El perro de Pavlov
Ya est¨¢, ya lo he comprendido, ya he ca¨ªdo en el quid de la cuesti¨®n, ya he adivinado el truco que se oculta bajo el juego: la posici¨®n est¨¢ haciendo lo que hace con el fin de comerle el coco a la montaraz oposici¨®n.Es un af¨¢n did¨¢ctico, un prurito educativo, un sinuoso m¨¦todo de concienciaci¨®n. Llega el Gobierno socialista y asume, tan campante, actitudes que fueron prez de la derecha. Qu¨¦ esplendorosa astucia: las derechas, despose¨ªdas as¨ª de pan y sal, arrojadas de su huerta de hacer y deshacer, se ven obligadas a oponerse, a defender aquello que nunca defendieron.
Y ah¨ª est¨¢n todos, los conspicuos conservadores, los pertinaces reaccionarios, interpelando al Gobierno por el pol¨ªgono de tiro de Caba?eros, cuando una pensaba que el tema ecol¨®gico siempre se la hab¨ªa refanfinflado, dicho sea con todos los respetos. O pidiendo (?cielos, ellos!) que los abogados puedan asistir de modo inmediato al detenido. Pobrecitos. Qu¨¦ trauma, qu¨¦ fiebre espiritual, qu¨¦ esquizofrenia pol¨ªtica deben sufrir nuestros prohombres teniendo que combatir por aquello que siempre repudiaron. El maquiavelismo del PSOE, como el designio de Dios, es insondable.
Debe ser una estrategia conductista que se ha tra¨ªdo Julio Feo, que anduvo por la universidad americana en a?os mozos, o cualquiera de esos otros chicos del Gobierno, que son tan modernos y viajados. Pues bien, ¨¦se es el secreto del cambio. Lo importante de la gesti¨®n socialista no es que intenten reducir la corrupci¨®n, racionalizar la Seguridad Social o mejorar el sistema educativo. No y mil veces no. Lo fundamental es esta treta, este aparentar ser de derechas para que las derechas tengan que alardear de progresismo. Y as¨ª, de tanto fingirse tolerantes, de tanto hablar de una libertad oportunista, terminar¨¢n crey¨¦ndoselo un poco y, como el perro de Pavlov, ensalivar¨¢n ante cualquier menci¨®n de democracia.
O sea, que la actitud confusa del Gobierno es un misionerismo pedag¨®gico, un plan de belleza moral en siete d¨ªas, un h¨¢bil truco. Porque, si no, ?qu¨¦ otra explicaci¨®n, qu¨¦ otra esperanza me queda ante lo incierto?
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