No hay dinero para nuevos aviones contra incendios
Una cuesti¨®n t¨¦cnica de alta importancia social, como es la conservaci¨®n de los bosques, deriva en un problema pol¨ªtico por choque de intereses entre la Administraci¨®n central y las autonom¨ªas
Las numerosas y variadas autoridades que intervienen en la lucha contra el fuego disponen de amplios recursos: aviones, parques de bomberos, brigadas del Instituto para la Conservaci¨®n de la Naturaleza (Icona), fuerzas militares y de seguridad del Estado, e incluso cualquier ciudadano puede ser movilizado al efecto. La tesis que predomina en la Administraci¨®n es que la lucha contra el fuego depende esencialmente de los equipos en tierra y del trabajo preventivo; sin embargo, tambi¨¦n la limpieza previa de los bosques est¨¢ lejos de ser exhaustiva, puesto que el esfuerzo en ese terreno alcanza, cada a?o, al 0,4% de la superficie arbolada.A los problemas t¨¦cnicos se a?aden otros claramente pol¨ªticos, al estar en discusi¨®n tanto las responsabilidades para la protecci¨®n civil en Espa?a -te¨®ricamente confiadas a una direcci¨®n general del Ministerio del Interior- como la transferencia de competencias del Icona a las comunidades aut¨®nomas. Dicho organismo da empleo temporal a unas 10.000 personas para reforzar su guarder¨ªa forestal, lo cual representa uno de los presupuestos m¨¢s importantes del Ministerio de Agricultura, y provoca forcejeos para establecer Si esa competencia debe ser transferida o no. Los partidarios de la centralizaci¨®n alegan que dicha competencia se ejerce m¨¢s eficazmente all¨ª donde contin¨²a siendo estatal; por su parte, las autoridades catalanas echan la culpa de lo sucedido en Gerona precisamente a lo que no les ha sido transferido, que es la cobertura a¨¦rea.
Una calamidad p¨²blica
A todo esto, lo que se discute es la manera de luchar contra una aut¨¦ntica calamidad p¨²blica, que entre 1970 y 1981 calcin¨® 911.905 hect¨¢reas arboladas, con p¨¦rdidas materiales superiores a los 150.000 millones de pesetas y la muerte de 115 personas. Frente a dicha situaci¨®n se adoptaron medidas a fines de la d¨¦cada de los setenta y comienzos de la actual, tanto con la adopci¨®n de un plan contra incendios forestales (denominado INFO) como con la devoluci¨®n de una parte importante de montes comunales a los vecinos de Galicia y otros lugares especialmente sensibles al fuego provocado. El resultado es que los incendios comenzaron a remitir en 1982, y este a?o su nivel ha bajado un 30% m¨¢s respecto al per¨ªodo anterior.
As¨ª, el espectacular incendio de Gerona -al que hab¨ªa precedido otro en Tarragona, con varios muertos- aviva la pol¨¦mica, a la b¨²squeda del responsable de que se hayan quemado tantos ¨¢rboles. El alcalde de Gerona sostiene que los aviones intervinieron demasiado tarde; el Icona niega toda negligencia en el uso de la cobertura a¨¦rea; las autoridades aut¨®nomas responsabilizan a la Administraci¨®n central; y la Direcci¨®n General de Protecci¨®n Civil, te¨®rica responsable de la coordinaci¨®n de todos los medios, tercia que lo m¨¢s importante es la vigilancia previa ejercida en los bosques, que "en Catalu?a se encuentra muy abandonada".
Aviones no utilizados a 50 kil¨®metros del fuego
Tanto los expertos de Protecci¨®n Civil como los del Icona coinciden en la eficacia del servicio de bomberos de la Generalitat, pero a condici¨®n de que se mantengan brigadas forestales conocedoras del terreno y muy repartidas geogr¨¢ficamente. Una vez que el fuego se extiende, seg¨²n estas fuentes, los aviones se convierten en un elemento m¨¢s psicol¨®gico que verdaderamente decisivo: "la acci¨®n del avi¨®n no es m¨¢s que la de escupir sobre el fuego; puede enfriar una zona para facilitar la acci¨®n de los equipos de tierra, pero son ¨¦stos los que realmente han de apagarlo. Cuando un incendio tiene 500 metros de frente es absurdo pensar que un avi¨®n pueda apagarlo, y por eso es tan importante actuar en cuanto surge el foco".
El Icona, responsable directo de la cobertura a¨¦rea, sostiene adem¨¢s que su actuaci¨®n respecto al incendio de Gerona fue correcta, al haber enviado a lo largo del domingo, 17 de julio, hasta tres hidroaviones desde Madrid para reforzar a los dos ya destacados en Catalu?a, "agot¨¢ndose as¨ª todos los medios de apoyo a¨¦reo disponibles". Lo cierto es que el Icona ten¨ªa en aquel momento cuatro hidroaviones m¨¢s, uno en Baleares, otro en Jerez y dos en Galicia, pero no fueron movilizados para mantener una reserva en puntos alejados que no pod¨ªan dejarse totalmente desguarnecidos; seg¨²n su director, ?ngel Barbero, ese d¨ªa hab¨ªa fuegos declarados en Baleares y en las cercan¨ªas de Madrid.
