El duende de la 'berakot'
En el Festival de Granada se ha registrado un acontecimiento especialmente interesante: el estreno de Berakot (Bendiciones), obra encargada por el festival al compositor granadino Jos¨¦ Garc¨ªa Rom¨¢n y cantada, en el auditorio Manuel de Falla, por el Coro Nacional de Espa?a, bajo la direcci¨®n de Enrique Rib¨®.He escrito m¨¢s de una vez que la m¨²sica de Garc¨ªa Rom¨¢n tiene duende, ese algo misterioso y dif¨ªcil de explicar, pero f¨¢cilmente detectable, sobre todo para un meridional, y m¨¢s a¨²n si se trata de un granadino. El "duende", escribe Lorca, "no es cuesti¨®n de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es decir, de sangre; es decir, de viej¨ªsima cultura, de creaci¨®n en acto". Y m¨¢s adelante, siempre en su conferencia sobre Teor¨ªa y juego del duende, el autor del Romancero gitano, que entend¨ªa de duende porque lo pose¨ªa, insiste: "El duende ama el borde, la herida y se acerca a los sitios donde las formas se funden en un anhelo a sus expresiones visibles".
Todo lo cual es aplicable a la obra de Garc¨ªa Rom¨¢n Berakot (Bendiciones), compuesto sobre textos en lenguaje ladino, pertenecientes al Gran Comentario B¨ªblico Sefard¨ª Me'am Lo'ez sobre la Biblia. Garc¨ªa Rom¨¢n tom¨® para su partitura un pasaje de las bendiciones de Isaac a Jacob y lo trat¨® en una combinaci¨®n de narrador, coro mixto a 24 partes, m¨¢s el a?adido de alguna leve percusi¨®n, tal como panderetas, casta?uelas y tri¨¢ngulo. Lo primero que advertimos al escuchar la rica combinatoria polif¨®nica es que quien la pens¨® y realiz¨® domina, como cuesti¨®n previa, el contrapunto, lo que no ha de extra?ar trat¨¢ndose de un disc¨ªpulo de Juan Alfonso Garc¨ªa, un gran polifonista de nuestro tiempo. Despu¨¦s llama nuestra atenci¨®n la fuerza dram¨¢tica natural, quiero decir, sin los artificiosos abultamientos ret¨®ricos de los que usan y abusan firmas de primera categor¨ªa incluso. En fin, se evidencia, con poder verdaderamente m¨¢gico, ese misterio o duende que circula por el multicoro, va de la palabra al sonido, y reclama, de vez en vez, la iluminaci¨®n de los silbatos o el tenue matiz de las percusiones peque?as. El ¨¦xito ha sido grande, como corresponde a una creaci¨®n imaginativa, fluida, plena de saber y extraordinariamente bella.
En el mismo programa escuchamos los Epitafios granatenses, de Juan Alfonso Garc¨ªa, cabeza de lo que ya se denomina escuela de Granada y a la que, con los dos citados, pertenecen Francisco Guerrero y Manuel Hidalgo. La tradici¨®n de la polifon¨ªa espa?ola, desde Victoria y Morales hasta Falla, pasa por la sensibilidad de Juan Alfonso para cantar una serie de epitafios tomada de l¨¢pidas que se conservan en el Museo Arqueol¨®gico de Granada. Es una distinta forma de ahondar en las ra¨ªces de la tierra y la cultura desde una postura ambiciosamente universalista.
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