Los nuevos enciclopedistas
Encuentro a Roberto Matta en casa de Julio Ram¨®n Ribeyro, en uno de esos atardeceres largos de la primavera parisiense. Hac¨ªa bastantes a?os que no lo ve¨ªa. A sus setenta y tantos es un hombre todav¨ªa juvenil, lleno de vivacidad, delgado, ¨¢gil, bromista. Lleva un traje de tela italiana, una camisa de colores fuertes, con cuello de puntas largas y volantes, corbata de lana, bast¨®n a la antigua. Los ojos le brillan y tiene los cabellos blancos un poco disparados."Te encuentro m¨¢s grande", me dice, mir¨¢ndome hacia arriba, ri¨¦ndose, y yo me r¨ªo y no digo nada. El ¨²nico signo de edad que hab¨ªa descubierto en ¨¦l hab¨ªa consistido en verlo dos o tres cent¨ªmetros m¨¢s bajo. Ha comprobado, con cierta sorpresa, que sectores de la izquierda chilena que hab¨ªan cortado el di¨¢logo conmigo a ra¨ªz de la publicaci¨®n de mi libro sobre la Cuba de Fidel Castro vuelven a conversar. Le recuerdo, a este respecto, una frase de Jos¨¦ Bergam¨ªn: "S¨®lo volver¨¦ al redil cuando deje de ser redil".
"Lo que pasa", dice Matta, "es que nadie gana nunca. Nadie puede pretender ganar, imponer por completo su punto de vista. Hay que admitir las victorias y las derrotas a medias. Lo dem¨¢s es fascismo, totalitarismo".
Explica que muchas personas, al verlo viajar a Cuba, piensan que mantiene posiciones sectarias, excluyentes. Se define, sin embargo, como una persona de di¨¢logo, de reflexi¨®n, de cr¨ªtica. Siempre he pensado, por mi parte, que su pintura corresponde a una visi¨®n cr¨ªtica corrosiva, profunda. ¨²ltimamente se ha dedicado a ilustrar el tema del Rey Ubu, de Alfred Jarry: cr¨ªtica del poder en su expresi¨®n grotesca, cruel, opresiva, b¨¢rbara; del poder absurdo y satisfecho de s¨ª mismo. Ubu ignorante, grosero, ventrudo, sentado en el trono y coronado.
"He trabajado mucho en mi vida", dice Matta. "No sabes todo lo que he trabajado. Anda a ver mi exposici¨®n en Barcelona, en el barrio g¨®tico, y lo comprobar¨¢s".
En La Coupole, siguiendo una costumbre que le conozco, pide vinos car¨ªsimos, que bebe con rapidez y con fruici¨®n, discretamente controlado por Germana, su mujer, y habla de los personajes de su adolescencia chilena. La gente que actuaba en esa ¨¦poca, los pol¨ªticos, los figurones sociales, los jerarcas de la Iglesia, sus compa?eros de curso, miembros de la vieja clase dirigente, pasan a integrar una galer¨ªa delirante, surrealista. Matta mira de pronto las botellas y los platos que se han acumulado en la mesa. Somos una decena de chilenos, escritores, pintores, cantantes, cr¨ªticos, reunidos por azar en medio del bullicio de La Coupole, a las dos de la madrugada. "?Y qui¨¦n va a pagar todo esto?", pregunta Matta con una especie de asombro atemorizado, infantil. Nos cuenta entonces que sus cuadros se han puesto car¨ªsimos, s¨®lo accesibles al presupuesto de grandes instituciones -museos, municipios, casas de cultura-, y que sus gastos se han vuelto infinitos. Ha desarrollado un leve delirio paranoico en relaci¨®n a los servicios de impuestos. "?Es terrible!", exclama. Al fin y al cabo tiene que mantener una casa, un antiguo convento, en Tarquinia; otra, en Sicilia; un departamento en el barrio Latino de Par¨ªs; otra residencia en un lugar llamado Boissy-sansavoir ("Antes se llamaba Boissy-sans-avoir-peur, Boissy sin tener miedo"); otra, en el coraz¨®n de Londres. Casas, cuadros, colecciones de arte primitivo, y parece abrumado, aterrorizado por el asedio, por el fantasma de los cobradores fiscales.
Las historias de Matta se sit¨²an siempre en un punto ambiguo, indefinible, entre la realidad y la fantas¨ªa pura. No se sabe, ni conviene saber, d¨®nde termina la realidad y d¨®nde comienza la fantas¨ªa. Una vez me cont¨® su enamoramiento de Gabriela M¨ªstral; cuando acababa de salir de Chile ten¨ªa 19 a?os y se alojaba en la casa de la poetisa en Lisboa. "Estaba en la tina de ba?o, jabon¨¢ndome, y sufr¨ª un desmayo. Despert¨¦ en la gran cama de Gabriela, desnudo, cubierto de jab¨®n, mientras ella se inclinaba sobre m¨ª con aire preocupado. '?B¨¦same, Gabriela!', le dije, y ella sonri¨® ir¨®nica. 'Yo podr¨ªa ser tu abuela, chiquito...'"!
