Una reflexi¨®n comunista
El Partido Comunista de Espa?a (PCE) celebrar¨¢ a finales de 1983 su 11? Congreso en el marco de una crisis interna sin precedentes en la historia del PCE. El descalabro electoral del 27-O fue la consecuencia l¨®gica de una ausencia de planteamientos pol¨ªticos claros y diferenciadores, y de unos m¨¦todos pol¨ªticos que, cuando menos, se pueden calificar de burocr¨¢ticos y represores. En pa¨ªses muy pr¨®ximos a Espa?a -en cuanto a sus condicionamientos sociol¨®gicos y pol¨ªticos-, los comunistas han mantenido su implantaci¨®n electoral, e incluso la han aumentado, a pesar del irresistible ascenso del voto alternativo, del deseo de cambio inmediato, como en Espa?a se ha producido. Tal vez porque los comunistas en esos pa¨ªses, sin abandonar sus presupuestos finales, han encarnado una alternativa diferenciada para ese cambio inmediato.Por ello, hay que buscar las causas del descalabro electoral en el interior del propio PCE y de los m¨¦todos pol¨ªticos que en los ¨²ltimos tiempos ha impuesto al conjunto del PCE la direcci¨®n pol¨ªtica del mismo.
Tercera fuerza electoral
Las elecciones municipales de 1983 han demostrado que, pese a todo, los comunistas siguen siendo la tercera fuerza electoral en Espa?a. Sin embargo, hay que recalcar que, sin la disculpa del voto ¨²til (y con una cierta ayuda del voto impune que se permite en unas elecciones municipales que siguen de cerca a unas generales, cuando ya se ha consolidado el marco pol¨ªtico b¨¢sico para el per¨ªodo), el PCE s¨®lo obtuvo el 8 y pico por ciento de los votos. No es imposible y aun es probable, que si el PCE no cambia de forma importante obtenga un resultado pobre (alrededor del 5%) en unas pr¨®ximas elecciones generales. Con esa fuerza electoral, que naturalmente se corresponde con una determinada fuerza e influencia social, no es posible pesar lo suficiente en la pol¨ªtica del Estado y amenaza convertir a los comunistas en una fuerza testimonial aislada socialmente, lo que incapacitar¨ªa al PCE y lo que ¨¦ste representa (o deber¨ªa representar) para resultar operativo en las transformaciones sociales progresivas que necesitan y demandan las clases sociales menos favorecidas. La fuerza electoral y pol¨ªtica de los comunistas depende de forma directa -mucho m¨¢s que para otras fuerzas sociales- de alternativas pol¨ªticas claras que ofrecer al electorado, y de un trabajo pol¨ªtico coherente y constante con n¨ªtidos planteamientos democr¨¢ticos en el interior del propio partido.
Las purgas en los partidos solamente sirven para destruirlos, al privarles de fuerzas que les son necesarias, que surgen de su propio seno y que son su propia historia. Son significativos algunos resultados electorales como los de C¨®rdoba o Coslada y San Fernando de Henares, en contraposici¨®n con los de Getafe o Madrid.
Incapacidad de una direcci¨®n
Desde que en 1976, en el Comit¨¦ Central ampliado que se celebr¨® en Roma, la direcci¨®n pol¨ªtica del PCE decidi¨® imponer la territorializaci¨®n como forma organizativa, modificando las organizaciones sectoriales caracter¨ªsticas de la etapa de clandestinidad, junto con decisiones pol¨ªticas no suficientemente elaboradas -de forma precipita da y err¨®nea-, la historia reciente del PCE ha sido la historia de la incapacidad de una direcci¨®n oportunista y mezquina que, al supeditar la pol¨ªtica del partido a su homologaci¨®n como partido democr¨¢tico por parte de la burgues¨ªa, ha destruido la identidad pol¨ªtica e ideol¨®gica del mismo, mimetiz¨¢ndolo con el PSOE. Esa pol¨ªtica, de espaldas al partido, ha propiciado simult¨¢neamente las querellas intestinas y el colapso de la necesaria s¨ªntesis interna. Consecuencia de ello fueron las constantes p¨¦rdidas para el PCE de sectores de opini¨®n dentro de ¨¦l que enriquec¨ªan el capital pol¨ªtico que contaba en la clandestinidad y de mili tantes que llevaran al conjunto de la sociedad la pol¨ªtica comunista.
