Miriam, Juan y 'el pobre Rafi'
(... ) El ¨²nico peque?o defecto de las declaraciones es que olvidan alg¨²n que otro detalle, ciertamente de ¨ªndole menor, en comparaci¨®n con el tremendo da?o causado a esta simp¨¢tica pareja de j¨®venes arist¨®cratas. Olvidan, por ejemplo. que el pobre Rafi, este muchacho que no demostraba que era como hab¨ªa que ser, no vive en una casa de Somosaguas, como ellos, sino en una celda de la enfermer¨ªa de la c¨¢rcel de Carabanchel, rodeado de intrigas y amenazas, con una condena de 56 a?os sobre sus espaldas. Olvidan, por ejemplo, que el pobre Rafi, a quien cuantos conocen describen como incapaz de causar da?o f¨ªsico a una mosca, fue declarado culpable de asesinato, en un proceso plagado de irregularidades, sin que el ministerio fiscal lograra presentar ni una sola prueba en su contra. Olvidan, por ejemplo, que -el pobre Rafi no reivindica su inocencia -y la de su padre, tan alegremente acusadoa trav¨¦s de p¨¢ginas de huecograbado reservadas a la gente de derechas de toda la vida, sino mediante una obstinada huelga de hambre que ya le ha restado 10 kilos de peso, alterando sus constantes vitales y coloc¨¢ndole en la pista de despegue de un vuelo sin retorno.No es que al hacer menci¨®n a todo ello pretendamos reprochar a esta simp¨¢tica pareja de j¨®venes arist¨®cratas el absoluto y brutal desinter¨¦s que a lo largo de toda su exposici¨®n demuestran por la pat¨¦tica suerte de quien, a fin de cuentas, contin¨²a siendo el marido de ella y el cu?ado de ¨¦l. Nuestro ¨²nico prop¨®sito es subrayar que muy amplios sectores de la opini¨®n p¨²blica se sienten mucho m¨¢s inc¨®modos que Juan y Miriam con el veredicto emitido por el tribunal que presidi¨® el extravagante magistrado Bienvenido Guevara y que, frente a su inter¨¦s por cerrar elegantemente, pero a costa de el pobre Rafi, este enojoso episodio de sus vidas, debe prevalecer el inter¨¦s social, que reclama un esfuerzo mucho m¨¢s serio que el desplegado hasta ahora para que resplandezca la verdad ( ... ).
Dijimos que la decisi¨®n judicial nos parec¨ªa precipitada e injusta, y seguimos manteni¨¦ndolo, a pesar de la alucinante nota con que nos replic¨® la fiscalia. El Tribunal Supremo debe impedir que una persona cuya culpabilidad no ha quedado de-mos-tra-da -en esta palabra est¨¢ la clave del asunto- se pudra entre rejas de por vida. Rafael Escobedo est¨¢ obligado a poner fin a su huelga de hambre, con objeto de poder aportar en ese nuevo envite judicial todo cuanto sabe y a¨²n no ha dicho. Y a la polic¨ªa m¨¢s le valdr¨ªa , entre tanto, intentar recuperar su arruinado prestigio, iniciando una nueva investigaci¨®n mucho m¨¢s seria, rigurosa y honesta que la que en su d¨ªa condujo el megal¨®mano inspector Romero.
25 de julio
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