Neruda
Digo Neruda por no decir Allende, en estos d¨ªas de su d¨¦cimo aniversario. Viene a ser lo mismo. Murieron uno del otro. Aranzadi/Azcona/Corcuera/Onaind¨ªa someten el milenarismo a debate, en Herrial 2000/Heliza, Otsalia, Martoza, lo cual que s¨®lo se entiende lo de las 75 p¨²as del precio. El milenarismo, como expliqu¨¦ aqu¨ª el otro d¨ªa, lo que pasa es que viene de izquierdas, caso cr¨ªtico y heterodoxo. A los peregrinos de Bu?uel y la V¨ªa L¨¢ctea se los mando a Rafans¨®n, que les puede recomendar El Luarqu¨¦s y otros restaurantes donde les paguen bien sus vieiras, por darle espesor al caldillo, Luis Corval¨¢n escribe en Araucaria sobre aquel "presidente y amigo" que suicidaron en pijama, en la Casa de la Moneda, con gran pompa elocuente de alguna Prensa, espa?ola. A poco mor¨ªa Neruda, en Isla Negra, entre cari¨¢tides quebradas y caballos disecados. Escrib¨ª cr¨®nica para la cadena de Manu Leguineche, y Paco Pillado, director entonces de La Voz de Galic¨ªa, depurado luego, en plena gloria y en plena juventud, como Negrete, por Augusto Ass¨ªa y su santa, o sea Mar¨ªa Victoria Fern¨¢ndez Espa?a me escrib¨ªa adolorido porque no pod¨ªa publicarlo, y eso que iban de marchosos y de ¨²nicos en Galicia. Comprend¨ª entonces que, con Allende, hab¨ªamos muerto unos cuantos en pijama de madera. Voy a pregonar en Arganda algo as¨ª como la Fiesta del Agua, y hay un mu?eco setecentista, vil, tuerto y con pechera de encaje, que me espera de mentira para el abrazo ir¨®nico a su casaca bordada de polillas. Me vienen los primeros versos del Canto general: "Antes de la peluca y la casaca/fueron los r¨ªos, r¨ªos arteriales".Diez a?os, mi periplo suramericano y estamos igual. Leyendo a Guimaraes Rosa, que casi me reclama de entre los diez mil libros de la biblioteca dom¨¦stica. Comprendo que Brasil es otro bochinche, como dicen ellos. "?Qui¨¦n maneja la usura crediticia?", se pregunta Funes, Robert en Octanaje. Funes es entra?able amigo desde los tiempos y las revistas de los Oriol, cuando, como dice Carlos Luis, "nos ba?¨¢bamos todos los lunes en Men¨¦ndez y Pelayo". Bueno, al fin y al cabo era un ba?o, que yo en la pensi¨®n de Arg¨¹elles no ten¨ªa esas higienes.
FRANCISCO UMBRAL
J.,
Enric Si¨®, de Planeta, me pide pr¨®logo para los cuentos de Poe/Hoffman. La usura crediticia, como bien sabes, querido Funes, la manejan los economistas de Chicago, que han arruinado Chile, y la Am¨¦rica yanqui, mejor que Poe, la cant¨® Whitman (demasiados mec¨¢nicos desnudos, esa es la verdad). Whitman est¨¢ en todas las bibliotecas p¨²blicas USA, pero es una lecci¨®n que no se da. O sea que no e le aplica. Dudo de que Reagan lo haya le¨ªdo. En todo caso, le habr¨¢ hecho una lectura ¨¦pica. Reagan es el hombre/ Hollywood que puede saltar de un caballo a otro al galope. Hasta Iberia anuncia la ¨²ltima hora de Fern¨¢n-G¨®mez, medieval, rimada e incestuosa. Fernando es intocable en Espa?a como Neruda es intocable en el mundo (s¨®lo los nov¨ªsimos penetrados de Kavafis sostienen en la terraza de Teide, cuatro de la ma?ana, que Neruda est¨¢ pasado y es hortera).
Alfonso Guerra va a encabezar un d¨ªa de ¨¦stos manifestaci¨®n en recuerdo de Allende, en Madrid. Fidel Castro no sabe d¨®nde est¨¢ el reloj que ¨¦l le regal¨® a Allende. Sin duda lo pararon a tiros, marcando madrugada, y con ¨¦l pararon la emergencia/insurgencia de la Am¨¦rica/Am¨¦rica.Fern¨¢ndez Ordo?ez pasa el fin de semana en mi dacha del campo madrile?o (s¨®lo visto por Aza?a algunos pintores de la Escuela de Vallecas, como Novillo), y nos montamos el libro/Neruda aniversario, con manuscritos de los Veinte poemas y cartas a/de Albertina (que no era macho ni ch¨®fer, como la de Proust). Allende, en aquellos p¨®sters verdes de nuestras progres de cuando entonces, ten¨ªa detr¨¢s, por si fuera poco, al mayor poeta de Am¨¦rica despu¨¦s de Rub¨¦n. Diez a?os en que uno "se ha cansado (o le han cansado) de ser hombre".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.