pues sinti¨¦ndose morir de sol y a?os necesita salir a la pista y bailar un agarrao.
No es cosa de extranjeros solamente. Espa?oles bien castizos (sean de Madrid o de Bilbao) ocupan d¨ªa y noche estas meses de los caf¨¦s del paseo, abiertas al mar, para tomar un helado y o¨ªr las animaladas que canta y cuenta el animador travestido.
Helados con travestido
Katy Coral parece llevarse la palma. Desde la plataforma m¨ªnima, para restar poco espacio a las mesas, su espect¨¢culo desata locuras y aplausos en la terraza del Las Vegas. En estos lugares se sirve medio kilo de helado variado en cop¨®n alto, con bengalas chisporroteantes, sombrillita nipona y hasta pellizco de camarero, por 350 pesetas. Con derecho a saborearlo el tiempo que sea. Y Katy Coral intercala chistes verdes, tacos y alusiones al Gobierno en sus piezas cl¨¢sicas: La espa?ola cuando besa es que besa por amor.El p¨²blico cambia de edad y gustos como cambian en una f¨¢brica los turnos de trabajo. Hasta las nueve de la noche los caf¨¦s del paseo son para la tercera edad que va camino de la cuarta. Y a partir de esa hora, hasta la medianoche (se cierra pronto para no molestar al vecindario), los clientes son de cachondeo joven, de trago largo y de algo m¨¢s de dinero. No hay dificultad en asistir al show travestido porque es participativo y abierto: quienes ni siquiera consumen ni entran en el local lo ven y oyen desde la acera. A ¨¦stos se les conoce por los del paro playero.
Si es hora de comer, el men¨² tur¨ªstico medio en cafeter¨ªa de tres tazas cuesta 365 pesetas (todo incluido y en mesa) y consta de tres platos y postre, aunque este ¨²ltimo sea simb¨®lico. "Las cifras as¨ª no salen", se lamenta un propietario; "pero todo tiene explicaci¨®n: yo preparo 70 men¨²s y a eso de la 1.30 vienen los que saben y comen el men¨². Los que no saben pasan por delante a las dos, ven esto casi lleno y al personal con la boca inflada, y dicen: ?qu¨¦ dar¨¢n ah¨ª tan rico?... Entonces entran y, zas, ya no hay men¨², pero est¨¢n sentados y vamos a la carta, que deja m¨¢s beneficio".
Estas t¨¢cticas se aplican con suma discrecci¨®n y un rigor propio de pa¨ªs eurocomunitario. "Que no nos critiquen ah¨ª fuera", comenta otro del gremio, "porque con lo que se paga en Holanda por un caf¨¦ con leche damos aqu¨ª filete y alfalfa".
Cierto. Por mucho que se diga, nuestros precios son de risa, y tal vez por ello esos ingleses con ampollas en los hombros devoran lo que les echen en el plato y, aun con fiebre, sonr¨ªen agradecidos de tanta calor¨ªa a tan bajo costo.
El mi¨¦rcoles van al mercadillo y guiados por su fino instinto comercial eligen la ganga espa?ola. Puede ser un par de zapatos de cocodrilo de la casa Cardin, sin cajita ni otras inutilidades. Hacia la hora de la siesta, cuando el sol golpea en la sombra y la estruja hasta aniquilarla, el zapato de lujo se despega y abarquilla. Desaparece la marca y vuelve usted a reclamar el pr¨®ximo mi¨¦rcoles.
Techo que sube y baja
M¨¢s de 60 discotecas se disputan el favor de la juventud. La reci¨¦n inaugurada se llama Number One, y si a su elaborada decoraci¨®n de quir¨®fano sin humos y plantas trepadoras blancas llega a unir el cachondeo de otras, se llevar¨¢ la palma. Esta palma a¨²n la esgrime Pach¨¢, aunque el rival directo sea Star Light. Los adolescentes m¨¢s precoces, cientos de muchachos y muchachas en la frontera dudosa de los 16 a?os, bailan, fuman, beben y se reclinan en los grandes sof¨¢s de la penumbra agit¨¢ndose, acompasadamente, bajo unas instalaciones de 200 millones de pesetas. El techo sube y baja entre gritos de delirio y, a las 10 de la noche, cambio de guardia y de precio: ya no vale 250 pesetas el plan. Y estos cr¨ªos salen, un tanto derrotados, saboreando a su pareja como si fuera un chupachup. La novedad de Star Light para esta temporada es la venta de bisuter¨ªa en sus locales: "Hay que hacer algo", explica el gerente, Garc¨ªa L¨®pez, "y venderemos no s¨®lo camisetas, sino relojes de 1.000 pesetas a 3.000 con el emblema de la casa".En La Sirena, el aprendiz de chulo se lleva a la dama menop¨¢usica, que al rato revive. La pesca es discreta y habitual. Y en el hotel R¨ªo Park (brote de enfermedad del legionario, 1981) todo est¨¢ clorado y bien clorado: "Le quitamos una estrella, bajamos precio, lo tenemos limp¨ªsimo y lleno de ingleses, muchos de ellos desempleados que cuando tienen que cobrar, firmar y pedir la baja vuelan a su pa¨ªs y regresan a gastar aqu¨ª la pensi¨®n", explica el director, Jos¨¦ Miralpeix.