Esta escasez de aparatos, por lo menos en las primeras 24 horas del fuego, pod¨ªa haberse paliado con el uso de hidroaviones franceses, cuya base estaba a 50 kil¨®metros del escenario del fuego. Pero ¨¦stos s¨®lo pudieron intervenir cuando el incendio gerundense llevaba tres d¨ªas consecutivos de actividad. Seg¨²n fuentes oficiales de Catalu?a, la intervenci¨®n de los aviones franceses no se realiz¨® antes por la actitud "negligente y obstruccionista" del Icona. El director de este Instituto rechaza tal acusaci¨®n, afirmando que no fue consultado sobre la intervenci¨®n de aparatos franceses y que tampoco ten¨ªa capacidad de proponer esa ayuda. Y agrega: "De hecho, estos aviones han sido a veces solicitados por autoridades locales catalanas sin ni siquiera informar de ello al Icona, incluso en ocasiones en que hab¨ªa aviones espa?oles disponibles".
La Administraci¨®n alega, por su parte, que la inexistencia de un convenio con Francia imped¨ªa la entrada de aparatos franceses sin m¨¢s tr¨¢mite. Fuentes del Ministerio del Interior aseveran que el propio titular del departamento se puso en contacto con su colega franc¨¦s, Gaston Defferre, tan pronto como fue alertado del peligro.
Esa conversaci¨®n hispano-francesa al m¨¢ximo nivel se produjo el lunes: fue muy larga, gir¨® en torno a cuestiones tales como el reciente atentado de Par¨ªs contra el aeropuerto de Orly -Barrionuevo ofreci¨® la colaboraci¨®n de la polic¨ªa espa?ola-, y, entre otros temas, el ministro espa?ol solicit¨® a su colega franc¨¦s el env¨ªo de aviones a Gerona para ayudar a la extinci¨®n del incendio.
Cuando los hidroaviones franceses pudieron llegar al escenario del fuego, la tarde hab¨ªa avanzado tanto que la visibilidad era muy escasa, por lo que su presencia result¨® m¨¢s bien simb¨®lica. De este modo qued¨® plenamente a salvo la cuesti¨®n de que las relaciones de Estado a Estado se llevan a trav¨¦s de la Administraci¨®n central y no por contactos de otro tipo -como los que intentaba la Generalitat-, aunque para ello tuvieran que arder m¨¢s ¨¢rboles. A esas alturas se hab¨ªan quemado 1.500 hect¨¢reas de bosque y el incendio tocaba a su fin.
Todo el mundo tiene una explicaci¨®n para su actuaci¨®n, pero del conjunto de explicaciones se trasluce una realidad: por un problema administrativo y legal, aviones contra incendios situados a 50 kil¨®metros del fuego no pudieron intervenir hasta la tarde del tercer d¨ªa del mismo, y mientras tanto, los aparatos espa?oles que reforzaron la dotaci¨®n de Reus tuvieron que viajar desde una base mucho m¨¢s lejana y empezaron a arrojar agua entre 15 y 24 horas despu¨¦s de que el incendio comenzara a adquirir grandes proporciones. A su vez, no est¨¢ claro si los servicios en tierra actuaron con toda la eficacia deseable.
La dif¨ªcil renovaci¨®n de la flota
Por lo que se refiere al problema global de la protecci¨®n a¨¦rea frente a incendios forestales, parece claro que la flota actual se encuentra mermada en sus posibilidades. Pero renovarla supone problemas econ¨®micos. Un hidroavi¨®n Canadair, como los que Espa?a tiene en la actualidad, cuesta alrededor de 800 millones de pesetas. Cada hora de vuelo representa un costo comparable al mantenimiento diario de un equipo de 50 hombres en tierra, que pueden ocuparse no s¨®lo de la extinci¨®n del fuego cuando ¨¦ste se declara, sino de la apertura de cortafuegos y limpieza de la maleza, que con las altas temperaturas y la sequedad ambiente de esta ¨¦poca arde como la estopa. Y a ello hay que a?adir el mantenimiento de los aparatos, necesitados de continuas revisiones y cambios de piezas. El leona no hace una comparaci¨®n directa entre costo de la hora de vuelo y costo de la jornada de los equipos en tierra, porque afirma que ambos son necesarios, pero es un dato a tener en cuenta.
Por otra parte, la flota comienza a estar obsoleta: fue adquirida entre 1971 y 1976, y no ha estado precisamente inactiva -cinco aparatos se han estrellado y nueve tripulantes resultaron muertos-, hasta el punto de que la cuarta parte de los hidroaviones no se encuentra en condiciones de operar. Simplemente la renovaci¨®n de la flota operativa supondr¨ªa 8.600 millones de pesetas. Ni esa cantidad ni ninguna otra figura en el presupuesto del leona del presente a?o.
En cuanto a la posibilidad de que otros servicios estatales atiendan estas necesidades, algunas teor¨ªas sostienen que !a protecci¨®n civil ha de dejar de ser en Espa?a algo simb¨®lico. Pero esa teor¨ªa tropieza con la realidad de los hechos. A t¨ªtulo de ejemplo, la cantidad de 8.600 millones de pesetas, antes mencionada, supera en 61 veces el presupuesto de inversiones de la Direcci¨®n General de Protecci¨®n Civil para 1983. En cuanto al pr¨®ximo a?o, en que este organismo recibir¨¢ "un sustancial aumento", el presupuesto esbozado para inversiones en 1984 es inferior al precio de un solo aparato.
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