As¨ª pues, la direcci¨®n del PCE se apropi¨® de forma escandalosa de un patrimonio com¨²n a todos los militantes del partido, al alto precio de precipitar la desarticulaci¨®n org¨¢nica y pol¨ªtica del PCE conocida por todos en la actualidad. Esa direcci¨®n sectaria expuls¨®, o hizo marcharse del partido, a mujeres y hombres con gran reconocimiento, tanto dentro del PCE como en la base electoral comunista. La contundente respuesta del electorado y la p¨¦rdida de influencia sufrida por el partido se?alan la bancarrota total de esa pol¨ªtica irresponsable. La sustituci¨®n de Carrillo por Gerardo Iglesias es un primer paso, necesario pero no suficiente, en el replanteamiento de la pol¨ªtica del PCE.
La situaci¨®n del movimiento comunista y su incidencia especial dentro del movimiento obrero en Espa?a hace necesario que la actual direcci¨®n pol¨ªtica del PCE reflexione sobre esta situaci¨®n hist¨®rica excepcional, tanto para la clase obrera como para el partido.
Necesario reencuentro
Esa reflexi¨®n deber¨ªa llevar a la direcci¨®n del PCE a que tomara las medidas necesarias para que en el congreso que se va a celebrar y cuya preparaci¨®n comienza en estos momentos, despu¨¦s de las elecciones municipales y auton¨®micas, sea un congreso de s¨ªntesis, de reencuentro en el debate de todos los sectores de opini¨®n que componen el movimiento comunista en Espa?a. De un partido que en las primeras elecciones democr¨¢ticas en Espa?a tuvo aproximadamente un 10% de los votos populares no es posible que salgan varios partidos distintos con incidencia real y con implantaci¨®n electoral. Es vital para el movimiento obrero de una forma fundamental que los comunistas en el seno de un mismo partido articulen una s¨ªntesis pol¨ªtica que resulte cre¨ªble para su electorado potencial y los trabajadores organizados. Para ello, ser¨¢n necesarios m¨¦todos pol¨ªticos cualitativamente distintos a los utilizados por la direcci¨®n tradicional del PCE para que nunca m¨¢s sea posible que se purgue a ning¨²n militante por mantener alguna postura distinta a la direcci¨®n del partido y expresarla p¨²blicamente por cualquier medio de comunicaci¨®n.
Es necesario, pues, que el congreso a celebrar tienda la mano, de una forma expresa y p¨²blica, a los comunistas apartados o expulsados, y que los mismos sean recuperados en un PCE que responda a la trayectoria de lucha y democracia que tuvo en la clandestinidad.
Ello lleva, asimismo, a la necesidad de que la direcci¨®n del PCE tome una decisi¨®n de renovar la cara de los dirigentes. No es posible, en un sistema democr¨¢tico, que los principales responsables de la direcci¨®n pol¨ªtica que llev¨® al fracaso electoral de la magnitud que tuvo el PCE el 28-0 puedan seguir ocupando los esca?os parlamentarios en representaci¨®n de los comunistas en Espa?a.
En el congreso a celebrar deber¨ªa plantearse la elaboraci¨®n de una alternativa comunista a los problemas que actualmente tiene Espa?a, abandonando de una vez, por tanto, formulaciones pol¨ªticas err¨®neas que no corresponden al contenido de las ideas marxistas que han inspirado a los comunistas espa?oles. Ese debate, abierto y leal, es imprescindible para que los distintos sectores que hoy no est¨¢n dentro del PCE puedan reincorporarse al mismo.
La renovaci¨®n de la direcci¨®n pol¨ªtica del PCE con personas con imagen p¨²blica de dimensi¨®n nacional, que puedan representar y catalizar esa s¨ªntesis necesaria, resultar¨¢ imprescindible si se quieren hacer cre¨ªbles las modificaciones que el congreso estableciera, ofreciendo una nueva imagen del PCE capaz de hacer recuperar la confianza y la esperanza a todos los que pensamos que el socialismo sigue siendo un objetivo por el que merece la pena pelear.
es abogado y ex militante del PCE.
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