Un seguro contra el miedo a la miseria
130.000 trabajadores en paro mayores de 55 a?os, a la espera de una subvenci¨®n minima que garantice su subsistencia
Los parados existentes en Espa?a que superan los 55 a?os han sobrepasado ya la cifra de los 130.000. Datos del Instituto Na cional d¨¦ Empleo indican que en el mes de junio estaban registrados 143.000 parados mayores de 55 a?os. De ellos, 97.000 son hombres, y el resto, mujeres. Muchos hace a?os que no reciben ni un duro del desempleo. El Ministerio de Trabajo estudia un proyecto que modificar¨¢ la ley b¨¢sica de Empleo y permitir¨¢ establecer un subsidio que garantice a este colectivo la percepci¨®n del 75% del salario m¨ªnimo interprofesional, aproximadamente unas 24.000 pesetas mensuales.Ser¨¢ una medida que dar¨¢ una cierta esperanza a esos 143.000 parados. A los que a¨²n cobran alg¨²n tipo de ayuda, pero que observan con angustia que pasan los d¨ªas, sin que encuentren trabajo, y a los que ya han agotado todas las ayudas y viven "a rastras", como dice Francisco, 60 a?os, desde hace cinco en el paro. "Debo la basura desde hace tres a?os. Y la luz siempre la pagamos a atrasada". Uno de sus hijos se encuentra en el paro tambi¨¦n; otro trabaja y mantiene a los dem¨¢s.
RODOLFO SERRANO, Madrid
M. S.,
En otros casos no trabaja nadie. Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªaz, tambi¨¦n alba?il, 57 a?os y desde 1981 sin trabajo, es m¨¢s rotundo. "Vivimos de limosnas. De lo que nos dan unos y otros. Porque los obreros saben lo que es estar parado y nos ayudamos". A veces cae alguna chapuza, es un trabajo de corta duraci¨®n y escasa paga, en demasiadas ocasiones fuera de toda legalidad.
Son los primeros a los que atenaza la desesperanza. Desde el momento en que su empresa les da la carta de despido saben que para ellos, d¨ªricilmente, habr¨¢ una n ue va oportunidad. A medida que transcurren los meses la certeza comienza a instalarse en su cabeza. Posiblemente encuentren alguna peque?a chapuza que les haga mantener la ilusi¨®n de que a¨²n la sociedad les necesita.
El s¨ªndrome del parado
Despu¨¦s de dos a?os, agotadas las posibilidades de ayuda por parte del Estado, el temor a la miseria se les entierra en el coraz¨®n.Se sienten mal; de pronto acuden a los m¨¦dicos del seguro, que no encuentran enfermedad alguna. Pero. ellos jurar¨¢n que han perdido el apetito, que un cierto cansancio les recorre las piernas y se sienten incapaces de levantarse por la ma?ana. Su humor ha cambiado y todo les molesta. Alguno termina arroj¨¢ndose por una ventana, ech¨¢ndose al paso de un autob¨²s, incapaces ya de enfrentarse con un futuro cada vez m¨¢s incierto. Hace unas semanas la revista Intervi¨² contaba algunos casos de parados que hab¨ªan optado por el luicidio como ¨²nica salida. A veces, el paro mata.
"Un amigo", cuenta Antonio Cachadillas, de 45 a?os, en paro desde hace dos, con todas las prestaciones agotadas, "se quiso tirar al metro y lo evitamos a tiempo". Ellos mismos, que han dicho muchas veces que antes de ver pasar hambre a sus hijos robar¨ªan, confiesan que no son capaces. "Los que s¨®lo sabemos trabajar, no valemos para eso". As¨ª que acuden cada ma?ana a la cola del paro, se plantan ante la oficina de empleo esperando una oferta de trabajo que nunca les llegar¨¢.
Y desconf¨ªan de los funcionarios que no dan abasto, que se sienten incapaces de atender tanta necesidad. "Es que aqu¨ª", ap¨²ntelo usted, "dan los trabajos que vienen a sus amistades. Y en una alcantarilla encontramos una vez un mont¨®n de cartas de empleo". Lo cierto es que pr¨¢cticamente ninguno recuerda de nadie de su edad que haya sido colocado por las ofic¨ªnas d¨¦ empleo. Han dejado los mejores a?os en cualquier empresa que, un d¨ªa, les ha puesto una indemnizaci¨®n en ¨¦l bolsillo y les ha despedido con- buenas -o malas- palabras. Como a Mat¨ªas Rodr¨ªguez, de 56 a?os, que despu¨¦s de 18 a?os en Papelera Espa?ola, se encontr¨®, de buenas a primeras, acudiendo a la oficina de empleo de su barrio. Y as¨ª lleva tres a?os. Ahora conoce a todos. Y ya como costumbre, cada d¨ªa acude a daruna vuelta, por si hay algo.
Los trabajos, al menos para ellos, no "caen". Lo m¨¢s, Io m¨¢s, alg¨²n peque?o trabajo de un mes, de dos meses, que mitigue moment¨¢neamente la situaci¨®n. Son trabajos que, en demasiadas ocasiones, nada tienen que ver con su an terior profesi¨®n. Mal pagados, sin contrato. Pero que sirven para ir tirando.
El arte de sobrevivir
Porque lo importante es sobrevivir, aunque sea recogiendo cartones. "Pero eso est¨¢ cada vez m¨¢s dif¨ªcil. Hay muchos j¨®venes que lo hacen ya. Si ahora nos dieran eso que dicen a los de 55 a?os, aunque es poco, por lo menos tendr¨ªamos para comer". Y puntualiza Leandro G¨®mez, de 46 a?os, desde hace cuatro en el paro, que "no s¨®lo lo tendr¨ªan que dar a los mayores de 55 a?os, sino a, todos, porque, los dem¨¢s est¨¢n tan mal, como nosotros". Antonio Cachadillas dice que es verdad, que a ¨¦l han llegado a cortarle la luz y tuvo que "andar buscando por ah¨ª el dinero para pagarlo". Y Macario Bermejo, de 50 a?os, cuenta que ¨¦l vive a expensas de su padre que cobra una pensi¨®n de 22.400 pesetas.Leandro P¨¦rez, con 59 a?os, los cuatro ¨²ltimos en el paro, est¨¢ de acuerdo, aunque a ¨¦l s¨ª le corresponder¨ªa cobrar ese subsidio que el Ministerio de Trabajo tiene en estudio. Cree que habr¨ªa que ayudar a todos. En su casa entran ¨²nicamente 25.000 pesetas del ¨²nico hijo que trabaja: "el peque?o, que tiene 18 a?os".
Y aunque haya quien diga que 24.000 pesetas no deja de ser una miseria, cuando se llevan meses, a?os, burlando continuamente el hambre, 24.000 pesetas adquieren un valor distinto. "Aunque no tengamos para pagar la luz, por lo menos tendremos para comer, aunque sea a oscuras
El subsidio es, por otra parte, una medida que, seg¨²n fuentes oficiales, no saldr¨¢ excesivamente cara. Aunque en medios de la Administraci¨®n no pudieron precisar -"estamos elaborando los datos"- qu¨¦ numero de parados que superan los 55 a?os carecen de cobertura, se calcula que los fondos necesarios para garantizar este subsidio no supondr¨¢n una partida que condicione la realizaci¨®n del resto de las prestaciones que tiene encomendadas el Ministerio de Trabajo.
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