Puede ser una escabechina

Los toros navarros pudieron hacer ayer una escabechina en el ruedo de Pamplona. El que abri¨® plaza le atraves¨® un muslo al banderillero Diego Medina, el tercero cogi¨®Pepe Luis Vargas como para convertirlo en domin¨®, y todos se pasaron la tarde pegando cornada al viento.

Zis, zas, un cuerno aqu¨ª, otro all¨¢, esa era su gracia. Y mientras, el p¨²blico, de merienda. Las cogidas fueron angustiosas. Diego Medina hab¨ªa perdido pie en la brega y cay¨® junto al estribo. El toro hizo por ¨¦l y le meti¨® el pit¨®n con tal fuerza, que lo levant¨® muy por encima de la barrera. Contra las tablas pretendi¨® levantarlo, pero el revuelo de los capotes salv¨® al torero. Pepe Luis Vargas hab¨ªa intentado dominar la bronquedad del tercero, que era aut¨¦nticamente inlidiable, y a la hora de matar se le acumularon todos los problemas, pues la fiera se tapaba con aquella infernal cabezota cornalona, que mov¨ªa con vaivenes de muerte. Rebotado sali¨® Vargas del primer encuentro, y del tercero, volteado de manera impresionante.

Iba inconsciente cuando se lo llevaron a la enfermer¨ªa, en medio de gran consternaci¨®n. Afortuna damente, el toro no cal¨®. Los m¨¦dicos reanimaban a Vargas, que sudaba a chorros y sent¨ªa n¨¢useas Pero quer¨ªa salir otra vez. Le inyectaron un calmante. "Yo salgo", repet¨ªa con determinaci¨®n. Cualquiera dir¨ªa que en chiqueros le esperaba un bomb¨®n. Sali¨®. Y pudo saberse que no le esperaba bomb¨®n, sino toro, el m¨¢s grande, el m¨¢s vasto, el m¨¢s abominable especimen que haya pisado dehesa.

Toro orgullo de mam¨¢ la vaca que presum¨ªa por los cercados: "Menudo tengo yo criado a mi Marian¨ªn, que le doy lo que me pida: garbanzos, habas, paja, soja, hierba, cuanto haga falta;. y no como otras...". El tal Marian¨ªn, menudo p¨¢jaro, efectivamente era un gal¨¢n, de mala ralea, y tiraba cornadas como todos, aunque con m¨¢s tabernaria disposici¨®n que todos.

A Vargas pareci¨® darle lo mismo, y ensayaba trincherazos a cambio de coladas; naturales entre derrotes; pases de pecho aceptando que los pitones le acariciaran la gargante. Un ga?af¨®n le descosi¨® la taleguilla. La actuaci¨®n de este torero, ayer en Pamplona, hay que calificarla de heroica. A ver cuando le condecoran, porque tiene valor, adem¨¢s torea, y no hay quien le quite el m¨¦rito de haber acabado con la carrera homicida de Marian¨ªn, el orgullo de la vaca.

Coladas peligrosas

Manili libr¨® con valor las peligrosas coladas de su lote. Morenito de Maracay no perdi¨® la cara al suyo y arm¨® un alboroto al banderillear el quinto. Espectaculares y meritorios le salieron un gran par por los terrenos de dentro y otro al quiebro, en el mism¨ªsimo plantillo, dejando llegar al toro, que ven¨ªa a galope desde tablas, con una fuerza tremenda.Cumplieron con el caballo los productos del navarro Julio Aguirre, lo cual no quiere decir que denotaran bravura. Gigantescos como eran, ninguno derrib¨®. Largos corpachones de za¨ªna capa, altos de agujas, desmedidos de cuerna, zancudos y badanudos, serios, complac¨ªan al aficionado torista que exige el toro grande.

Pero el ganado bravo, que es selecci¨®n en pureza, requiere otro remate, finura, guapura incluso, y requiere sobre todo que se pueda torear. Lo de Aguirre ayer no se pod¨ªa. Lo de Aguirre ayer pudo ocasionar una escabechina.