...Y los sue?os, sue?os son
LOS SUE?OS -dicen ahora los cient¨ªficos- son desagradables. ?Por qu¨¦ iban a ser una excepci¨®n? Los doctores Hall, Kramer, Roth y algunos otros de Estados Unidos confirman ahora lo que suelen saber los durmientes, los cuales, con una considerable irresponsabilidad, lo atribu¨ªan a comer queso de noche. Y los m¨¢s cultos, si es que conocer a Freud es todav¨ªa se?al de cultura, y no de mero arrastre de signos emitidos por novelistas y cineastas, a algunos nudos infantiles: sorprendi¨® -por ejemplo- alguien a sus padres en una dulce siesta -?la Escena Primaria!-, y por eso tiene ahora una adicci¨®n profunda a los golpes de Estado. Frenczi dec¨ªa que la revoluci¨®n rusa de 1917 se produjo como consecuencia de que los ni?os eslavos duermen sus primeros sue?os fajados muy estrechamente con sus pa?ales, seg¨²n la vieja costumbre eslava; Fromm, que las ni?as que se duermen escuchando Caperucita Roja adelantan su menstruaci¨®n (el gorro colorado, s¨ªmbolo de la regla), y Pfister, que quien se adormece con el dedo metido en la nariz es alguien realmente lujurioso.Lo que intentan ahora los profesores americanos de esta l¨ªnea actual (v¨¦ase EL PAIS del 25 de agosto) es desmitificar elsue?o o, con una palabra castellana quiz¨¢ mejor ajustado, a la representaci¨®n de im¨¢genes durante la acci¨®n de dormir (sue?o), el ensue?o. A Jacob le daba lo mismo so?ar con una escala erguida hacia el cielo como a usted con que su empresa le incluye en la lista de personas con las que podr¨ªa hacer un severo escarmiento: no hay profec¨ªas, ni hay simbolismo, ni enredos del inconsciente -dicen los huevos profesores-, sino un simple traslado de las preocupaciones del d¨ªa. La comprobaci¨®n estad¨ªstica es que la inmensa mayor¨ªa de los ensue?os son desagradables, de manera que vienen a coincidir con la carga que se ha recibido durante el d¨ªa. Y sirven de eslab¨®n para el d¨ªa siguiente; angustiado por el desagradable ensue?o nocturno -el meramente habitual, sin siquiera llegar a la gran pesadilla, que por lo menos tiene una grandeza tr¨¢gica- se produce ya un arrastre diurno de malhumor y fastidio, sobre el cual se ir¨¢n recibiendo las nuevas cargas hasta llegar, otra vez, a la triste cama donde se va a celebrar la nueva representaci¨®n de la que uno es protagonista y espectador, pero en la que -parece que los dem¨¢s son los autores y los escenografos: ni siquiera nuestro ensue?o es nuestro, o privado, u original, sino que tambi¨¦n nos lo dan esos horribles monstraos, los otros, a los que Jean-Paul Sartre atribu¨ªa la condici¨®n de infierno.
Algo hab¨ªa intuido Calder¨®n, algo hab¨ªa percibido de la vieja leyenda oriental del sue?o del campesino (Del despertar del durmiente, en Las mil y una noches) en este sentido de que la vida y los sue?os est¨¢n tejidos continuamente de la misma materia, y que esa materia es tan sutil y hasta vol¨¢til que se confunde con la misma realidad, en el supuesto -dec¨ªa ¨¦l- de que haya una realidad y no estemos todos so?ando, despiertos o dormidos ("Sue?a el rey que es rey...") y de una manera pertinazmente desagradable.
De todas maneras, el doctor Hall nos deja una esperanza para cada noche. Hay un 18% de sue?os humanos que son "felices o excitantes" (curiosa mezcla de valores, en la que se supone que lo excitante es un equivalente de lo feliz), y hay un 1% de sue?os sexuales, aunque dentro de este porcentaje tan escaso haya, a su vez, un porcentaje bastante elevado de frustraci¨®n. Comparadas estas cifras con las que podr¨ªan obtener de unas estad¨ªsticas de comportamiento humano en estado de vigilia en la sociedad estudiada (conviene precisar que se trata, en estos casos, de la sociedades de Estados Unidos, donde trabaja, como una pesadilla, el Centro de Des¨®rdenes del Sue?o) podr¨ªan, quiz¨¢, ser un calco perfecto. Se duerme como se vive, se vive como se duerme, y esto, al parecer, le sucede tanto al elefante, como al topo, como al ciudadano de Misisip¨ª.
Quiz¨¢ los europeos tengamos todav¨ªa alguna relaci¨®n mayor con Freud. Puede que Freud no estuviera enteramente acertado en sus consideraciones sobre el sue?o y su relaci¨®n con el inconsciente en el momento en que trabajaba en Viena; pero la larga y terriblemente insistente divulgaci¨®n de sus teor¨ªas han podido convertirnos a todos en freuderos, de forma que el ensue?o se produzca con arreglo a las normas aprendidas. No cambiar¨¢ el resultado, y el porcentaje de desagrado, violencia, angustia o cualquiera de los componentes del sue?o ser¨¢n los mismos. La escapatoria es poca "Que toda la vida es sue?o / y los sue?os, sue?os son".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.