La obra de Rafael de Penagos, reivindicada en un libro publicado por su hijo
El actor y escritor Rafael de Penagos ha recopilado en un libro 400 muestras de la obra gr¨¢fica de su padre, el pintor Rafael de Penagos, un nombre olvidado que, seg¨²n su hijo, "introdujo el Modernismo en Madrid". El actor insiste en que la motivaci¨®n del libro no es ¨²nicamente filial, "adem¨¢s de ser mi padre, considero que es un artista que injustamente ha padecido la feroz falta de memoria de los espa?oles" En el libro, se recogen testimonios de artistas y literatos sobre la obra de Penagos, como un argumento de autoridad para quien pueda pensar que se trata de una simple operaci¨®n de devoci¨®n familiar.
"La obra de Penagos no s¨®lo tiene una importancia art¨ªstica, tambi¨¦n es un documento sociol¨®gico de una ¨¦poca". Penagos, en los a?os veinte, cre¨® una imagen de mujer, la madrile?ita de que hablaba Julio Camba. Para Edgar Neville, Penagos ense?¨® a las espa?olas a no engordar. "Cre¨® un tipo de mujer que no era el reflejo exacto de su ¨¦poca pero que influy¨® en ella porque, a partir de sus im¨¢genes, fueron las propias mujeres quienes quisieron parecerse al modelo", comenta Rafael de Penagos. Para M¨¢ximo, el artista fue un constructor de sue?os que cre¨® una mujer que no exist¨ªa.La vinculaci¨®n de Penagos a Madrid no fue un obst¨¢culo para que su obra y su propia vida trascendieran esta geograf¨ªa. En 1941 se traslad¨® a Barcelona donde imparti¨® clases en el Instituto Montserrat. Suyo fue el cartel anunciador de la Exposici¨®n Iberoamericana de Barcelona y Sevilla (19281929) y gan¨®, entre otros, un concurso internacional organizado por la casa Amatller, una prestigiosa f¨¢brica catalana de chocolate. Su trabajo en el cartelismo, en la incipiente iconograf¨ªa publicitaria o en la ilustraci¨®n de revistas (La Esfera, Nuevo Mundo, Blanco y Negro...), puede parecer a algunos una artesan¨ªa menor. El cr¨ªtico A. M. Campoy recuerda que firmas como Kokoscha, Manet o Leger ejercieron ese arte. "Mi padre cre¨® un estilo propio, eso que para algunos es sin¨®nimo de reiteraci¨®n y aburrimiento pero que, por ejemplo, para Ortega y Gasset es una substancia personal dif¨ªcilmente alcanzable. Sin las excesivas adherencias que tiene la palabra, podemos decir que Penagos fue un genio de su ¨¦poca".
La vida de Penagos est¨¢ poblada de nombres propios, ah¨ª est¨¢ su amistad con P¨ªo Baroja, los superlativos que le dedic¨® Eugenio D'Or hablando de que su nueva figuraci¨®n ilustre quedar¨ªa en la iconograf¨ªa de la Inteligencia, su relaci¨®n con Bagar¨ªa -otro dibujante felizmente recuperado-, la tertulia en el Nuevo Caf¨¦ de Levante presidida por Valle-Incl¨¢n, su pensionado parisino gracias a las recomendaciones de Joaqu¨ªn Sorolla y Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal, su trato con el poeta catal¨¢n Apel les Mestres.... Camilo Jos¨¦ Cela habla del dandismo de Penagos y Eduardo Zamacois reivindic¨® el concepto divertido que ten¨ªa Penagos del arte. Quiz¨¢ por ello, y a pesar de que Miguel Hern¨¢ndez dej¨® escrito que deseaba tener un libro suyo ilustrado por Penagos, Campoy debe lamentar la ausencia de su nombre en las galer¨ªas del Museo Espa?ol de Arte Contempor¨¢neo. Con todo, y como afirma Antonio Buero Vallejo, el hijo ha salvado a su padre.
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