El alquiler de vientres
Le¨ªdo con pavor el reportaje de J. M. Siles sobre el alquiler de vientres o "madres por sustituci¨®n", no puedo menos que protestar p¨²blica y amargamente por lo que supone el principio del fin de uno de los pocos asertos indiscutibles que todav¨ªa quedaban en mi pobre biblioteca de dogmas: "Madre no hay m¨¢s que una".Con este procedimiento de maternidad por delegaci¨®n, que desgraciadamente se est¨¢ poniendo de moda, ya no ser¨¢ posible determinar a ciencia cierta de qu¨¦ persona concreta puede uno disfrutar del cari?o maternal o, lo que es aun peor, a qui¨¦n tiene uno que dirigir su amor filial.
Porque el amor que todo hijo profesa por su madre es por tradici¨®n tan personal e intransferible (ya lo cant¨® Mach¨ªn), que uno, por muy disperso que sea, no est¨¢ capacitado ni f¨ªsica ni mentalmente para repartirlo entre la madre que lo pari¨® (madre biol¨®gica o por sustituci¨®n), la madre que lo amamant¨® (madre de leche o biber¨®n maternizado) y la madre que lo cri¨® (madre adoptiva).
Por todo lo cual, proclamo que este "m¨¦todo revolucionario para superar la esterilidad femenina" es, como poco, un retorcimiento mental que no supera nada porque la esterilidad es, como la ceguera, una pena insuperable. Un m¨¦todo para "acabar con la angustia por la imposibilidad de tener un hijo" que no acaba con nada, al contrario: fomenta la angustia de un hijo inmediatamente hu¨¦rfano. En fin, la mujer que no pueda tener hijos que adopte uno o que se compre un perro, pero si empieza pidi¨¦ndole a su vecina que le engendre uno como quien pide un poco de sal, acabar¨¢ comprando ni?os de todas las tallas y colores en los grandes almacenes. /
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