Las diferencias Reagan-De la Madrid sobre Centroam¨¦rica, evidenciadas a pesar de un comunicado conjunto conciliador
Miguel de la Madrid y Ronald Reagan, en su primera reuni¨®n como presidentes de M¨¦xico y EE UU, celebrada el domingo en La Paz (Estado mexicano de Baja California Sur) no encontraron un lenguaje com¨²n que sirviera para avanzar en el camino hacia una soluci¨®n negociada de la crisis centroamericana. Aunque el comunicado conjunto menciona el apoyo de Reagan a la gesti¨®n del grupo de Contadora y destaca el apoyo de ambos presidentes a los principios de no intervenci¨®n y la libre autodeterminaci¨®n, la realidad de los discursos quit¨® todo su valor a los formalismos diplom¨¢ticos. No obstante, el portavoz de la Casa Blanca, Larry Speakes, afirm¨® ayer en Nueva Orleans que los acuerdos hab¨ªan sido "muy amplios y profundos".
"En esta reuni¨®n fueron mucho m¨¢s importantes los discursos de los presidentes que el comunicado conjunto", manifest¨® en La Paz un alto funcionario de la canciller¨ªa mexicana.Ronald Reagan no pudo ser m¨¢s categ¨®rico y claro al explicar su forma de pensar, y tambi¨¦n, posiblemente, de actuar, para encontrar una salida a la crisis. El mandatario norteamericano condiciona el respeto a la no intervenci¨®n al cese del apoyo a "los elementos subversivos que buscan desestabilizar a otros pa¨ªses", palabras que dejan el aire la duda de si Estados Unidos se reserva el derecho a intervenir en el istmo en el caso de que no cese este apoyo.
Mucho m¨¢s directo estuvo Ronald Reagan cuando habl¨® del principio de autodeterminaci¨®n de los pueblos. "Hemos luchado en guerras precisamente por ese principio", dijo antes de se?alar que ¨¦l cre¨ªa que las personas pod¨ªan ser capaces de determinar sus propias alternativas. Pero alternativas del gusto de Estados Unidos. "Esa es la raz¨®n por la cual hemos respondido a las peticiones de asistencia de algunos de nuestros vecinos latinoamericanos", dijo el presidente.
La confrontaci¨®n en Centroam¨¦rica es tambi¨¦n una confrontaci¨®n Este-Oeste, seg¨²n el presidente Reagan, y la tensi¨®n que existe en la zona s¨®lo podr¨¢ disminuir con la retirada de los asesores y la congelaci¨®n de la adquisici¨®n de armas. Es una referencia indirecta a la declaraci¨®n de Canc¨²n, porque la evacuaci¨®n de los elementos extranjeros, incluidos los norteamericanos, s¨®lo ser¨¢ posible si pueden ser retirados sin poner en peligro la seguridad del ¨¢rea.
Aunque la presidencia mexicana hab¨ªa insistido en que los puntos prioritarios de la agenda de la reuni¨®n eran los asuntos econ¨®micos bilaterales y que el presidente llegaba a La Paz para defender los intereses de M¨¦xico, Miguel de la Madrid, al menos p¨²blicamente, habl¨® poco sobre este aspecto.
En sus intervenciones, De la Madrid prefiri¨® referirse a la vocaci¨®n latinoamericana de M¨¦xico y a su solidaridad con los "empe?os de justicia, de desarrollo y de paz". Tambi¨¦n manifest¨® el presidente mexicano su deseo de que los pueblos de la regi¨®n, "hermanos nuestros", logren ser due?os de su voluntad y de su destino.
"Ello lo podr¨¢n hacer", agreg¨® en una directa alusi¨®n a los conceptos de su coleg a norteamericana, "si todos respetamos los principios de la autodeterminaci¨®n y el principio de no intervenci¨®n. Este es el esp¨ªritu del grupo de Contadora".
Los mexicanos no quer¨ªan hablar mucho sobre la crisis centroamericana, quiz¨¢ porque tem¨ªan que no iban a registrarse avances ni conseguirse acuerdos concretos. "Tenemos puntos de vista diferentes en cuanto al enfoque t¨¢ctico", dijo el secretario de Estado, George Schultz, al referirse a las diferencias entre M¨¦xico y Estados Unidos.
"La definici¨®n de libre autodeterminaci¨®n no admite ¨ªnterpretaciones subjetivas", dijo su colega mexicano Bernardo Sep¨²lveda, quien tambi¨¦n se?al¨® que las posiciones registradas en La Paz sobre Centroam¨¦rica hab¨ªa quedado reflejadas en los discursos pronunciados por Reagan y De la Madrid. Ambos discursos fueron muy diferentes.
Tampoco la reuni¨®n fue un ¨¦xito en el terreno que m¨¢s interesaba a los mexicanos. La preocupaci¨®n del Gobierno, repetida incesantemente por el canciller Sep¨²lveda, era, sin duda, la cuesti¨®n de las relaciones bilaterales y dentro de ellas las de orden econ¨®mico.
El presidente De la Madrid y la delegaci¨®n mexicana intentaron defender la posici¨®n de M¨¦xico contra "el proteccionismo excesivo" de Estados Unidos, y no ocultaron su deseo de que el sistema general de preferencias fuera ampliado. "Si podemos aumentar nuestras ventas tambi¨¦n podremos comprar m¨¢s" era el argumento.
El comunicado conjunto de la entrevista dif¨ªcilmente puede satisfacer las aspiraciones mexicanas: "Los dos jefes de Estado examinaron los problemas relativos a subsidios e impuestos compensatorios y se comprometieron a resolverlos tan pronto como sea posible".
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