El Rey invita al Gobierno socialista a desarrollar con cohesi¨®n, prudencia y acierto su programa pol¨ªtico
El rey Juan Carlos pronunci¨® ayer unas palabras de salutaci¨®n y de aliento a los miembros del Gobierno, en el curso de la reuni¨®n del Consejo de Ministros que, presidida por el Monarca, se celebr¨® en el palacio de la Almudaina, sede de la Capitan¨ªa General de Baleares. Es la cuarta vez que el Rey preside un Consejo de Ministros: dos con Arias Navarro y la ¨²ltima, el 9 de junio de 1976, en la primera reuni¨®n del primer Gobierno de Adolfo Su¨¢rez. Tambi¨¦n entonces don Juan Carlos pronunci¨® un discurso en el que alent¨® al nuevo Gobierno, el que har¨ªa la reforma pol¨ªtica, a conectar con las aspiraciones del pueblo. Ayer el Rey invit¨® al Gabinete socialista a desarrollar con cohesi¨®n, prudencia y acierto su programa pol¨ªtico.
Las palabras de don Juan Carlos fueron las siguientes:"Permitidme, antes de nada, un saludo muy cordial para todos y que les exprese mi satisfacci¨®n porque nos reunamos hoy aqu¨ª, en esta be lla ciudad de Palma de Mallorca, y en un ma rco tan espl¨¦ndido como el del viejo palacio de la Almudaina.
Agradezco profundamente la pe t¨ªci¨®n que me ha sido formulada para presidir esta sesi¨®n, que presenta la singularidad de suponer el desplazamiento del Gobierno y de los servicios del Consejo de Ministros hasta esta hospitalaria tierra en la que les deseo que el agrado de la estancia est¨¦ en raz¨®n inversa de su corta duraci¨®n.
Pero con s¨®lo mi agradecimiento personal no har¨ªa honor a la importancia que atribuyo a esta reuni¨®n He de realzar tambi¨¦n su ?significado institucional, pues da realidad una previsi¨®n espec¨ªfica de nuestra Constituci¨®n, destinada a instrumentar la informaci¨®n de la Corona en los asuntos de Estado, a trav¨¦s del Consejo de Ministros.
Este acto testimonia, pues, una nota de normalidad en el funcionamiento ordinario de las instituciones y constituye un contacto oficial entre el Rey y el Gobierno constituido como consecuencia de las elecciones del pasado 28 de octubre. Esta normal relaci¨®n entre los poderes del Estado encierra un significado importante, tanto desde el punto de vista del Gobierno como de la instituci¨®n mon¨¢rquica.
La Corona alienta la obra del Gobierno
Al lado de las funciones representativas, moderadoras y arbitrales, y junto al simbolismo de la unidad y permanencia del Estado, corresponde a la Corona alentar, d¨ªa a d¨ªa la obra del Gobierno leg¨ªtimamente constituido -cualquiera que sea su signo- y promover el equilibrio entre los poderes operativos del Estado. La influencia y la cooperaci¨®n de la Corona se dirige m¨¢s al orden moral que al ejecutivo y se produce a trav¨¦s de la sugerencia, el est¨ªmulo y el consejo.
No es, por tanto, la Corona una magistratura abstracta y solitaria que se limita a contemplar desde la c¨²spide del Estado el panorama pol¨ªtico y social, sin necesidades objetivas de informaci¨®n.
Si as¨ª se entendiese, esta interpre taci¨®n supondr¨ªa desde el punto de vista jur¨ªdico y pol¨ªtico un radical desconocimiento de la esencia cons titutiva de la instituci¨®n mon¨¢rquica y una dificultad evidente para que el Rey pueda cumplir las funciones que le encomienda la Constituci¨®n
En este sentido, quiero poner de manifiesto y ponderar el alto servicio que a la Corona prestan los des pachos peri¨®dicos con el presidente del Gobierno y los que tambi¨¦n mantiene con distintos ministros.
Pero si la especial trascendencia de los asuntos as¨ª lo exigiese y la conveniencia de informaci¨®n lo hiciera aconsejable, no puede dudarse de la procedencia y eficacia de encuentros como el de hoy, para m¨ª tan grato, con el Consejo de Ministros.