He pensado muy a menudo en el parecido de Roberto Matta con Vicente Huidobro. Ambos fueron animadores originales, imaginativos, fantasiosos, de la vanguardia art¨ªstica. Ambos se relacionaron con la vanguardia pol¨ªtica desde posiciones independientes, m¨¢s bien individualistas, como francotiradores. Francotiradores feroces y certeros en muchos casos. Ambos fueron cosmopolitas: Par¨ªs, Madrid, Santiago, en el caso de Huidobro; Par¨ªs, Nueva York, Roma, La Habana, en el de Matta. Ambos fueron hijos disidentes, revoltosos, de la vieja clase dirigente chilena de origen castellano-vasco: Vicente Garc¨ªa Huidobro Fern¨¢ndez y Roberto Matta Echaurren. Los dos huyeron de este ancestro, tendieron al ocultamiento incluso del nombre, para redescubrirlo a cada instante. Lo redescubr¨ªan en un pa¨ªs irreal, producto de la fantas¨ªa, de la memoria creativa. La paloma blanca del Esp¨ªritu Santo, erigida en el centro de la laguna del parque de Santa Rita pas¨® a formar parte de la imaginaci¨®n po¨¦tica huidobriana, una imaginaci¨®n en que los temas religiosos se funden curiosamente con las invenciones de la est¨¦tica creacionista. La paloma del Esp¨ªritu Santo parec¨ªa desprenderse del pesado humus de uno de los vi?edos tradicionales del pa¨ªs, propiedad familiar y escenario de la infancia. Hay que poner atenci¨®n en esa figura de Cristo y en ese parasubidas celeste que aparecen en Altazor.
La pintura de Matta est¨¢ llena tambi¨¦n de alusiones al vuelo, a una libertad espacial y sideral, a la posibilidad de una nueva s¨ªntesis, un humanismo del siglo XXI, que incorpora las grandes inquietudes cient¨ªficas, pol¨ªticas, religiosas, del pasado. En este aspecto, Ecuatorial y Altazor, dos poemas centrales de Vicente Huidobro, hacen juego, en m¨¢s de alg¨²n sentido, con lo mejor de la pintura de Matta, la pintura que describe los nuevos espacios de la mente contempor¨¢nea.
No me extra?a, por eso, que Matta me hable de la enciclopedia del futuro, la enciclopedia del segundo centenario de la Revoluci¨®n Francesa. Dice que la libertad de los esclavos, en el siglo XVIII, parec¨ªa una utop¨ªa completa. Hubo necesidad de crear conciencia en la humanidad durante m¨¢s de un siglo, hasta que la utop¨ªa se transformara en evidencia general, acatada por todos los sectores.
"Ahora tenemos que hacer lo mismo con respecto al armamentismo", dice Matta. "El armamentismo es algo tan monstruoso como la esclavitud, que condena a la humanidad al atraso y a su posible destrucci¨®n".
La nueva enciclopedia ser¨¢ un instrumento importante para abrir la mente, para hacer que la aparente utop¨ªa del desarme mundial se transforme en una evidencia irresistible. ?Por qu¨¦ no? Matta avanza con rapidez, con agilidad juvenil y pasos ligeramente chaplinescos. De pronto se detiene y habla agitando su bast¨®n, bajo los ¨¢rboles del Luxemburgo. Traza las fugaces y ambiciosas im¨¢genes de un humanismo del futuro, como si las estuviera pintando en el aire.
En los dibujos del rey Ubu ha elaborado su versi¨®n personal del dilema de civilizaci¨®n y barbarie, el tema por excelencia de la cultura americana. "Pero lo m¨¢s importante son estas cosas", murmura, mostrando con gestos r¨¢pidos, nerviosos, sus seres espaciales, sus exposiciones rojas y amarillas, sus l¨ªneas incandescentes. Son los horizontes mentales de un humanismo pr¨®ximo. El que habla, Roberto Matta, mezclando chilenismos de 1930 con giros italianos, franceses, que forman un lenguaje que por momentos es necesario adivinar, se concibe a s¨ª mismo como un enciclopedista del futuro, un enciclopedista suelto, libre, que lanza sus contribuciones desde una trinchera propia. Son dardos que tenemos que interceptar al vuelo. Chispazos. Iluminaciones. Matta, joven de setenta y tanto a?os, recoge la herencia de Vicente Huidobro, y m¨¢s all¨¢ de Vicente Huidobro, la de Rimbaud. Es el desarreglo de los sentidos que conduce, a trav¨¦s de la ruptura, a cambiar la vida. Matta se propone ahora contribuir a cristalizar esa herencia, a consolidarla en la enciclopedia del segundo centenario, punto de partida del humanismo del porvenir.
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