Las fuerzas pol¨ªticas italianas preparan la sucesi¨®n del presidente Pertini dos a?os antes del fin de su mandato
Dentro de dos a?os finaliza el mandato presidencial de Sandro Pertini. Sin embargo, la sustituci¨®n de este hombre lleno de simpat¨ªa y que ha robustecido el prestigio moral de esta instituci¨®n, plantea serias dificultades que son ya abordadas por los pol¨ªticos Italianos. Las fuerzas pol¨ªticas se preparan ya para afrontar la batalla por la sucesi¨®n en la jefatura del Estado, cuyos poderes son honor¨ªficos seg¨²n la Constituci¨®n.
El Parlamento italiano surgido de de las elecciones pol¨ªticas del pasado junio, tendr¨¢ que elegir por sufragio secreto dentro de dos a?os exactamente, al nuevo presidente de la Rep¨²blica, en sustituci¨®n del popular anciano socialista Sandro Pertini. Esta cuesti¨®n y la posibilidad de que vuelva a ser elegido son ya tema de debate en Italia y hace presumir una dif¨ªcil batalla.Los problemas que han planteado los cinco a?os de presidencla de Pertini son grandes. Como es sabido, en este pa¨ªs la instituci¨®n de la Jefatura del Estado es casi honor¨ªfica.
El presidente de la Rep¨²blica no tiene pr¨¢cticamente ning¨²n poder legislativo. Pero de repente lleg¨® el octogenario socialista y estableci¨® una soluci¨®n de compromiso trasla triste historia de la ¨²ltima presidencia del democristiano Giovanni Leone, que, golpeado por los esc¨¢ndalos, se vio obligado a dimitir. Cuando nadie se lo esperaba, el buen Sandro se meti¨® al pa¨ªs en el bolsillo.
Pertini ha suplido los pocos poderes constitucionales de la presidencia con un incre¨ªble prestigio moral, y una fascinante popularidad de tal forma que se ha convertido, en una especie de santa Rita a la que se acude en todos los momentos dif¨ªciles y de desesperaci¨®n.
Un reciente ejemplo de ello es el caso de Benedetto Supino, el joven de 16 a?os de la provincia de Formia que trae en jaque a m¨¦dicos y psic¨®logos. El joven, ante cuya presencia arden objetos y se hacen cisco las instalaciones el¨¦ctricas, es motivo de preocupaci¨®n y angustia para sus padres. ?Qu¨¦ hacer? Muy sencillo, escribir a Sandro Piertini pidiendo "que les ayude".
Las peticiones m¨¢s curiosas, dram¨¢ticas e incre¨ªbles llegan cada d¨ªa a la mesa de Pertini. Le escriben desde ni?os a los que se les ha roto la mu?eca, magistrados y detenidos en espera de proceso a drogadictos.
Su fuerza
Su fuerza est¨¢ en que es un hombre limpio, que nunca ha sido el centro de comentarios en voz baja y que es capaz de censurar duramente a sus propios compa?eros de partido. Es un raro personaje pol¨ªtico que no tiene pelos en la lengua, ni usa los medios cl¨¢sicos de la diplomacia tradicional. Por esta raz¨®n despierta pasiones, entusiasmos, cr¨ªticas y perplejidades y lo cierto es que su sustituci¨®n empieza a crear graves problemas.Los candidatos para sustituirle dentro de dos a?os se est¨¢n ya entrenando para la carrera hacia el Quirinal. Pero, al mismo tiempo, se rumorea de forma un¨¢nime que "ser¨¢ dif¨ªcil encontrar otro como Pertini".
"Si se volviera a presentar como candidato, lo votar¨ªamos aunque tuviera 100 a?os", han dicho incluso algunos diputados y senadores que no le hab¨ªan votado.
Sin embargo, Pertini en una ocasi¨®n dijo: "Estoy seguro de que hoy no me votar¨ªa el 90% de los parlamentarios que lo hizo entonces porque me tienen miedo".
?Y si se cambiara la Constituci¨®n y se decidiera elegir al presidente de la Rep¨²blica por votaci¨®n popular? En este caso no hay duda de que la gente lo elegir¨ªa de nuevo votar¨ªa plebiscitariamente otra vez a pesar de haber cumplido ya los 80 a?os.
Lo cierto es que est¨¢ en el programa del nuevo Gobierno replantear el problema de la instituci¨®n de la Jefatura del Estado, que hasta la llegada de Pertini no hab¨ªa despertado especiales preocupaciones. Ahora se ha puesto de manifiesto quepodr¨ªa ser una instituci¨®n muy importante en este pa¨ªs.
Hay quien piensa ya en dar a este cargo mayores poderes constitucionales, reducir su mandato a de siete a cinco a?os sin que pueda ser renovado y en la posibilidad de que el presidente pueda ser elegido por sufragio popular. Esto lo desear¨ªan, por ejemplo, los socialistas y los socialdem¨®cratas y, por supuesto, los rad¨ªcales.
