Aqu¨ª no pudo existir
Este pa¨ªs tridentino, que se ha pasado la historia quitando la vida a cuanto era alegre, ha tenido el caprichoso privilegio de dar a luz a uno de los m¨¢s grandes genios del cine, a un artista excepcional, que ha afectado rincones tan secretos del hombre como para que en cualquier pa¨ªs del mundo se le haya concedido el aplauso y la admiraci¨®n.Aqu¨ª, sin embargo, Luis Bu?uel no pudo existir. Le sumaron a esa larga lista de espa?oles prohibidos, tachados, maldecidos, que viv¨ªan en el exilio y ten¨ªan que ser secretos sellados. El cine de Bu?uel nos lleg¨® de o¨ªdas, sin imagen. O mitificado por la clandestinidad de aquella ¨²nica copia de Viridiana que se hab¨ªa salvado milagrosamente de la quema de los censores y porque, de lejos, la m¨²sica de los festivales extranjeros y el comentario unificado dec¨ªan que, rodara donde rodara, el cine de Bu?uel ol¨ªa a Espa?a.
Tan secos de libertades est¨¢bamos que le¨ªmos su cine antes de verlo entero y decentemente, y tuvimos que empapamos de las mil lucubraciones de aquellos libros que trataban de reducir sus misterios a consignas; los escrib¨ªan curas ortodoxos a los que Bu?uel tent¨® m¨¢s profundamente que la reformas conciliares, psicoan¨¢lisis turbados por tanta imaginaci¨®n, anarquistas, cient¨ªficos y magos...
Una vez que el director quise regresar a este su primer pa¨ªs, confiado en su propia desilusi¨®n pol¨ªtica, recibi¨® uno de los mayores esc¨¢ndalos de la historia del cine 31 de las libertades del hombre. S¨®lo hasta 16 a?os despu¨¦s de haber conseguido para una pel¨ªcula espa?ola, por vez primera, la Palma y de Oro del festival de Cannes, no pudo estrenarse su Viridiana en Espa?a, y curiosamente, como prueba de que ello no fue posible antes, el mismo d¨ªa en que se legaliz¨® el Partido Comunista. Durante el largo tiempo que separaba esa fecha del final de la guerra, la n pel¨ªculas de Bu?uel se vieron raramente en las pantallas de nuestr o pa¨ªs.
Es f¨¢cil responderse al por qu¨¦ nuestros censores se horrorizaron ante algunas de sus pel¨ªculas y prohibieron que nos comunicara su risa de lo sagrado, pero m¨¢s complicado entender c¨®mo se apa?aron para interpretar con malicia la inocencia profunda que anida en la mayor parte de su cine. O quiz¨¢ es que precisamente en esa inocencia est¨¢ la ra¨ªz de su libertad, de su alegr¨ªa, de su corrosi¨®n, y los censores no pod¨ªan soportarlo sin dejarse provocar tambi¨¦n por su propuesta. Ver el cine de Bu?uel es adentrarse en el peligro de cruzar la frontera y entender la vida desde el lado que s¨®lo acepta al hombre en libertad.
Fan¨¢ticamente antifan¨¢tico
Quiz¨¢ no entendimos bien a Bu?uel al principio, cuando comenzamos a conocerle realmente, a causa de nuestra justa preocupaci¨®n por o¨ªr de Espa?a, en t¨¦rminos urgentes, que citaran el horror de cada d¨ªa. Bu?uel rascaba m¨¢s adentro. Fan¨¢ticamente antifan¨¢tico, como se defin¨ªa, huy¨® del panfleto salvo en los a?os de guerra, cuando no dud¨® en luchar por la Rep¨²blica. Pero antes y despu¨¦s encontr¨® en su cine un punto de vista m¨¢gico que trascend¨ªa las im¨¢genes que pasaban por sus ojos haci¨¦ndolas nuevas y misteriosas; hasta cuando denunci¨® con coraje la miseria de Las Hurdes, supo mostrar algo m¨¢s que el hambre y lleg¨® al origen de la injusticia, dejando que la imaginaci¨®n enriqueciera el documento. Quiz¨¢ tardamos en dejarnos poseer por esas im¨¢genes creyendo a¨²n en el realismo, pero el d¨ªa en que descubrimos a Bu?uel supimos que ya no podr¨ªamos dejar de vivir con ¨¦l.
