Fr¨¦d¨¦ric Mitterrand, sobrino del presidente
Peque?o empresario en dificultades, es productor de cine, socialdem¨®crata y defensor del capitalismo
Cachorro de la familia Mitterrand, Fr¨¦d¨¦ric no tiene ning¨²n rubor en confesar, a sus 36 a?os, que es un ac¨¦rrimo defensor del capitalismo. Lo cual no le impide apoyar el programa socialista de su t¨ªo. Empresario cinematogr¨¢fico al borde del colapso, desde 1971 viene animando una cadena de 12 cines parisienses, donde la calidad prima antes que la rentabilidad.
Doce a?os gestionando los Olympic le han hecho perder viejas ilusiones. "Me he convertido en un reaccionario, en un conservador, lo s¨¦; pero no queda m¨¢s remedio que ganar dinero". Su intenci¨®n al tirar por la borda sus estudios en la prestigiosa Escuela Superior de Sciences Po, donde obtiene una especialidad en econom¨ªa pol¨ªtica, era la realizaci¨®n, cinematogr¨¢fica. Solamente pudo dirigir un filme (Cartas de amor en Somal¨ªa); el resto de sus energ¨ªas fueron monopolizadas por el negocio de la exhibici¨®n."A pesar de las aberraciones de alguno de sus ministros, estoy con mi t¨ªo en casi todo lo que ha hecho. No soy marxista, ni ¨¦l tampoco, pero, mi socialdemocracia no me permite estar de acuerdo con las nacionalizaciones. Lo ¨²nico que marcha de verdad es la libre empresa". Los abuelos del cineasta, padres del presidente, representan la Francia profunda "don de la caridad cristiana y el trabajo se combinan con un concepto bastante relajado y comprensivo de la moral". De madre mon¨¢rquica y padre republicano, Fran?ois Mitterrand les una s¨ªntesis del amor que tienen los franceses por la justicia y el orden". Dos siglos despu¨¦s de haber abolido la monarqu¨ªa, "en este pa¨ªs existe una gran nostalgia de la familia real, lo que explica la pasi¨®n con que se sigue la vida de M¨®naco". El actual presidente ser¨ªa, seg¨²n el sobrino, "un gran admirador del general De Gaulle, quien supo recoger las aspiraciones democr¨¢ticas del pueblo franc¨¦s sin olvidar la necesidad paternal de un rey, aunque sea sin corona".
Fr¨¦d¨¦ric hab¨ªa cre¨ªdo en el cambio espa?ol antes que nadie en Francia. Cuenta que, en una cena ¨ªntima a la que asist¨ªa su t¨ªo, reci¨¦n nombrado Adolfo Su¨¢rez primer ministro, Mitterrand escuchaba at¨®nito los argumentos del joven d¨ªscolo de la familia. "Fran?ois hab¨ªa despotricado un par de a?os antes contra el rey Juan Carlos, en Le Nouvel Obs, y no parec¨ªa creerse, por la cara que pon¨ªa al o¨ªrme, que pronto iban a desaparecer los franquistas de escena".
Los franceses hab¨ªan aprendido la lecci¨®n de los exiliados republicanos, para quienes todo lo espa?ol era fascista. "Eso me hizo mucho da?o, sobre todo cuando me ech¨¦ una novia, mi primer amor, que estaba emparentada con la flor y nata del r¨¦gimen". Su pasi¨®n por Espa?a, no le viene de esa aventura amorosa con una espa?ola, en Par¨ªs y m¨¢s tarde en Madrid, porque Fr¨¦d¨¦ric era todav¨ªa un chaval cuando ya ve¨ªa las pel¨ªculas de Sarita Montiel. "Es una mujer extraordinaria y tiene algo especial que nadie ha sabido explotar en el cine".
Entrampado con la explotaci¨®n de salas cinematogr¨¢ficas, Fr¨¦d¨¦ric Mitterrand se ha pasado a la distribuci¨®n (La balada de Narayama, Palma de Oro en Cannes, Ludwig/Visconti, en versi¨®n ¨ªntegra de m¨¢s de cuatro horas) y a la producci¨®n, con B¨¦r¨¦nice, de Racine, dirigida por el chileno Ra¨²l Ruiz. Tambi¨¦n lleva un a?o presentando un programa de cine en televisi¨®n, pero lo suyo es la creaci¨®n. "Ya estoy harto de pelearme con los bancos porque la empresa tenga un agujero de 50 millones".
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