Pero el problema es pol¨ªtico y el debate ser¨¢ duro. Una elecci¨®n por votaci¨®n popular supondr¨ªa dotar de un mayor poder a la presidencia de la Rep¨²blica. Cualquier intento de aumentar las prerrogativas del jefe del Estado podr¨ªa ser un primer paso, piensan algunos, hacia una Rep¨²blica presidencialista.
La otra posibilidad
Se han realizado incluso sondeos entre la gente de la calle, en las f¨¢bricas y en las escuelas y se ha descubierto que los italianos son muy sensibles a este problema. En resumen, los encuestados dicen que mientras se tratara de Pertini estar¨ªan dispuestos a darle m¨¢s poderes porque, como dijo un grupo de metal¨²rgicos de Mil¨¢n, "estamos seguros que no los usar¨ªa nunca contra los trabajadores".Pero, ?si en lugar de Pertini, subiera ma?ana las escaleras del Quirinal un hombre menos democr¨¢tico que ¨¦l, menos limpio y m¨¢s autoritario? En este caso, los italianos prefieren que el poder est¨¦ repartido entre las diversas instituciones. A pesar de la crisis, que est¨¢ afectando a los partidos tradicionales y al propio Parlamento, a la hora de decidir sobre un posible cambio de tipo de Rep¨²blica, los italianos son muy cautos.
La raz¨®n, seg¨²n dijo uno de los principales l¨ªderes sindicales, el comunista Luciano Lama, es que "el italiano ya no renunciar¨ªa bajo ning¨²n concepto a la libertad conquistada despu¨¦s de la resistencia", a?adiendo que "se trata de un bien valioso, que defender¨ªamos de nuevo con los fusiles en la mano".
Sin embargo, lo cierto es que el fen¨®meno Pertini ha planteado seriamente el problema de la jefatura del Estado.
Mientras se habla de reformar esta instituci¨®n, y probablemente existen ya varios proyectos para presentar al Parlamento en los pr¨®ximos meses, ha empezado tambi¨¦n la lucha pol¨ªtica por la sustituci¨®n.
El primer problema es si despu¨¦s de Pertini -en el caso de que no vuelva a, ser reelegido, cosa nada imposible si su f¨ªsico de hierro siguiera respondi¨¦ndole-, la presidencia volver¨¢ a un democristiano. Parece ser que el acuerdo es que si la presidencia del Gobierno sigue en manos de un socialista, los democristianos exigir¨¢n que se les devuelva el Quirinal.
?ltima oportunidad
Existen ya candidatos: son, principalmente, Giulio Andreotti y Amintore Fanfani. Para el segundo ser¨ªa la ¨²ltima oportunidad no s¨®lo por su edad, sino porque ser¨ªa la tercera vez que lo intenta y no lo consigue. Pero sus cotizaciones han bajado al haberle dejado su partido fuera del nuevo Gobierno. Ha preferido a Andreotti. a quien ha entregado la cartera de Asuntos Exteriores, un trampol¨ªn de primera para saltar a la jefatura del Estado. ?Y las acusaciones de haber estado implicado en todos los ¨²ltimos esc¨¢ndalos del pa¨ªs? Se murmura que es todo falso, que nadie ha podido probar nada. Se asegura, incluso, que Andreotti, en voz baja, ha dicho que el verdadero jefe de la P-2 es Fanfani, y no ¨¦l, como dicen los malpensados.Adem¨¢s de los presentados por los democristianos, existe otro candidato para sustituir a Pertini, Giovanni Spadolini, expresidente del Gobierno, el primer laico, es decir, no democristiano, que lleg¨® a la jefatura del Gabinete tras 40 a?os de hegemon¨ªa democristiana.
Spadolini, que en este moniento encabeza el Ministerio de Defensa, consigui¨® que se doblaran los votos de su de su partido, el republicano, en las ¨²ltimas elecciones, en las que baraj¨® el esl¨®gan de que, como Pertini, es "un pol¨ªtico distinto", no niega que le gustar¨ªa subir las escaleras del Quirinal.
La gente de la calle, que no ve con buenos ojos todas estas intrigas de palacio, a la que ni siquiera le gusta que se habre de sustituir a un hombre como Pertini a quien "adoran" y que much¨® menos desear¨ªa ver en su puesto a una de las "oxidadas figuras democristianas", s¨®lo espera que estos candidatos se anulen mutuamente con sus luchas intestinas y acabe por ser elegida una persona nueva; alguien que quizas nadie carioce, pero que, precisamente por eso, como sucedi¨® con Pertini, pueda continuar la tradici¨®n por ¨¦l inaugurada de dar prestigio a la Jefatura del Estado, que en este pa¨ªs nunca fue particularmente gloriosa.
Hay una cosa en Pertini que ha conquistado sobre todo a las familias italianas: el hecho de que en cuatro a?os ha recibido en su palacio a m¨¢s de 100.000 ni?os de las escuelas, con los cuales ha dialogado, discutido, contado, historias, y a veces, incluso, casi se ha peleado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.