Ernesto Laclau: "A trav¨¦s del peronismo llegu¨¦ a comprender a Gramsci"
El pensador argentino vivir¨¢ en Par¨ªs, su 'patria espiritual'
Entre los muchos conocedores de Marx que han venido a Espa?a en 1983 con motivo del centenario de la muerte del pensador alem¨¢n, se encuentra Ernesto Laclau, un argentino que desde 1972 es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica en Essex, aunque ahora planea fijar su cuartel general en Par¨ªs, su verdadera patria espiritual. Una de sus, en apariencia, m¨¢s sorprendentes expresiones dif¨ªcil de asimilar para algunos seguidores de su obra ha sido la de que lleg¨® a entender al fil¨®sofo y escritor Antonio Gramsci a trav¨¦s del movimiento peronista.
Hace pocos meses, una revista socialista norteamericana public¨® una entrevista con Ernesto Laclau y con Chantal Mouffe (fil¨®sofa belga cuyo trabajo es paralelo y a veces convergente con el de Laclau). Uno de los lectores de la revista envi¨® inmediatamente una carta protestando por la publicaci¨®n de la entrevista.El problema no era que las tesis de Laclau y Mouffe le parecieran ofensivas, sino que, pura y simplemente, no hab¨ªa conseguido entender una maldita palabra de lo que dec¨ªan.
El hecho no es demasiado sorprendente. Laclau parte de una formaci¨®n marxista en lo te¨®rico y peronista en lo pol¨ªtico ("a trav¨¦s del peronismo llegu¨¦ a comprender a Gramsci", afirma con cierta iron¨ªa), pero esa combinaci¨®n, de por s¨ª explosiva, se ha ido haciendo m¨¢s compleja por la influencia de la filosofia francesa, cuyo vocabulario no es el m¨¢s adecuado para un marxista anglosaj¨®n, pese al desembarco en Yale de los seguidores de Derrida.
M¨¢s all¨¢ de las dificultades de comprensi¨®n, es preciso admitir que Laclau es un disc¨ªpulo part¨ªcularmente d¨ªscolo del viejo Marx. Lo que el peronismo le llev¨® a buscar en Granisci es una tecir¨ªa de la pol¨ªtica que supere el reduccionismo de clase propio del marxismo cl¨¢sico.
Es decir, que Laclau niega que la lucha pol¨ªtica sea lucha de clases en el sentido m¨¢s inmediato del t¨¦rmino. En un primer momento, el Gramsci del concepto de hegemon¨ªa, con su hincapi¨¦ en las reivindicaciones nacional-populares frente al estrecho clasismo del tercer per¨ªodo de la Komintern, parece ser la respuesta.
Respuesta al fascismo
"El graniscismo fue, b¨¢sicamente, una respuesta socialista a las ambig¨¹edades del fascismo como un fen¨®meno no clasista". La idea no es que el fascismo no beneficie a una clase, sino que precisamente su funcionalidad en este sentido es consecuencia de que su discurso no representa las reivindicaciones de esa clase, sino reivindicaciones ambiguas, a la vez contrarias a lo establecido y al proletariado.El fascismo, seg¨²n esto, es un popul¨ªsmo de derechas, como tambi¨¦n lo ser¨ªan, aunque bajo formas pol¨ªticas muy distintas, el thatcherismo o el reaganismo.
"Para construir un proyecto de centralidad obrera entonces, Gramsci ve la necesidad de moverse tambi¨¦n en un terreno no clasista", como lo hace el fascismo.
Pero Laclau ha seguido evolucionando m¨¢s all¨¢ de estas posiciones, y aunque mantiene la referencia al concepto de hegemon¨ªa de Gramsci, pone abiertamente en cuesti¨®n la idea de centralidad obrera. "La clase obrera no posee ning¨²n privilegio ontol¨®gico" sostiene, en obvio paralelismo con te¨®ricos de los nuevos movimientos sociales como Gorz o Touraine.
A un marxista tradicional le ser¨ªa dif¨ªcil seguir a Laclau en esta evoluci¨®n, por supuesto. Pero a¨²n le ser¨ªa m¨¢s dif¨ªcil seguirle por escrito y en sus propias palabras.
Bajo la influencia del ¨²ltimo Wittgenstein y del posestructuralismo franc¨¦s (el desconstruccionismo de Derrida), Laclau ha ido evolucionando en sus formas de expresi¨®n hacia una creciente complejidad, o quiz¨¢ oscuridad, que puede f¨¢cilmente desesperar al lector.
A quien persevere, sin embargo, los resultados pueden compensarle en buena medida. La l¨ªnea de investigaci¨®n que apuntaba en los dos ¨²ltimos cap¨ªtulos de su Pol¨ªtica e ideolog¨ªa en la teor¨ªa marxista (Madrid, Siglo XXI, 1978) se ha venido profundizando a trav¨¦s de los meandros del lenguaje.
Laclau niega que la oposici¨®n burgues¨ªa-proletariado brinde un punto de anclaje para la fijaci¨®n definitiva del sentido en la conflictividad social. Pero eso no implica que sea imposible toda fijaci¨®n de sentido. "Un universo en que fuera imposible toda fijaci¨®n de sentido ser¨ªa un universo psic¨®tico".
La soluci¨®n la ofrece una vez m¨¢s el viejo concepto de hegemon¨ªa, que ofrecer¨ªa el punto de arranque "para una teor¨ªa de la fijaci¨®n parcial del sentido en ciertos puntos nodales, a partir de los cuales se va construyendo un sistema de oposiciones e identidades".
Una frase tan correosa puede espantar al lector, pero revela que Laclau se ocupa de problemas muy comunes y urgentes: c¨®mo definir y cristalizar un proyecto pol¨ªtico democr¨¢tico y de contenido socialista. Y al fin y al cabo, el propio Marx, que escri¨® El capital pensando que su lectores ser¨ªan los obreros, puso al comienzo del libro una secci¨®n sencillamente infumable para ning¨²n lector. Cosas que pasan.
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