Desde aquel estremecedor plano del ojo cortado de Un perro andaluz hasta la ¨²ltima imagen de la mujer desdoblada de Ese oscuro objeto del deseo, el cine de Bu?uel se ha entretejido por los caminos del esc¨¢ndalo y el humor, la lucidez y el absurdo. Marcado por el superrealismo, aquel movimiento que triunf¨® en lo accesorio y fracas¨® en lo esencial", seg¨²n dec¨ªa, se dej¨® influir tambi¨¦n por el melodrama, sintetizando as¨ª la vida cultural de Francia y M¨¦xico, los pa¨ªses que le dieron cuanto Espa?a le negaba. La mezcla fue explosiva. Aqu¨ª, una bomba.
?Hab¨ªa que o¨ªr aquellos coloquios de cine clubes donde sus pel¨ªculas mexicanas se diseccionaban y como un cad¨¢ver, dejando escapar las mariposas vivas que escond¨ªan dentro! Sin humor, con miedo a s sentirse turbados, los instructores de aquellos encuentros nos inventaron un cine de mensajes que Bu?uel nunca hab¨ªa hecho, confundi¨¦ndonos, hasta que por nuestra cuenta descubrimos lo que luego escribir¨ªa con acierto Emilio Sanz de Soto: "No rebusqu¨¦is en Bu?uel nada indescifrable. Todo es una pura transparencia. Eso s¨ª, no una transparencia cualquiera: la transparencia de un gran poeta."
Bu?uel no es separable del ¨²ltimo gran movimiento vivo que ha tenido la cultura espa?ola, el que se sit¨²a en 1927. Entonces s¨ª fue posible una esperanza y, con ella, la ilusi¨®n de una moral nueva que "exaltaba la pasi¨®n, la mixtificaci¨®n, el insulto, la risa mal¨¦vola, la atracci¨®n de las simas", un sue?o de cambios que de la vida hiciera una obra de arte. Pero tantas desgracias han asolado a este pa¨ªs desde entonces que la recuperaci¨®n de aquella viveza, de aquel af¨¢n nuevo, se hace tan lejana como improbable. ?C¨®mo imaginar el esp¨ªritu de una generaci¨®n que puede asegurar esto: "No hemos sido v¨ªctimas de una ilusi¨®n. Aunque a alguno le resulte dificil de creer, hemos amado verdaderamente"?
Deseo de ruptura
Un profundo deseo de ruptura ha inspirado el cine de Bu?uel: su moral ha nacido de la esencia de lo ignorado, de los sue?os. La vida puede ser mejor porque a¨²n est¨¢ por descubrir. El sue?o es un arma y por eso quiso Bu?uel seguir so?ando hasta la muerte. Dirigi¨® pel¨ªculas que nacieron de sue?os, entremezcl¨® sue?os en la vida diurna del hombre porque no se separan sus distintas realidades por la conciencia ni por la moral; lleg¨® a divertirse tanto con lo so?ado que hasta como broma seria dec¨ªa: "Si la pel¨ªcula queda corta, meter¨¦ un sue?o". Vio as¨ª el mundo de forma singular, se ri¨® de ¨¦l y sufri¨® con sus desgracias. Cal¨® la est¨¦tica del cine revolucion¨¢ndolo con su esp¨ªritu de vanguardia. Pero nosotros, aqu¨ª, no tuvimos mas que vagas noticias de todo ello, condenados a no enteramos de su genio hasta mucho tiempo despu¨¦s. El cine de Bu?uel no es, sin embargo, de coyuntura. Tiene viva su capacidad turbadora, su poes¨ªa, y podemos seguir enriqueci¨¦ndonos durante muchos a?os m¨¢s.
S¨®lo que Bu?uel no aportar¨¢ ya nuevas obras.
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