Los bandos
La otra noche, en la verbena de este rotativo matutino/manchego, el alcalde Tierno nos ech¨® un preg¨®n del que asimismo se ha dado noticia y resumen en estas p¨¢ginas. Los pregones de Tierno (que alguien calific¨® un d¨ªa de quevedescos, por aproximaci¨®n y sin acierto) tienen una doble lectura, claro, y digo doble por simplificar. De una parte son verdad y de otra son iron¨ªa. Tengo escrito que decir las cosas con iron¨ªa es decirlas dos veces, como la flecha india untada de curare, que mata clav¨¢ndose y adem¨¢s envenena. Quiz¨¢ Tierno, mediante sus bandos arcaizantes e ir¨®nicos, ir¨®nicamente arcaizantes, consigue que el buen pueblo de Madrid atienda m¨¢s y mejor a sus recomendaciones municipales. M¨¢s y mejor de lo que ha atendido nunca la prosa adusta, ordenan cista y t¨¦rpida de los bandos tradicionales. De Quevedo, nada, naturalmente. Algo de Cervantes y mucho siglo XVIII o neoclasicismo que es el siglo que Tierno le lleva de ventaja a Marx, cronol¨®gica mente. Esa escritura ondeante, orlada de sentido com¨²n, y atenta a una adjetivaci¨®n correcta y bella, nada tiene que ver con las s¨ªntesis violentas de las met¨¢foras barrocas, con sus sinestesias y su sentido po¨¦tico de la tautolog¨ªa y la frase de ida y vuelta. Tierno, en fin, no es un barroco, sino un racionalista que arrastra por el XVIII y Montesquieu toda la iron¨ªa alcarre?a de Cervantes. En sus bandos hay un revolucionario de raz¨®n y concepto, atenido a formas l¨®gicas de la escritura, pues que persigue la educaci¨®n del p¨²blico en general mediante la comprensi¨®n inmediata de lo que ha dicho o escrito.As¨ª es todo el enciclopedismo, salvo la genialidad verbal de Voltaire. Aqu¨ª vale lo que alguien dijo de la obra de Proust: "Es una revoluci¨®n con buenos modales". Proust ven¨ªa de Saint-Simon, de modo que todo es coherente. Tierno ha conseguido que sus bandos sean populares por regocijantes y regocijantes por arcaizantes. Si detr¨¢s de eso no viene la eficacia (el cumplimiento) es que las cosas no tienen l¨®gica, y para Tierno la tienen. Pero veamos el bando verbenero/ecologista de la otra noche, y todos los bandos de Tierno (que, como es sabido, van a editarse en libro), mediante una lectura inversa: Tierno utiliza ir¨®nicamente una escritura que es la suya real, profunda, personal, la que corresponde a su gusto y formaci¨®n. La iron¨ªa es aqu¨ª s¨®lo el pudor del neocl¨¢sico que no se atreve a presentarse como tal. Los ensayos y escritos pol¨ªticos, sociol¨®gicos o literarios de Tierno (que tanto le¨ªamos a escondidas, cuando entonces) est¨¢n hechos en una prosa dura, conceptual, precisa y, quiz¨¢, a veces premiosa. Bajo la dictadura, este hombre escrib¨ªa mediante el rigor de no desperdiciar una sola palabra. En la democracia y la alcald¨ªa se entrega al hedonismo literario del yo, se nos descubre jugando, y ya sabemos que el ludismo es la verdad ¨²ltima del hombre. Sus bandos, pues, son doblemente educativos, c¨ªvicos, por lo que dicen y por c¨®mo lo dicen. Tierno no renuncia a instruir deleitando. Y, sobre todo, deleit¨¢ndose. Algo de esto, mucho m¨¢s atenuado y contenido, encontramos en toda la prosa de Manuel Aza?a de la pol¨ªtica al intimismo; una tendencia levemente arcaizante que, por controlada y voluntaria, resulta entre l¨ªrica e ir¨®nica. (No as¨ª los arca¨ªsmos de Azor¨ªn, desprovistos de iron¨ªa, que son mero recurso de un escritor poco creativo). De todo lo cual sale que Tierno es un revolucionaio ut¨®pico, alcalde natural del idioma por cuanto cree en la virtud regenerativa de las palabras, en que el lenguaje tiene la doble funci¨®n de instruir y deleitar, resumidas ambas en una: convencer. En sus bandos, como en los cartones de Goya y los refranes de Sancho Panza, se da esa conjunci¨®n espa?ola de tanta eficacia hist¨®rica. Intelectuales/ pueblo.
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