Esta certeza sobre la validez instrumental de una informaci¨®n objetiva y solvente, consecuencia de una deliberaci¨®n y de un intercambio franco de opiniones, ¨²til a la Corona para el cumplimiento de unas funciones que deben caracterizarse por la permanencia y la continuidad, encuentra hoy una clara justificaci¨®n cuando los espa?oles ensayamos una nueva andadura pol¨ªtica, a la que todos hemos de colaborar con nuestro esfuerzo.
Paz, concordia y progreso
Porque un Estado es la obra de un delicado proceso, distendido en el tiempo y dirigido siempre a conseguir y consolidar conquistas ordenadas a la paz, a la concordia y al progreso de los ciudadanos.
Es, en suma, una obra com¨²n una obra de tibdos. En el plano pol¨ªtico, de las mayor¨ªas y de las mino r¨ªas. En el plano social, de la trama tejida por el conjunto de las institu ciones.
La Corona, en su misi¨®n al servicio de Espa?a, aspira a acumular en su propia experiencia tada una de las conquistas consolidadas por el tiempo; aspira a constituirse en fedataria hist¨®rica de toda una tradici¨®n acumulada a partir de los principios y valores fundamentales encamados en nuestra Constituci¨®n; aspira, sobre todo, a ejercer sus cometidos con el designio de que la vigencia de esos principios y valores no se extinga nunca, cualesquiera que sean las circunstancias y vicisitudes que el destino nos depare.
Tal vez es ¨¦sta la trascendental conclusi¨®n que procede extraer de un acto en apariencia tan sencillo como el que hoy nos congrega.
No querr¨ªa terminar estas breves palabras de salutaci¨®n y de sencillo an¨¢lisis del significado de esta reuni¨®n, sin haceros llegar tambi¨¦n mi est¨ªmulo y mi aliento en la acci¨®n de Gobierno.
Vivimos tiempos en que gobernar resulta un quehacer bastante dif¨ªcil.
A la crisis general que asedia a las sociedades de nuestro entorno se a?aden para nosotros problemas especialmente complejos que a veces se ti?en de penosa pesadumbre.
Nos esforzamos afanosamente en superar recelos del pasado y en encontrar nuestro lugar en el concierto de los pueblos, sin desdoro para nuestra propia estimaci¨®n nacional. Asistimos con preocupaci¨®n e impotencia a conflictos fratricidas que desgarran una zona del mundo especialmente querida, en la que ferment¨® nuestro legado cultural.
En el interior, la crisis econ¨®mica muestra su crudeza entre nuestras empresas y nuestra poblaci¨®n trabajadora.
Invitaci¨®n a la moderaci¨®n
Algunas conductas p¨²blicas que ofenden los s¨ªmbolos de nuestra unidad y reniegan expl¨ªcitamente del com¨²n destino, llenan nuestro ¨¢nimo de desasosiego. Las acciones del terrorismo despiadado provocan nuestra indignaci¨®n.
Pero el aspecto sombr¨ªo del panorama que contemplamos no puede hacemos caer en la tentaci¨®n del des¨¢nimo y del pesimismo.
Desde la posici¨®n de imparcialidad de la Corona quiero tan s¨®lo recordar que la historia de nuestro pueblo no ha sido nunca una historia f¨¢cil. Y que quiz¨¢s por ello y por las energ¨ªas vitales de nuestra sociedad, no carecemos de recursos espirituales, materiales y t¨¦cnicos para superar aquellas dificultades.
Tal es la sustancial responsabilidad que corresponde a la acci¨®n del Gobierno: activar todas esas energ¨ªas y recursos; ejercer, con el mayor apoyo de la raz¨®n y de la voluntad, el mandato popular que le ha sido conferido; desarrollar con cohesi¨®n, con prudencia y acierto su programa pol¨ªtico; inspirar y alimentar la esperanza de todos nuestros compatriotas en el futuro.
A esa gran tarea les emplazo. A esa gran tarea ofrezco continuar entregando mi contribuci¨®n para bien de Espa?a".
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