Julio Iglesias
El rechazo elitista, digamos, de/a Julio Iglesias no es ni siquiera pol¨ªtico, qu¨¦ va a ser pol¨ªtico, sino que es el rechazo/indiferencia que inspira la impersonalidad en un tiempo en que incluso la masa quiere ser "muy personal". Las apoteosis de Jullio Iglesias est¨¢n hechas de pu?os muy salidos de la camisa, falsos/¨¦xtasis Sinatra y mucha sentimentalidad inaplicable y difusa. En Barcelona, parece que cerca de cien mil personas llenaron el Nou Camp.Julio Iglesias canta, impert¨¦rrito, que La vida sigue igual, cuando ha habido una transici¨®n, un Tejero y una Rumasa. Julio Iglesias canta Beguine the beguine, recogiendo la cola sentimental y ya como perdida de Cole Porter, el romanticismo de Hollywood y el dandismo cinematogr¨¢fico irrepetible/irrepetible de Cary Grant. Vive de caf¨¦ sentimental colado por un calcet¨ªn de ejecutivo, qu¨¦ vivo/qu¨¦ vivo, y eso es lo que le da corno un toque de modemidosidad. El t¨ªo. Busc¨¢ndole precedentes, uno encuentra uno muy claro -aparte el caso nacional de Raphael , mucho, m¨¢s dotado-, que es el de Sinatra, s¨®lo que Sinatra nos transmite mafia, ley seca, clan de hombres, machismo rom¨¢ntico y Ava Gardner, toda una marginalidad americana, mientras que el -?mensaje?- de Iglesias est¨¢ lleno de porteras, peluqueras y buenos chicos. Antes que el triunfo de la personalidad, es el triunfo de la impersonalidad, y si las riberas sentimentales de esta sociedad lo aceptan, las elites musicales, fr¨ªvolas, sociol¨®gicas, la izquierda festiva, en fin, lo rechazan como traidor.
FRANCISCO UMBRAL
DE LA C.,
Desde Baudelaire importa, m¨¢s que la perfecci¨®n, el car¨¢cter. Aximona que se actualiza/frivoliza con el lema de Frankie, escrito en el espejo de tantos camerinos de actores: "Yo no vendo voz; vendo estilo". Sinatra, quiza sin propon¨¦rselo, formul¨® en este apotegma algo digno del Baudelaire l¨²cido de Mi coraz¨®n al desnudo, bellamente traducido/comentado en priv¨¦ por Blanca Andreu. Andr¨¦ Breton lo reactualiz¨®: "La belleza moderna ser¨¢ convulsiva o no ser¨¢". Y Julito no es precisamente un convulsivo. Hemos vivido/bailado , la convulsi¨®n del jazz, del rock y hasta del tecno/pop. Julio Iglesias ignora todo esto, claro, y quiere devolvernos a un romanticismo convencional de casa de discos. Joan Manuel Serrat, sin perder el perfil, re¨²ne ya a los fans de hoy con los fans de la nostalgia de cuando ¨¦l empez¨® y se lo hac¨ªa de antifranquista. El arte es una cosa que empieza y termina en s¨ª misma y, como dice Adorno en su libro p¨®stumo, las tensiones de un cuadro son interiores al cuadro mismo, no referidas a lo social (arte testimonial, oh). Pero esas tensiones interiores deben corres ponder a las del hombre post/lunar y premarciano de nuestro tiempo. En Sinatra, se?or Iglesias estaba el conflicto de la Ley Seca, el conflicto de la mafia, elconflicto de la individualidad en una demo cracia de multitudes un¨¢nimes. Iglesias le ha dicho a Maruja Torres (gran entrevista) que ¨¦l es un artista y no le importa que en el es tadio chileno donde cant¨® se haya torturado gente, se hayan cortado manos. Pas¨® el arte engag¨¦ del bello Sartre, pero ha venido el arte, popular o elitista, que no es que quiera cambiar el mundo, como arma cargada de futuro", que dijera Celaya, sino que ella misma es el mundo, la expresi¨®n individual/ colectiva de una libertad y una est¨¦tica en las que todos nos realizamos vicariamente o directamente. El socialismo, la socialidad no pol¨ªtica -e inesquivable- de nuestro tiempo, induce a la realizaci¨®n de uno en el todos o de todos en uno. Lo dice Baudelaire en el libro citado. "En sociedad, cada uno disfruta de los dem¨¢s". Mick Jagger transmite multitudes, el fragor del siglo. Julito s¨®lo transmite la soledad de su ego acampanado.
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