Pobres pero bellas
Irresistible nostalgia la de anoche, viendo mecerse en la pantalla peque?a el busto campesino de Silvana Mangano, felizmente desdichada mucho antes de que le diera por seguir los consejos de Visconti y convertirse en una real dama que persegu¨ªa a su hijo Tadzio por las playas del Lido, evanescente y acaso atrozmente aburrida sin la tentaci¨®n de lo desmedido.Anoche, viendo Arroz amargo, me vinieron a la memoria todas esas mujeres, pobres pero bellas, que pod¨ªan entregarse sin recato al salvaje melodrama que para ellas inventaban guionistas enajenados o directores pose¨ªdos por el delirio. Mientras el neorrealismo escrib¨ªa p¨¢ginas en may¨²sculas, el melodrama y la comedia de costumbres salvaron industrialmente el cine italiano, frente a la competencia de Hollywood.
MARUJA TORRES
MORCILLO,
Sin maggioratas -que as¨ª las llam¨¢bamos entonces- el melo a la italiana no hubiera sido posible. Y hay que reconocer que ese dram¨®n insostenible pero carnal nos quedaba a los espa?oles muy pr¨®ximos. Ver a Antonella Lualdi queri¨¦ndose arrojar con sus hijos por un precipicio, o a la Mangano dudando entre su honrado destino de recolectora y la macicez demoniaca del chulo Gassman... Bueno, ver eso era un poco sentir lo que en la vida misma, pero a lo bestia.
Er¨®ticas y rurales, las maggioratas lo pasaban fatal; no obstante, dada la ¨¦poca, a sus hombres tampoco les esperaba un camino de rosas por delante. Ten¨ªan, todas ellas, de Mangano a Lualdi pasando por Loren, Pampanini, Lollobr¨ªgida, Ruffo, Rossi-Drago, algo heredado, o copiado, o simplemente recibido por nacionalidad o por contacto de la m¨¢s grande mujer de sangre y hueso que ha dado el cine: Anna Magnani. Se mov¨ªan en territorios reales y ol¨ªan a sobaco, a sexo crudo, a l¨¢grimas y a arrepentimiento.
No sab¨ªan nada de las Women lib's y tampoco present¨ªan que el destino les deparaba un final mucho m¨¢s arduo que el de sus pel¨ªculas: una sensata mezcla de dieta de pasi¨®n y de bajas calor¨ªas. Las que han sobrevivido andan por ah¨ª, cont¨¢ndonos la mentira de su aspecto actual. Pero su verdad es la de anoche. Que fue amargo el arroz, y el culo firme.
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