Xavier de Sade, descendiente del marqu¨¦s
Vive en Champa?a (Francia), velando por el buen uso de su apellido y publicando los escritos in¨¦ditos de su tatarabuelo
"Todas las dinast¨ªas reinantes actualmente en Europa", -explica, "son descendientes de los Luxemburgo, incluso el rey Juan Carlos, que fueron, despu¨¦s de los se?ores de Coucy, los propietarios de esta fortaleza, construida hacia el a?o 130V. Decorado luego con frescos y lienzos de Watteau, Oudry y Dal¨ª ("Las obras del espa?ol las compramos hace pocos a?os"), el castillo de Cond¨¦-en-Brie sirve como marco de bodas y bautizos ("La gente se divierte, pero es muy respetuosa"), conciertos de c¨¢mara y obras de teatro ("Tenernos una sala de m¨²sica del siglo XVIII de valor incalculable, y entre los tapices y los muebles se consigue una ac¨²stica asombrosa"). Esos alquileres han librado del hambre a la familia de Sade.En 1945, Xavier consigue, huir de un campo de concentraci¨®n en Siberia, donde lleg¨® procedente de otro en Silesia. Los nazis le hab¨ªan deportado acusado de ser jud¨ªo ("Yo no lo soy, pero me cogieron cuando pasaban a prisioneros evadidos de la Francia ocupada a la libre: deslices de juventud..."). Los sovi¨¦ticos a?adieron siete meses de cautiverio al a?o y medio infligido por los alemanes. Tras recorrer a pie Rusia y Polonia, llega a Francia y s¨®lo encuentra ruinas del castillo medieval. Reconstruirlo iba a ser tarea de los siguientes 20 a?os. "Los obuses de uno y otro bando hab¨ªan hundido los techos y quedaban pocos muros".
'Algo libertino'
El ba¨²l secreto, donde solamente la abuela sab¨ªa que estaban los peligrosos escritos de su antepasado, hab¨ªa sido salvado astutamente por la anciana, quien lo tuvo escondido en uno de los graneros mientras los soldados se dedicaban al pillaje. "Siendo ni?o, recuerdo haber visto ese ba¨²l, pero hubiera sido peor que un sacrilegio acercarse a ¨¦l, por lo que no llegu¨¦ a saber qui¨¦n era Donat¨ªen de Sade hasta que le¨ª un art¨ªculo en Le Figaro, a mis 27 a?os".
Cansado de que s¨¢dico y sadismo sean utilizados cotidianamente "como sin¨®nimos de crimen y sordidez", De Sade vitupera contra los medios de comunicaci¨®n y no se cansa de repetir que su tatarabuelo no mat¨® a nadie ni siquiera cometi¨® violaciones, y que si se comport¨® de manera algo libertina fue porque sus acompa?antes, mujeres incluidas, dieron su consentimiento. "Hay una distancia enorme, adem¨¢s", matiza despu¨¦s el marqu¨¦s, "entre lo que escribe y lo que llega a practicar, aunque quiz¨¢ le falt¨® tiempo. De todas maneras, visto desde ahora, lo que hac¨ªa resulta c¨®mico".
La filosof¨ªa sadiana no parece entusiasmarle, y de quedarse con algo "elegir¨ªa las cartas de amor a la esposa", con quien no lleg¨® a consumar el matrimonio. Casarse con Ren¨¦e Pelagie hab¨ªa sido un asunto de familia, a nadie se le ocurri¨® pedirles opini¨®n a los interesados, quienes siguieron Vi¨¦ndose en la Bastilla. Prisi¨®n que permiti¨® al pecador tener "una celda con dos habitaciones, comedor, sal¨®n de t¨¦ y mayordomo". Xavier ense?a la genealog¨ªa familiar mientras recuerda que Donatien nunca visit¨® el castillo de Brie. Al llegar a Tecla y Petronila, que van a la escuela del pueblo, al ¨²ltimo marqu¨¦s de Sade se le cae la baba de satisfacci¨®n.
Llamarse Sade no fue una panacea despu¨¦s de la fama que se cre¨® el Divino, lo que aparece bien patente en la an¨¦cdota que cuenta Xavier, desternill¨¢ndose: "A la Inquisici¨®n espa?ola le falt¨® tiempo para prohibir un tratado sobre peces escrito por un hijo de Donatien; pensar¨ªan que era pornogr¨¢fico".
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