El p¨¢jaro
Estoy solo en casa viviendo con un p¨¢jaro. No nos vemos a menudo pero se le oye piar quedamente y graznar de s¨²bito en series fren¨¦ticas, como un poseso. A ¨¦l tambi¨¦n llegar¨¢n mis ruidos, el de esta m¨¢quina que lo menciona, por ejemplo. No se trata de un p¨¢jaro simp¨¢tico. Mucha gente siente que gran parte de los p¨¢jaros, a causa del pico, no pueden ser amables. Y yo soy, a mi pesar, de esta opini¨®n tras convivir con este ser hosco, de coraz¨®n obstinado y secuaz. Ni me quiere a m¨ª ni ha querido nunca a ning¨²n miembro de la familia. Se comprender¨¢ la pesadumbre de mantenerlo entre nosotros.Todos nuestros prop¨®sitos de acercamiento y conciliaci¨®n, fueran por el camino de la ternura -puesto que se trata de un individuo de menor talla-, por el camino de la pedagog¨ªa -puesto que se trata de un periquito con su puesta capacidad para farfullar- o por la escueta relaci¨®n de facilitarle alimentos y limpieza, han abocado en el fracaso. Desconcertados, nos llegamos a preguntar sobre el desarreglo de su sistema nervioso central, pero abandonamos la investigaci¨®n por exceso. No se consideraba muy probable este tipo de lesiones. Trat¨¢ndose de p¨¢jaros, quiero decir.
Para m¨ª, y puesto que su apariencia es buena, su conducta podr¨ªa estar provocada por una determinada causa exterior. Pero, y aqu¨ª llegamos a lo m¨¢s inconfensable, ?qu¨¦ otro exterior puede concebirse que no sea nuestro hogar y nosotros mismos? ?Ser¨¢ la mera contemplaci¨®n de nuestras vidas Ia que le saca de quicio? Hasta el momento ninguno de los que somos ha osado plantearlo. Pero, en general, ?qui¨¦n no ha sentido alguna vez fijando su vista en los ojos de un animal, que su mirada nos abarca y nos juzga con certeza?
Ni la hoja de lechuga o el hueso de sepia, ni el mijo vitaminado o el agua mineral que le servimos un tiempo por si encontraba demasiado clorada la del grifo, cambiaron las cosas. Este p¨¢jaro nos odia con una dureza inaudita. Cabr¨ªa, es evidente, dejarlo volar, regalarlo. Pero optar por alguno de estos remedios comportar¨ªa negar para siempre la ocasi¨®n de ser queridos ?Eliminarlo? Nadie quiere que muera. Si vivo rechaza nuestra existencia ?c¨®mo habr¨ªa de ser su rechazo desde la muerte? Sencillamente, estamos atrapados.
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