A modo de carta abierta a T¨¤pies
Acabo de leer tu art¨ªculo El 'reencuentro oficial' con Dali. Ni que decir tiene que en lo fundamental estoy de acuerdo en lo que dices. Discrepar¨ªa, pero, en centrar la pol¨¦mica en el hecho Dal¨ª. Anticipo que a m¨ª tampoco me interesa ni su obra (coincido en que a partir de 1936-1940 se convierte en un pintor sin inter¨¦s), ni su actitud frente a la misma, ni ese aspecto decadente con el que, dir¨ªa que casi como resumen de actuaci¨®n y tambi¨¦n con gran sentido period¨ªstico, apareci¨® fotografiado con motivo de la inauguraci¨®n de esta exposici¨®n de 'reencuentro'. Todo ¨¦sto puede, pero, quedarse evidentemente en un hecho puramente anecd¨®tico.Creo que ese reverencialismo al que aludes es m¨¢s preocupante que ese centrar la pol¨¦mica en un juego de progresistas o reaccionarios, de derechas o izquierdas. Es m¨¢s preocupante porque es lo que se cree en las altas esferas pol¨ªticas del pa¨ªs. La grandilocuencia del t¨ªtulo de la exposici¨®n -Dali, 400 obres-, valo rando quiz¨¢ m¨¢s la cantidad que la calidad, los respaldos, etc, no es m¨¢s que el reflejo de una lucha, de una triste lucha, por con seguir la mayor tajada posible en un hipot¨¦tito reparto de obras. Las tristes pol¨¦micas por ver quien aglutina mayor n¨²mero de visitantes, de ver si aqu¨ª o all¨¢ se exponen mayor n¨²mero de obras o si se obtiene alguna en r¨¦gimen especial. Todo se ha convertido en un pobre espect¨¢culo, real mente en una horterada en len guaje de Manuel Vicent.
Digo que el hecho es m¨¢s preocupante, sobre todo en lo que a Catalu?a se refiere, y adem¨¢s de porque tambi¨¦n nos toca m¨¢s de cerca, porque era algo que pod¨ªa plantearse desde el principio mismo, porque nuestra capacidad de organizaci¨®n estaba por encima de toda duda y tambi¨¦n, claro, porque ten¨ªamos en ello una enorme ilusi¨®n. Este hecho y otros muchos de los que ya apuntabas en los art¨ªculos que publicaste hace un a?o bajo el t¨ªtulo general de "Una reflexi¨®n sobre las diferencias entre la 'cultura oficial' y la 'cultura real'". Y creo que las cosas desde entonces, a pesar de la creaci¨®n, dentro de la Conseller¨ªa de Cultura de la Generalitat catalana, del Servei d'Arts Pl¨¢stiques, han cambiado muy poco, y no hago apolog¨ªa del cambio. Quiz¨¢s un ligero barniz de operatividad, pero sin que se haya afrontado el problema de fondo, y todo sigue en una pol¨ªtica cultural de artes pl¨¢sticas de andar por casa, provinciana, evidentemente no exportable y sin sentido.
No se trata de hjcer repaso a una gesti¨®n. No es evidentemente mi funci¨®n, y ya lo hizo, en su momento, Vict¨®ria Combalia. Pienso que todo lo que se ha hecho no es pr¨¢cticamente ni criticable. No es criticable porque no es apenas algo que se sostenga. El problema est¨¢ en la idea. Querer hacer pol¨ªtica cultural, en este caso de ¨¢rtes pl¨¢sticas, sin una idea, se me configura como imposible. Se me puede decir que s¨ª hay una idea porque ¨¦sta es la que genera la realidad de lo que se est¨¢ haciendo y que ¨¦sto es lo que se quiere. Si es as¨ª, al menos que se diga, para no quedamos nuevamente. en la ambiguedad. Yo voy, pero, a la idea en profundidad, a la idea a partir de la cual se dibuja un programa de actuaci¨®n, un programa s¨®lido y a largo plazo, que pudiera sostenerse en sus bases a¨²n en el caso de un cambio del poder ejecutivo. Tendr¨ªamos algo real, bueno o malo, pero real. Ah¨ª cre¨ªa iba a estar la aportaci¨®n de Daniel Giralt Miracle como jefe de servicios, pero, resultados a la vista, se ha seguido configurando solamente una pol¨ªtica contemporizadora, de cofoisme, de exposiciones, de reencuentros y hono-
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A modo de carta abierta a T¨¤pies
Viene de la p¨¢gina 9 res, que parece, por otra parte, ser lo que est¨¢ a la moda. Es decir: lo inmediato, lo que cubre y barniza una situaci¨®n.
Lo grave, al menos para una parte, creo que importante, del mundo de la pl¨¢stica, y ¨¦sto Daniel Giralt Miracle lo sabe y me gusta creer que est¨¢ con nosotros, es que ¨¦ste debe ser un tema que no interesa a nadie, que no es rentable al menos desde el punto de vista de esas altas esferas, ni econ¨®mica ni electoralmente. Y si no, ?c¨®mo es posible que no se haya hecho ning¨²n pronunciamiento p¨²blico?. En, digamos, recientes declaraciones de nuestro Conseller de Cultura a EL PA?S, no se citaba ni una sola vez, ni por ¨¦l ni por el periodista que le entrevistaba, a las Artes Pl¨¢sticas. Y no es s¨®lo un problema de la Generalitat, aunque s¨ª es desde donde habr¨ªa que coger el toro por los cuernos. Porque la Regidora de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, tambi¨¦n en declaraciones, ¨¦stas de post campa?a, dec¨ªa en lo referente al arte que se trataba de comprar cuadros a los j¨®venes (?).
No se si es cuesti¨®n de que hablemos ahora, otra vez, del Museu d'Art Modern, de ese a?orado Museu d'Art Contemporani, o de la poca atenci¨®n que recibe la Fundaci¨®n Joan Mir¨®, en la que la generosidad de Mir¨® no creo que se haya visto compensada con el enriquecimiento de la colecci¨®n con la compra de alguna obra que, estando en el mercado, pod¨ªa de alguna manera completar la lectura mironiana. Lo mismo, o parecido, se podr¨ªa decir del Museu Picasso y del mismo Dal¨ª.
La cosa est¨¢ clara y, politiqueo de instituciones aparte, la realidad es que el dinero se inclin¨® por Dal¨ª, por el 'reencuentro', por el reverencialismo y la fanfarria.
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