La salvaje infancia
Aunque despu¨¦s de Freud es dif¨ªcil creer en la inocencia de los ni?os, Narciso Ib¨¢?ez Serrador no lo consider¨® as¨ª cuando en 1975 dirigi¨® su segundo y hasta ahora ¨²ltimo largometraje, ?Qui¨¦n puede matar a un ni?o? La maldad asesina de los menores que protagonizan su pel¨ªcula queda justificada por una coartada ejemplar: los ni?os matan para vengarse de los adultos puesto que de ellos es la culpa de sus sufrimientos.Son los adultos quienes organizan las guerras, los tiempos de muerte y hambre. Adultos son los responsables de la miseria en la India, en Biafra, en Vietnam, en Corea, en los campos de exterminio nazi... Los adultos son, a lo que se ve, los culpables de todo. Unas im¨¢genes documentales que inauguran la pel¨ªcula sit¨²an al espectador en esta premisa, record¨¢ndole que los ni?os son las frecuentes v¨ªctimas de estas tragedias, para concretarse luego en la historieta de un matrimonio de extranjeros que deciden veranear en una isla espa?ola una vez que han decidido esperar a su tercer hijo y no impedir su nacimiento.
?Qui¨¦n puede matar a un ni?o?
Director: Narciso Ib¨¢?ez Serrador. Gui¨®n: Luis Pe?afiel. Fotograf¨ªa: Jos¨¦ Luis Alcaine. M¨²sica: Waldo de los R¨ªos. Int¨¦rpretes: Lewis Fiander, Prunella Ransome, Antonio Iranzo, Miguel Narros. Suspense. Espa?ola. 1975.Local de estreno Rialto. Madrid.
Felices, satisfechos, aunque en el fondo culpables de haberse dejado tentar por la idea del aborto, viven la alucinante historia de los asesinatos en serie con que los ni?os de la isla han decidido liberarse de sus mayores. Un clima opresivo y peligroso har¨¢ tard¨ªamente conscientes a esos dos extranjeros de la criminal raz¨®n infantil.
Contra el gusto burgu¨¦s
Ib¨¢?ez Serrador no tuvo con esta pel¨ªcula un ¨¦xito similar al de La residencia, su primer largo, quiz¨¢ porque al margen de su ingenua intenci¨®n pacifista, el espect¨¢culo de un grupo de ni?os asesinos no corresponde a las caracter¨ªsticas del buen gusto burgu¨¦s que a¨²n mitifica a la infancia como edad de la- inocencia. El director, adem¨¢s, eludi¨® parte de los trucos cl¨¢sicos del cine de terror al desarrollar su historia en el luminoso decorado de una isla en pleno d¨ªa sin que la par¨¢bola se pudiera refugiar as¨ª en el claroscuro, en lo entrevisto: los bronceados ni?os de su pel¨ªcula matan a pelo descubierto y con b¨¢rbara crueldad. Fue un acierto, pero no se consider¨® as¨ª.Ahora, con su reposici¨®n, ?Qui¨¦n puede matar a un ni?o?, distante de las tensas pol¨¦micas que marcaron los ¨²ltimos a?os del franquismo, se contempla como una pel¨ªcula realizada con correcci¨®n, que respeta las normas del espect¨¢culo tradicional aunque desde el conocimiento de un cineasta primerizo. Es el esquematismo de su punto de partida, el discutible supuesto de que los adultos no son tambi¨¦n v¨ªctimas de los adultos (y de los ni?os), el que interrumpe la normal contemplaci¨®n de la historieta.
La tesis es tan d¨¦bil que cuanto deb¨ªa conducir a la sensaci¨®n de terror, o al menos de alg¨²n suspense, se transforma en elementos ajenos, indiferentes; el propio Ib¨¢?ez Serrador fue v¨ªctima de ella y redujo la pel¨ªcula a su simple enunciado. No tuvo m¨¢s ideas para desarrollarla dram¨¢ticamente.
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