Chile en el coraz¨®n
En septiembre de 1973, la noticia del asesinato de Salvador Allende me lleg¨® en pleno rodaje de Tama?o natural, y todav¨ªa recuerdo la lividez en los semblantes de Michel. Piccoli y Luis Berlanga mientras nos derrumb¨¢bamos en uno de los divanes de que formaban parte del decorado de la'pel¨ªcula. El piso polvoriento del madrile?o barrio de Salamanca, en donde Berlanga recrea ba las obsesiones de un dentista por una mu?eca life size, alcanz¨®, en ese momento, una dimensi¨®n de refugio antia¨¦reo. Al otro lado de aquellas paredes estaba el desaliento. No s¨®lo el que se asentaba s¨®lidamente sobre nuestras cabezas desde hac¨ªa casi cuarenta a?os: tambi¨¦n ese otro desaliento ajeno, de otros pueblos, otras gentes, que te hace creer que el mal siempre recupera fuerzas para golpear de nuevo.D¨ªas m¨¢s tarde se nos iba tambi¨¦n Pablo Neruda, aumentando hasta la exasperaci¨®n la lista de poetas muertos de tristeza. Y muchos de nosotros pens¨¢bamos que aquello no iba a tener fin. Nosotros, que durante tantos a?os nos acostumbramos a escrutar el NoDo para descubrir los signos de la decrepitud, a leer entre l¨ªneas para percibir el inicio de otra era, no pod¨ªamos imaginar que el pueblo chileno no iba a permitir que el tirano llegara a cumplir en paz su d¨¦cimo aniversario en el poder.
Los peri¨®dicos se han llenado con el eco de los. actos de valor, con el bullir de la indignaci¨®n y con la indomable resistencia de quienes se niegan a vivir como perros. Los telediarios nos han mostrado ventanas acribilladas yj¨®venes apaleados, hemos,visto el orgullo de las v¨ªctimas y escuchado el canto a deg¨¹ello de los verdugos.
Chile, diez a?os despu¨¦s, cuando aqu¨ª ya tenemos una democrac¨ªa que asegura a sus ciudadanos el derecho a vivir en paz, nos brinda una lecci¨®n a quienes tuvimos que asumir la verg¨¹enza de que el dictador muriera en su cama tras haberse llevado a tantos inocentes, tantos poetas por delante. Chile viene a recordarnos que el eslogan acu?ado en tiempos de la Unidad Popular -"El pueblo unido jam¨¢s ser¨¢ vencido"- no es s¨®lo un estribillo que se canturrea cuando conviene. Es el pueblo, ahora, en Chile, el que va a sacar al monstruo de su cueva.
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