El 'no' de los partidos al ej¨¦rcito
Los partidos tradicionales uruguayos han sabido decir no a los militares, haci¨¦ndolo con innegable sentido de la oportunidad y templando bien sus movimientos. Esto les permitir¨¢, probablemente, aguantar la embestida que ya ha comenzado.Porque los uniformados del Cono Sur s¨®lo conocen una forma de reaccionar ante una negativa de inspiraci¨®n democr¨¢tica s¨®lidamente apoyada en la opini¨®n mayoritaria del pueblo: la ciega embestida de la represi¨®n. Seg¨²n el juicio cr¨ªtico de muchos observadores de este progresivo derrocamiento del r¨¦gimen militar, que se inici¨® con el plebiscito constitucional de 1980, los dirigentes blancos y colorados han tardado demasiado tiempo en plantarse firmemente sobre la arena.
As¨ª piensan quienes han visto con escepticismo todo intento negociador de una apertura concebida y predeterminada por los detentadores del poder.
El Partido Nacional y el Partido Colorado, en cambio, acompa?ados ahora por el peque?o y cat¨®lico partido de la Uni¨®n C¨ªvica, han preferido llevar hasta sus ¨²ltimas posibilidades el tr¨¢mite del di¨¢logo. En el marco de esa estrategia, que supuso la aceptaci¨®n de una legalidad provisional antidemocr¨¢tica, han llevado a los militares a demostrar su absoluta incapacidad para comprender las aspiraciones democr¨¢ticas del pueblo, reiteradamente expresadas. Las reuniones negociadoras comenzadas el 13 de mayo se rompieron el 5 de julio en medio de un ambiente exasperado.
A lo largo de esas seis semanas, las fuerzas armadas pugnar ron por unas reformas constitucionales que perpetuaran su control sobre las instituciones y sobre los ciudadanos, mientras que los pol¨ªticos defendieron el sistema democr¨¢tico conocido y amado por los uruguayos. Producida la ruptura, decisi¨®n en la que las fuerzas pol¨ªticas exhibieron una firme unidad de criterios y de acci¨®n, las esperanzas' de la mayor¨ªa en aquella negociaci¨®n se transformaron en un escepticismo dinamizador de nuevas acciones.
Los partidos convocaron a sus dirigentes y a sus congresos, elegidos por el voto popular en noviembre de 1982. Estas asambleas, aun bajo la amenaza y la efectiva represi¨®n de los tribuna lei militares, han funcionado con una especie de conciencia de re presentaci¨®n nacional. Con diferencias entre ellos, mostr¨¢ndose los blancos m¨¢s temperamentales y desorganizados, y los colorados m¨¢s reflexivos y cohesionados, comenzaron a crear hechos pol¨ªticos que tend¨ªan a lanzar al pa¨ªs a una nueva etapa en el camino de la recuperaci¨®n democr¨¢tica.
Rechazaron el intento de imposici¨®n de una constituci¨®n y convocaron, para el s¨¢bado 6 de agosto, una gran concentraci¨®n popular.
Las autoridades militares, como era previsible, denegaron el permiso para la realizaci¨®n del acto. En esta ¨²ltima fase ha tenido un especial protagonismo el Partido Colorado.
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