Un mundo extinguido
Con su roja y cuadrada narizota, su largu¨ªsima camiseta, igualmente roja, su silla y su guitarra, el payaso Charlie Rivel, con m¨¢s condecoraciones que un mariscal sovi¨¦tico, era, a sus 86 a?os, la viva imagen de un mundo extinguido.Hab¨ªa nacido en Cubelles (Barcelona), el a?o 1896. Su padre, Pere Andreu Pausas, era hijo de Barcelona, de la popular barriada de Sants. A los 15 a?os, Pere Andreu abandon¨® el oficio de su padre, un modesto carpintero, y se incorpor¨® a la tropa de un circo miserable que hab¨ªa levantado su carpa en las cercan¨ªas de la plaza de Espa?a. En aquel circo, Pere Andreu conoci¨® a una chica francesa que pasaba el alambre, Mar¨ªa Luisa Laserre, y se cas¨® con ella. Un buen d¨ªa del a?o 1896, camino de Tarragona, la pareja se detiene en Cubelles: ¨¦l, Pere Andreu, hace el trapecio, pero Mar¨ªa Luisa se encuentra mal, no puede trabajar. Se sienta en un banco de la plaza y se echa a llorar. Espera un hijo. Ese hijo, Jos¨¦, nuestro Charlie Rivel, nacer¨ªa en el desv¨¢n del caf¨¦ de Cubelles, gracias a la insistencia de la hija de los due?os del caf¨¦, una muchacha de 16 a?os. El bautizo del futuro payaso fue sonado. Hubo muchos regalos. El cura ofreci¨® una gallina -para hacer un caldo para la madre del peque?o- y cinco pesetas. A la criatura se le puso el nombre de Jos¨¦, porque as¨ª se llamaba el alcalde de Cubelles, quien de todas todas quiso ser el padrino del nuevo cristiano. Como puede verse, el mundo en que naci¨® Charlie Rivel era un mundo m¨¢s pr¨®ximo a Zampano y a Gelsomina, a la mula y al buey, que al ?C¨®mo est¨¢n ustedesss? y a las escuelas de circo de los pa¨ªses socialistas del Este. Un mundo hoy completamente extinguido.
El circo 'de antes'
El mundo en que aprendi¨® Jos¨¦ era el del circo de antes, un mundo en el que los artistas dispon¨ªan de tiempo y espacio para respirar, para ensayar, para crear y perfeccionar sus n¨²meros; un mundo regido por el rigor y la superaci¨®n. Un mundo de color y de magia, que se reflejaba en las telas de Mir¨®, de Villon, de Klee, de L¨¦ger, de Rouault, de Lagar y de Picasso; un mundo que lograba suscitar y aglutinar la mejor poes¨ªa vanguardista de los a?os veinte, la poes¨ªa de un Max Jacob, de un Paul Eluard, de un Cocteau... Por aquellos a?os, entre el 1925 y el 1930, en el c¨¦lebre Circo Medrano, de Par¨ªs, triunfaba una atracci¨®n sensacional. La compon¨ªan tres hermanos, y seg¨²n cuenta Sebasti¨¤ Gasch, cronista excepcional, como lo ser¨ªa Ram¨®n, de aquel mundo y de tantos otros mundos extinguidos; los tres eran j¨®venes, nuevos, y su ¨¦xito fue algo fulminante. Se llamaban Charlot, Polo y Ren¨¦. Los Rivels.
Con el nombre de Rivels presentaban un n¨²mero de trapecios bajos, y con el de Andreu otro de payasos. Eran los hijos, tres de los hijos, de Pere Andreu Pausas y Mar¨ªa Luisa Laserre. Charlot era Jos¨¦, el desaparecido Charlie Rivel; Polo vive en Par¨ªs y est¨¢ retirado; Ren¨¦ falleci¨®. Los otros hijos fueron: Mar¨ªa Luisa, muerta a los 18 a?os; Marcelo, muerto en accidente, y Rogelio, que vive en Barcelona y todav¨ªa act¨²a en alguna que otra primera comuni¨®n.
El Charlot de Jos¨¦ ten¨ªa una explicaci¨®n muy sencilla. En el n¨²mero de los trapecios bajos, Jos¨¦ imitaba a Charlot, el personaje creado por Chaplin. Al parecer, la imitaci¨®n era soberbia. "?Me imita usted o soy yo quien le imita?", parece ser que le dijo un d¨ªa Chaplin a Andreu. La United Artists le puso un pleito, pero lo perdi¨®: "Es parodia y es legal", sentenci¨® el juez. Cuenta Gasch que el gran ¨¦xito de Andreu no ten¨ªa su origen en el parecido sorprendente con el prodigioso mimo cinematogr¨¢fico, sino en sus condiciones de excepcional acr¨®bata. Charlot Rivels desposey¨® a la criatura cinematogr¨¢fica de su condici¨®n sentimental, lo arranc¨® de? mundo convencional del cine y lo introdujo en el ambiente inmediato y directo de la pista, creando un n¨²mero circense qu¨ªmicamente puro. Con el tiempo, Charlot se convirti¨® en Charlie. El sombrero hongo, el bigote y el bast¨®n de ca?a fueron sustituidos por la roja narizota, la largu¨ªsima camiseta, la silla y la guitarra. El Rivels perdi¨® la ese final, y, separado ya de sus hermanos, Jos¨¦ Andreu dio vida al payaso Charlie Rivel, un personaje de leyenda, como Grock, como los Fratellini, uno de los nombres m¨¢s ilustres de la historia del circo. Un mundo extinguido.
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