Violencia en Sagunto
SAGUNTO FUE escenario ayer de graves des¨®rdenes como consecuencia del desbordamiento de que objeto la coordinadora de las centrales sindicales, cuyas directrices fueron ampliamente rebasadas por un sector de los manifestantes convocados a expresar su protesta. Los incidentes forman parte de la estrategia de presi¨®n orientada a forzar al Gobierno a suspender cualquier decisi¨®n sobre el futuro de la siderurgia integral que no satisfaga las demandas de la poblaci¨®n presumiblemente afectada por las medidas de reconversi¨®n proyectadas por el Ministerio de Industria. Las serias incertidumbres sobre el porvenir de Altos Hornos del Mediterr¨¢neo han sensibilizado a los trabajadores de la factor¨ªa y han creado el caldo de cultivo para formas exasperadas de protesta. El corte de las carreteras y la inutilizaci¨®n de la v¨ªa ferrea que algunos grupos de airados manifestantes llevaron ayer a cabo tienden a crear la desoladora imagen de una ciudad asediada y desesperada que ha perdido cualquier esperanza de que sus peticiones sean escuchadas por el Gobierno. La formaci¨®n de barricadas y los atentados contra instalaciones p¨²blicas abren desgraciadamente la posibilidad de que una intervenci¨®n desafortunada de los cuerpos de seguridad, realizada en el clima de extrema crispaci¨®n y tensi¨®n reinante, produzca como resultado choques de consecuencias imprevisibles. Confiemos en que los responsables de las fuerzas de orden p¨²blico no caigan en las trampas que algunos eventuales provocadores puedan tenderles a fin de reforzar con sangre los llamamientos a la protesta.En cualquier caso, el Gobierno debe hacer compatible el ejercicio de sus competencias y atribuciones, cuya legitimidad procede del mandato de unas Cortes Generales elegidas por la soberan¨ªa popular, con la comprensi¨®n de la dolorosa y angustiada situaci¨®n que viven unos trabajadores cuyos sus puestos de trabajo se hallan en peligro. Para desgracia de todos, la decisi¨®n sobre Altos Hornos del Mediterr¨¢neo no depende del estado de ¨¢nimo de un ministro sino que se enmarca en el cuadro mucho mas amplio de la reconversi¨®n de nuestra siderurgia integral, cuyo sobredimensionamiento y exceso de capacidad instalada est¨¢ repercutiendo sobre el gasto p¨²blico y los contribuyentes de todo el pa¨ªs. Dicho sea en su honor y como reconocimiento de su coraje pol¨ªtico y de su entereza moral, Carlos Solchaga y el Gobierno entero est¨¢n asumiendo los costes de impopularidad, los problemas de conciencia y los riesgos personales que los anteriores gabinetes fueron incapaces de afrontar. Si el Gobierno socialista no fuera capaz de imponer criterios de racionalidad en su pol¨ªtica econ¨®mica y retrocediera a la hora de adoptar decisiones imprescindibles para el saneamiento del sector p¨²blico, la gangrena del despilfarro y el c¨¢ncer de la ineficiencia terminar¨ªan por devorar todo el cuerpo social, hundi¨¦ndonos irremisiblemente en una crisis de estancamiento e imposibilitando la recuperaci¨®n de nuestro aparato productivo, sometido a la concurrencia en el mercado mundial de pa¨ªses mucho mas competitivos.
Ahora bien, Altos Hornos del Mediterr¨¢neo no puede ser el ¨²nico pagano de una crisis cuyos or¨ªgenes se remontan a la incompetencia y a la irresponsabilidad de la que hicieron gala los gestores del sector p¨²blico de la econom¨ªa espa?ola durante la ¨²ltima etapa del franquismo y el comienzo del sistema democr¨¢tico. Los trabajadores de Sagunto tienen derecho no s¨®lo a recibir las ayudas necesarias para su reacomodo profesional sino tambi¨¦n a exigir que las nuevas reglas de juego se apliquen sin discriminaci¨®n a todos los sectores necesitados de reconversi¨®n. La lucha contra el despilfarro y la corrupci¨®n en la Administraci¨®n P¨²blica y en las empresas estatales, tan evidentes all¨ª donde las auditor¨ªas comienzan a sacar a la luz la basura escondida debajo de las lujosas alfombras, y la generalizaci¨®n de las medidas racionalizadoras deben tener la eficacia suficiente para convencer a los trabajadores afectados por las decisiones iniciales de que no son objeto de persecuci¨®n ni v¨ªctimas de un trato desfavorable.
Los incidentes de Sagunto, por lo dem¨¢s, pueden servir de banco de prueba para averiguar hasta qu¨¦ punto el electoralismo pol¨ªtico y sindical puede desencadenar una escalada de demagogia e irresponsabilidad en los partidos y las centrales. La UGT de Valencia ha dado un espeluznante ejemplo de oportunismo al exigir la dimisi¨®n de Carlos Solchaga. Seguramente la oposici¨®n de derecha y de izquierda sentir¨¢ la tentaci¨®n de utilizar el conflicto de Altos Hornos del Mediterr¨¢neo para desprestigiar a Felipe Gonz¨¢lez, abrasar al Gobierno y ganar apoyos en la poblaci¨®n afectada. La capacidad de los partidos pol¨ªticos para dar amparo a cualquier demanda insatisfecha, aunque la consideren injustificada o irrealizable, es habitual en los reg¨ªmenes democr¨¢ticos y representa, por as¨ª decirlo, un tributo inevitable para el funcionamiento del sistema. Tambi¨¦n los socialistas lo hicieron mientras estaban en la oposici¨®n. Ahora bien, el sentido de la medida, la renuncia a la manipulaci¨®n y la voluntad de no intensificar los agravios no s¨®lo Ion actitudes exigibles a esos circunstanciales defensores de causas ajenas sino tambi¨¦n seguros criterios -para distinguir entre pol¨ªticos honestos y demagogos oportunistas.
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