A partir del primero de agosto, y durante los pr¨®ximos 13 a?os (invierno y verano), las Fuerzas Armadas estar¨¢n presentes en Benidorm: contrataron para sus jubilados 150 apartamentos en la Ciudad de la Tercera Edad, donde habr¨¢n de convivir con reliquias b¨¦licas del ej¨¦rcito imperial brit¨¢nico, alg¨²n vestigio del poder¨ªo nazi y civiles que buscan, en el ba?o de algas, la sauna y los tratamientos galv¨¢nicos reparaci¨®n a los sobresaltos de su vida activa. Esto es, de suyo, un golpe certero con pistolilla de agua. El centro fue calificado, en reciente Consejo de Ministros, de inter¨¦s tur¨ªstico nacional, as¨ª que a sentarse todos.
Todos menos el alcalde, que subi¨® hace un mes a la poltrona y empez¨® a repartir le?a. Manuel Catal¨¢n, 35 a?os joyero y del PSOE, no s¨®lo pretende atraer turismo de calidad, sino acabar con el esc¨¢ndalo del trabajo y los negocios ilegales de extranjeros.
Los parados se mueven
Se estima que hay 3.000 turistas cobrando sueldos en dinero negro. Se supone que habr¨ªan de estar en paro y bronce¨¢ndose al sol, que sale para todos, pero est¨¢n movi¨¦ndose. Esta situaci¨®n es inc¨®moda para el ayuntamiento socialista: "No voy a permitir que un solo extranjero usurpe un puesto de trabajo a un espa?ol que lo necesite", dice Catal¨¢n, quien por cierto es de Madrid. Vino hace 14 a?os a pasar unas vacaciones y aqu¨ª sigue.El alcalde a?ade que va a abrir una playa de nudistas, le parece muy bien que se practique el top-less (sujetador, fuera), pero en lo tocante a lo laboral no ser¨¢ permisivo. Primeras actuaciones: inspecci¨®n de negocios cuyo propietario es extranjero, ¨®rdenes de legalizaci¨®n de cada caso (o cierre), prohibici¨®n de instalar un tentadero en la playa (lo hab¨ªa autorizado su antecesor) y medidas anti-ruido en las disco-pubs, que "se est¨¢n pasando".
"Vamos a intentar cambiar la imagen un tanto vulgar y desordenada de Benidorm", dice el alcalde, "para atraer a un turista de calidad y dinero. Problema de agua no hay ni en el mar (contaminaci¨®n) ni en tierra, donde la potable es abundante incluso a pesar de la sequ¨ªa". La noticia ha corrido como p¨®lvora por las avenidas tropicales que huelen a fritanga, nivea y congelado. Dicen que la cosa puede ir esta vez en serio. Y todav¨ªa insiste: "No voy a tolerar que mientras un m¨²sico espa?ol no sabe d¨®nde soplar, venga uno ingl¨¦s y me d¨¦ un concierto en las narices".
El verdadero foll¨®n sigue produci¨¦ndose en la calle de G¨¦nova, poblada -o mejor, superpoblada- de culturistas multirraciales. Los pubs Bahamas, Talk of the Town y otros ensordecen al p¨²blico, lo cual es el primer paso para adue?arse de ¨¦l. Seg¨²n el encargado de Talk of the Town, Jorge Reyes, "esto es lo m¨¢s cachondo y bravo de Benidorm: en un m¨¢ximo de 20 minutos te haces con una de Manchester, o se hace ella contigo, y directo al catre".
Culturistas y piratas
El jefe de seguridad es nuestro H¨¦rcules Nacional 1976, un tal Ram¨®n, quien con el paso de los a?os se puso hecho una bola. Pero posee un gimnasio y buenos m¨²sculos y arrastra a los culturistas internacionales (de ambos sexos) a esta zona de exhibici¨®n c¨¢rnica.A re¨ªrse acude el p¨²blico -rigurosa novedad- al hotel Tropicana Garden, donde el due?o, colombiano, Jack Sasson, ha montado un son et lumi¨¨re de piratas. Cobra 1.300 pesetas a cambio de unas chuletas, parche en el ojo (a elegir) y pa?oleta en el cr¨¢neo durante tres horas de luchas de espadachines que se deslizan por maromas en busca del pirata Drake, al que anuncia por la megafon¨ªa como amante de Isabel I. El gran pirata desciende por un cable (es alambrista, aunque inspira poca confianza) y el turismo agrupado vitorea al calor de los focos y la sangr¨ªa. Focos no faltan: Sasson es muy pillo y enca?ona a los clientes de su hotel con l¨¢mparas potentes contra las 270 habitaciones, pues "siempre hay un espabilado que pretende ver el show sin dejar la calderilla".
La noche no termina hasta las siete de la madrugada, hora de cierre de El Corral: s¨ªntesis de disco, patinaje y piscina (copa, 300 pesetas), en sus jardines hay de todo. Quien no se la pega en pista se ba?a en cueros, y quien no hace una cosa ni otra mira y cena el sabroso plato combinado. La se?ora de los aseos dice: "Esto es para escribir unas memorias, pero hay que olvidar. Las m¨¢s guarras son las suecas, que hasta las bragas se dejan. Las que mejor propidan dan, las holandesas (y los holandeses). De los espa?oles no me hable", a?ade Esperanza Prado, "que ¨¦stos ni dan, ni dejan".
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