El mito del espia, antih¨¦roe y funcionario, analizado en un curso de la UIMP de Sitges
Todos los servicios al Estado son recompensados p¨²blicamente, su autor o autores honrados y propugnados como ejemplos. Todos menos uno: el que prestan los esp¨ªas. Antili¨¦roes por excelencia, an¨®nimos por necesidad, marginales y clandestinos por imposici¨®n, y, sin embargo, funcionarios. ?ste ha sido el tema de un curso en la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo de Sitges: el mito del esp¨ªa.Hay dos prototipos sociol¨®gicos de esp¨ªa: James Bond y George Smiley. ?ste es reflexivo, act¨²a casi como un antrop¨®logo y presenta una moral relativista. Su actividad se del¨ªnea en el tiempo con la precisi¨®n de una partida de ajedrez, donde cada pe¨®n perdido es un hombre muerto, cuya defensa s¨®lo es necesaria en funci¨®n de la estrategia. Para ¨¦l, en palabras de Lorenzo D¨ªaz, codirector del curso, "cada victoria profesional lleva impl¨ªcita una derrota humana". La violencia es soterrada, vital, pero no emotiva. Su angustia tiene no poco de existencial. Frente al ¨¦l, James Bond. La culminaci¨®n del h¨¦roe de las novelas de caballer¨ªas; la acci¨®n y la publicidad; la moral maniquea. Ambos r eflejan el enfrentamiento de dos culturas coet¨¢neas, la alta cultura -Smiley- y la midcult -Bond-.
El tema del esp¨ªa arrastra, en opini¨®n de los diversos conferenciantes -Ricardo Mu?oz Suay, Maruja Torres, Juan Benet, Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, Pastor Petit, Juan Cueto y Lorenzo D¨ªaz-, un sinfin de subtemas. Desde su relaci¨®n, por lo que hace a la clafidestinidad, con la militancia pol¨ªtica, hasta la exigencia del secreto derivado de la existencia del Estado, la funci¨®n de la mujer o su imposible soledad, sin olvidar la cuesti¨®n de la informaci¨®n y su traducci¨®n en poder. Y es que "el esp¨ªa", afirma Cueto, "se dedica a desentra?ar el lenguaje de los Estados, un lenguaje no humano, el del poder".
Una cierta homogeneidad en la novela de espionaje, no impide que variantes entroncadas con el momento de su aparici¨®n o el lugar de la escritura. No hay, por ejemplo, novelas de espionaje espa?olas. "Eso se debe", manifiesta uno de los ponentes, "a que en Espa?a no ha habido tradicionalmente esp¨ªas. El ¨²nico p¨²blicamente reconocido como tal es el comandante Cortina".
Pastor Petit analiz¨®, precisamente, la situaci¨®n del espionaje espa?ol. En el siglo XIX, "Espa?a estaba m¨¢s preocupada de crear un aparato policial que un organismo de espionaje". La etapa posterior a 1939 est¨¢ caracterizada por la aparici¨®n de servicios secretos dedicados, prioritaria y casi exclusivamente, a investigar las actividades de los exiliados y de la resistencia interior. Actualmente, la mayor¨ªa del espionaje que se realiza en Espa?a es industrial, tan f¨¢cil de llevar a cabo, que algunas empresas estadounidenses manifiestan resistencia a la hora de exportar seg¨²n que productos.
Durante los a?os cicuenta, coincidiendo con la aparici¨®n de determinadas corrientes ling¨¹¨ªsticas, aparece un tipo de novela de espionaje en la que los c¨®digos secretos son tema central. Hoy esto ha ca¨ªdo en desuso. Los pilotos sovi¨¦ticos protagonistas del incidente sobre la isla Salaj¨ªn hablaban en ruso y no parec¨ªan preocuparse de si sus conversaciones eran o no grabadas y descifradas.
El esp¨ªa "s¨®lo puede ser pagado con dinero", afirma otro ponente. Su gratificaci¨®n debe ser inmediata y secreta, lo que acarrea el desprestigio social de la funci¨®n. Pese a ello no todos los esp¨ªas son reclutados mercenariamente. Abunda el esp¨ªa ideol¨®gico, especialmente entre la izquierda. El caso m¨¢s conocido es el de los honorables colegiales de Cambrid.ge al servicio de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Y es que, como alguien apunta., "parece dif¨ªcil entregarse al espionaje para instaurar el libre mercado". Ello comporta una moral relativista, basada en los resultados inmediatos. Una lectura de la historia en clave de espionaje, "en lugar de clave de batallitas" apostilla Cueto, "ser¨ªa moralmente subversiva y mucho m¨¢s interesante".
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